Prisioneros trabajan en una cantera del campo de concentración nazi de Mauthausen. AP

Castronuño y el prisionero 3523 de Mauthausen

La historiadora María Torres reconstruye la vida de Matías Rodríguez Barajas, asesinadoen el subcampo de Gusen el 11 de noviembre de 1941

Patricia González

Castronuño

Sábado, 7 de agosto 2021, 08:08

Poco o nada se sabía de Matías Rodríguez Barajas hasta hace algo más de dos años, cuando la historiadora e investigadora María Torres encontró entre los documentos de los deportados de Pontevedra el registro de muerte del KZ Mauthausen de este castronuñero del que se ... desconoce su rostro. Con esta acta de defunción, la memorialista, que tiene una vinculación familiar con Castronuño, además de proponerse restaurar la historia vital de Matías, también comunicó al Ayuntamiento su hallazgo. «Me tropecé con el nombre de Castronuño y fue toda una sorpresa, ya que tengo una vinculación especial y familiar con este municipio. Fue entonces cuando vi lo de Matías Rodríguez Barajas y me propuse investigar su historia», comenta Torres.

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«Las investigaciones de este tipo son largas, laboriosas, hay momentos de mucha euforia y otras épocas en las que no encuentras ningún documento o hilo de donde tirar para reconstruir la historia. La investigación de Matías sigue abierta; aún quedan muchas cosas por saber». Entre los datos aún desconocidos destaca el papel de Matías durante la Guerra Civil de España y, lo más importante, un retrato para poner cara a este vecino de Castronuño que la próxima primavera contará con un 'stolpersteine' (palabra alemana que designa una piedra que conmemora a las personas que fueron deportadas y asesinadas por los nacionalsocialistas), que el Ayuntamiento ha solicitado a la Fundación Gunter Demnig, para recordar que Matías fue asesinado en 1941 en Gusen, un subcampo de concentración dependiente de Mauthausen.

En su memoria

Los 'stolpersteine' son unos pequeños cubos de hormigón de diez centímetros que se empotran en el suelo y que en su cara visible tienen una placa de latón que lleva grabados los datos de una víctima del Holocausto como Matías. El creador de estas piezas es el artista alemán Gunter Demnig, que puso en marcha esta iniciativa en el año 1995 y desde entonces ha colocado por todo el mundo más de 75.000 adoquines. Según explicó el alcalde de Castronuño, Enrique Seoane, la intención de la Administración local es colocar la piedra en las proximidades del Ayuntamiento, ya que «tenemos constancia de que Matías vivía en la calle Real de Castronuño, pero no sabemos con exactitud el número, por lo que nuestra opción es la de colocar el adoquín en una zona visible para todos». Además de esta obra, desde el Ayuntamiento se quiere una publicación con toda la información que hasta el momento se tiene sobre la vida de este vecino que fue el prisionero 3523 de Mauthausen.

Según los datos proporcionados por Torres, Matías Rodríguez Barajas nació el 24 de febrero de 1903. Fue movilizado por el ejército republicano durante la Guerra Civil y al finalizar se internó en Francia. Fue detenido por la Gestapo y encarcelado en el Stalag XII D Trèves, en Alemania. En enero de 1941 fue obligado, junto a otros 775 republicanos españoles, a subir a un convoy con destino al campo de exterminio de Mauthausen, en Austria. Veintiocho días después fue desplazado al subcampo de Gusen, donde estuvo como prisionero hasta el 11 de noviembre de ese mismo año, día en el que falleció, según los documentos de los nazis, por una insuficiencia mitral. Tres días después fue incinerado en uno de los hornos crematorios del campo de concentración.

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El trabajo de la memorialista también determina que Matías se quedó huérfano de padre antes de cumplir ocho años, y su madre, Isabel, decidió emigrar como ama de llaves a un hotel situado en la ciudad mexicana de Tampico, con su hija pequeña, Consuelo. Matías se quedó al cuidado de sus abuelos y con 19 años se trasladó a vivir a la ciudad gallega de La Coruña, en la que trabajó como tipógrafo y en la que se casó con Mercedes Franqueira Costa. En 1933 nació su único hijo en común, Mario.

Tras la desaparición de Matías, su mujer intentó obtener algún tipo de información sobre el estado en el que se encontraba su marido en el campo de concentración como reflejan las cartas que envió a la presidencia de la Cruz Roja Alemana en Berlín. No fue hasta junio 1942 cuando Mercedes conoció la muerte de su marido. Años después rehizo su vida y dio a luz a su segunda hija.

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El hijo de Matías y Mercedes, Mario, decidió emprender su vida en Canadá, donde se casó y tuvo tres hijos: Mario, Suso y Agustí. Mario falleció en el 2008 y, gracias a la bilbaína de raíces castronuñeras Izaskun Fernández, hace pocos meses localizó a los descendientes directos de Matías. Fernández, que reside desde hace algo más de una década en Toronto, tiró de listín telefónico por Internet y consiguió hablar con uno de sus nietos, al que «la historia les parecía completamente desconocida. Me dio la sensación de que no sabían nada al respecto. Imagino que fue un 'shock'».

Por el momento, los nietos de Matías no han dado señales. Los que sí que están al tanto de la historia son algunos familiares de segundo y tercer grado que residen en Castronuño, como es el caso Ángela Baraja, cuyo abuelo era hermano de la madre de Matías. Para esta mujer y su hija, Rosana Gómez Baraja, descubrir el fin de Matías ha sido toda una sorpresa, como asegura Ángela, que tiene recuerdos vagos sobre cómo la madre de Matías enviaba dinero, telas y otros materiales a sus familiares en España. Ambas esperan poder poner rostro a Matías y «hacerle un homenaje como corresponde ya que su fin fue horrible».

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