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Jana Úbeda en su taller de Tudela de Duero Jana Úbeda

Valladolid

La cestera tudelana que mantiene vivo el oficio en la provincia

Hace diez años, Jana Úbeda abrió las puertas de su taller en Tudela de Duero donde fusiona las técnicas tradicionales con un estilo más moderno

Yaiza Cobos

Valladolid

Sábado, 2 de noviembre 2024, 09:15

La cestería es un arte que transforma lo simple en extraordinario. Con solo unas manos habilidosas, y materiales extraídos de la tierra, nacen formas vivas y funcionales. Cada curva y entrelazado de las fibras se fusiona con la paciencia y la tradición. Un oficio humilde ... y milenario, en el que la creatividad fluye de manera silenciosa, dando lugar a piezas que parecen susurrar los secretos de generaciones enteras.

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Desde hace poco más de una década se encuentra, en Tudela de Duero, una de las pocas mujeres cesteras que cobija entre sus manos una inmensa destreza para mantener viva estas técnicas ancestrales. Jana Úbeda estudió Bellas Artes en Valladolid y completó sus estudios entre Salamanca y Bilbao. Desde bien pequeña tenía claro a qué se dedicaría en un futuro. «Todas las cosas manuales, artísticas y creativas siempre me han interesado, y el tema de la cestería me gustaba mucho», asegura.

Tras varios años centrada en la pintura y en la escultura, le surgió la oportunidad de estudiar un curso de cestería en el Centro Regional de Artesanía de Castilla y León y se «enamoró» de este proceso de confección. Después de estar casi cuatro años formándose o, como Úbeda denomina, «picoteando» en ello, decidió aventurarse en un nuevo proyecto y abrir las puertas de su pequeño taller, al que puso por nombre 'Cesteando'.

Desde hace diez años, la tudelana fusiona las técnicas más antiguas con su estilo más personal. «Hago piezas tradicionales, pero les voy metiendo un toque más creativo y visualmente más escultórico y decorativo», explica. De esta forma, ha creado piezas utilitarias como bandejas, cestos, jaboneras, fruteros, cestas o servilleteros, pero también esculturas, murales y complementos como apliques para el pelo, mochilas o bolsos.

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Cesteando Jana Úbeda

Todo ello a base de dos materiales; mimbre y anea. Mientras el primero de ellos es una fibra más rígida y muy flexible, empleada para trabajos que requieran más resistencia, y en los que se puedan dar volúmenes, el segundo de ellos es más blando y se teje en forma de trenzas o cordones.

Además, es este último el que se encarga de recogerlo ella misma en las orillas del río. «Me gusta mucho ir desde la raíz», asegura. Úbeda se ha formado también con «paisanos» de Valencia, Cádiz y Huelva que le han enseñado este oficio «desde cero». «No se dedicaban a la cestería, en las tres ocasiones eran albañiles, pero sabían de ello por la familia o porque de pequeños se dedicaron a ello», comenta.

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Formarse en este oficio no ha sido nada fácil para Jana. Y es que, debido a la poca presencia de cesteros en España, las técnicas se han ido perdiendo con el paso de los años. Ahora, por suerte, las nuevas generaciones pueden conocer de primera mano la elaboración de estas piezas. Úbeda no solo imparte clases en el Centro Regional de Artesanía de Castilla y León (CEARCAL), sino que también es profesora en un taller en Tudela de Duero. «La gente está contenta y tiene ganas de seguir innovando y probando. El trabajo con fibras vegetales engancha mucho porque tienes muchas posibilidades», menciona.

Pero esa no es la única manera de dar a conocer sus piezas; también a través de su página web y de las redes sociales. Un escaparate digital que le ha llevado incluso a enviar elaboraciones al extranjero. «Me han llegado a pedir una mochila desde Bélgica y una marcha española me contactó para enviar una colección de bolsos a Japón. Pero todos los pedidos suelen ser por España, en las Islas Baleares me piden muchas cosas», señala. Aunque también es amante del comercio de cercanía. «Me gusta que la gente lo toque y lo vea de primera mano», añade.

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Úbeda es consciente del momento que experimenta la artesanía a día de hoy. «Es complicado dedicarse a esto porque la cesta, al final, es una pieza muy vista y está muy poco valorada en la sociedad», cerciora. Pero también, mantiene la esperanza de que ese aspecto cambie, puesto que son muchos los que se encaminan a adquirir piezas más exclusivas y artesanales. «Al enseñarlo sí que veo que la gente lo valora más lo que cuesta hacer una pieza así», expresa.

Lo que también supone un reto, además de vivir de este oficio, es mantenerlo vivo. A través de sus cursos, talleres y demostraciones en vivo, Jana extiende esta artesanía para que «perviva». Ahora, la tudelana se prepara para exponerlos en una muestra individual en una de las salas de CEARCAL durante el mes de diciembre. «Tengo muchas ganas y mucha ilusión de poder poner allí combinaciones de piezas tradicionales con otras más artísticas», manifiesta.

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