Carmen Eguren: «Los 100 no se cumplen todos los días»

Nació en Guetxo (Vizcaya). Allí pasó los mejores años de su infancia y juventud. Fue la cuarta de una familia de cinco hermanos, cuyo padre fue un excelente marino y su madre una esmerada hortelana. En Guetxo se casó con José María, cuya salud se resintió por la humedad del clima del Cantábrico. «Los médicos le recomendaron venirse a Valladolid, ya que el clima es mucho más seco. Llegamos con nuestros tres hijos hace más de 60 años y aquí hemos hecho nuestra vida», relata esta entrañable centenaria.

Entre José María, que era oficial del ferrocarril y Carmen, que se preocupó, por encima de todo, de la educación de sus hijos, hicieron de la capital del Pisuerga su hogar. «Siempre he echado de menos Guetxo, pero Valladolid me encanta. Todavía recuerdo cuando vi por primera vez el Santuario de la Gran Promesa. Me pareció una gran catedral. Soy devotísima al Sagrado Corazón de Jesús y al Padre Hoyos. No hay nada que se pueda comparar con esa devoción», dice emocionada.

El jueves, toda su familia, que siempre está muy pendiente de ella, acudió para verla soplar las velas de la tarta. «Mi mayor entretenimiento es hacer el vago», bromea. «Pero no creo que sea eso lo que me ha hecho llegar a centenaria. El secreto está en vivir honestamente y con la fe de que Dios existe y nos guía. 100 años no se cumplen todos los días y yo estoy muy contenta de haber llegado a esta edad», añade.

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En la residencia Carmen se hace querer. Los que la conocen dicen de ella que es «muy participativa, jovial, educada y que se mantiene muy activa», pero sobre todo destacan su enorme sentido del humor. «La gente es muy simpática conmigo y yo me llevo muy bien con todo el mundo. Me encanta que hoy todos me hayan felicitado», concluye.