

Secciones
Servicios
Destacamos
Alrededor de cada 15 de agosto y cada 8 de septiembre, así como durante ambos meses en toda su ardiente longitud, se celebran la mayor ... parte de los espectáculos taurinos populares que siembran el territorio de Castilla y León de embestidas, carreras y lances a cuerpo limpio, sin intermediarios textiles, en calles y plazuelas. Acontecimientos festivos, de exaltación de la vida y, a la vez, momentos de peligro, de un riesgo inherente y consustancial a todo festejo que gire alrededor del toro de lidia.
Al margen de iniciativas, de mayor o menor sustrato técnico y experto, de modificaciones en materia de normativa taurina (en su momento abordaremos los aspectos fundamentales desde una óptica lejana a los masajes y galanterías cortesanas), una mirada reflexiva y veterana sobre la siniestralidad en los festejos taurinos populares en las últimas temporadas ha de llevarnos irremediablemente –junto con algún que otro aspecto de menor incidencia- hasta un elemento defensivo y de seguridad que se ha convertido, por falta de criterio, ineptitud y desconocimiento de la tauromaquia popular, en una inagotable fuente de tragedias, unas consumadas y otras en grado de tentativa o frustración.
Ese elemento no es otro que las talanqueras. No las de versión tradicional, con consistente solidez, anclaje profundo en el suelo y con una solidaridad material entre ellas (se encuentran atornilladas entre ellas por brazos que unen su travesaño superior). Éstas, las que sí ofrecen seguridad y marcan la diferencia entre corredor y público o espectadores, son las talanqueras de travesaños o barras paralelas al suelo. Permiten al corredor saltarla, o incluso rodar por la parte inferior para escapar de la embestida del toro.
El problema, grave, son las talanqueras verticales. Desde dos ópticas. Así, crean una falta apariencia de seguridad y desdibujan –para los más imprudentes- la diferencia entre quien, con buenas condiciones físicas y conocedores del comportamiento de las reses, participan activamente frente al toro, y quienes forman parte del público. No son pocos los que siendo, en realidad, espectadores, salen de la talanquera hacia el espacio de la lidia, en un alarde de bravuconería inconsciente.
Y, cuando la res se arranca, comprueban el problema creado. Su lugar de antes, alineado con las barras verticales de la propia talanquera, ha sido ocupado. La masa de personas impide la entrada, que, además, no siempre es fácil. La mayoría de las talanqueras verticales ofrece en cada espacio creado una altura para liliputienses y una anchura (esta con cierta justificación) propia de clientes de una clínica de adelgazamiento.
Además, ni siquiera es necesario que el espectador salga de la talanquera. El mero hecho de que se quede junto a ella facilitada la cornada, pues el toro ve que tiene libre el recorrido del pitó con un gañafón o tornillazo de abajo a arriba, que es la mecánica habitual en el ataque del astado.
El regreso a esa zona de falta seguridad se torna complicado para el espectador que la ha abandonado para acercarse al morlaco. Y el toro corre más de lo que parece, sobre todo en un arreón intempestivo. Muchas cornadas, algunas de ellas mortales, se suceden todas las temporadas como fruto de unos elementos, las talanqueras verticales, que favorecen, ante una mínima temeridad, el ataque certero del toro, que hace presa de quienes creen falsamente estar a salvo. Localidades como La Seca, Medina de Rioseco, Tudela de Duero, La Flecha ofrecen duros ejemplos sobre esta controvertida situación en los últimos años y meses.
Además, y así lo hemos comprobado recientemente en más de una población cercana a Valladolid capital, cuesta entender la razón por la que se emiten certificados por técnicos que aseguran que un vallado cumple con la normativa de espectáculos taurinos, por ofrecer seguridad, cuando entre las diferentes talanqueras no existe unión que les dé más consistencia, apenas unas cuñas de madera –y no siempre- suponen su agarre al suelo, los espacios entre unas y otras tampoco permiten el lugar de huida de un mozo que se vea perseguido por un toro y su altura es notoriamente más baja que la media de las personas jóvenes y adultas en el siglo XXI.
En ningún caso será excusa en el que existan huecos entre una y otra talanquera, pues la mayoría de esos huecos no poseen una mínima anchura para que pase una persona. Un paseo por algunos de los recorridos de los encierros con talanqueras verticales supone la constatación de un desconocimiento y despreocupación elevadas por los Ayuntamiento de estas localidades, a los que pertenece el dominio público por el que transcurre el encierro, así como las propias talanqueras metálicas.
Urge, sin duda, el establecimiento de un código técnico de elementos de vallado de encierros, en el que se establezcan grosores, dimensiones y diseño de las talanqueras que, realmente, permiten evitar la huida de los toros, la salvaguarda de los espectadores y, también, la asunción lo más adecuada posible del riesgo por quienes corren y cortan las reses en los festejos populares. El decreto 14/1999, por el que la Junta de Castilla y León reguló los festejos taurinos populares, necesita un desarrollo relativo a la seguridad de participantes y público que incida de modo directo y técnico es este ámbito.
Por otra parte, otro de los aspectos para mejorar (aunque siempre es arriesgado modificar lo que se desarrolla con razonable normalidad) es el de la duración de los festejos, entre ellos los encierros. Lo que se conoce como propuesta de modificación por la administración en cuanto a la limitación cronológica se sitúa entre una broma y una autoría propia de las mismas manos, y cabeza, que dieron luz al Ecce Homo de Borja. El desconocimiento en la materia debe enviar, en su mayoría, la propuesta de modificación de la normativa taurina, a los corrales. Mansa 'pregoná', no tiene ni un pase.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.