![Carlos Enrique, el fallecido en Traspinedo, una vida dedicada a su familia y al ciclismo](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/04/26/combotranspi-1714152415847-1200x840.jpg)
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Quienes mejor conocieron a Carlos Enrique Mejía, el vecino de Traspinedo de 53 años fallecido mientras trataba de apagar un incendio en la madrugada de este viernes, coinciden en destacar la bondad de su carácter. Por eso no es de extrañar que al originarse un ... fuego en la parcela contigua a la de su chalet, habitada por una colonia de gatos, fuese el primero en salir a apaciguarlo tras recibir el aviso de su vecino de enfrente, Vasilio, a la espera de que llegaran los Bomberos. Su hija Carla, aún en shock por lo ocurrido, no acaba de comprender qué pudo suceder. Y aunque la hipótesis principal es una fuerte inhalación de humo, los servicios forenses también barajan la posibilidad de que pudiera sufrir un infarto.
Según el relato de la joven, de 28 años, su padre estuvo acompañado por el citado vecino y por su marido, Adrián. Habían conseguido apagar las llamas procedentes de una caseta, en apariencia de madera y uralita y en cuyo interior había una estufa que hacía las veces de chimenea para los felinos, haciendo uso de una manguera. Los tres mantenían una conversación con normalidad, cuando el hombre se desplomó de forma repentina.
A pesar de los intentos de su yerno por reanimarlo, a su llegada los servicios de emergencia no pudieron hacer más que certificar su muerte. Por el momento se desconoce la causa exacta del fallecimiento y según la información que maneja la familia, aunque había inhalado mucho humo, los servicios forenses estudian la posibilidad de que sufriera un infarto.
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La muerte de Carlos Enrique, tan inesperada como dolorosa, deja un gran vacío entre sus familiares y allegados de Valladolid y de Traspinedo, donde residía desde hace aproximadamente siete años. Él hombre, dedicado a la construcción, había edificado una vivienda en la urbanización de Carrapeñalba y durante un tiempo, él y su mujer, Jenifer, estuvieron viviendo a caballo entre ambas localidades.
A la capital pucelana llegó hace dos décadas junto a su hija Carla, que por aquel entonces solo tenía cuatro años. Ambos, naturales de Ecuador, migraban para reagruparse con Jenifer, madre y esposa, que ya residía en la ciudad por trabajo. «Era super trabajador, super buen padre», solloza la joven, que no puede contener las lágrimas al hablar de su progenitor y el amor que éste profesaba por su madre y por su hija de ocho meses, nieta del fallecido: «Me decía, a mi solo me gusta Martina».
Al llegar a Valladolid la familia se instaló en el barrio de Rondilla, donde granjeó buenas y longevas amistades gracias a otra de sus grandes pasiones, junto a su familia y su trabajo, la bicicleta. Carlos fue durante muchos años un asiduo de las rutas semanales por carretera organizadas por el Grupo Ciclista Amistad, aunque también le gustaba surcar los montes. «Era una persona muy agradable, muy querida aquí», cuenta José Antonio Baraja, coordinador del grupo ciclista, que conocía a Carlos hacía aproximadamente diez años.
Vivieron al lado durante las casi dos décadas en las que tuvo su morada en Rondilla y se saludaban cuando se cruzaban con la bici, hasta que el ecuatoriano, no recuerda muy bien cómo, se integró en el grupo. Para José Antonio lo que mejor define su esencia sobre las ruedas era su buen manejo y el empuje que aportaba al grupo durante los desniveles más duros: «Siempre que salía con nosotros llevaba un aparato pequeño y ponía canciones para subir las cuestas».
El fallecimiento ha causado también una gran conmoción en Traspinedo. No han sido pocas las personas que durante las primeras horas de la mañana se han acercado a la urbanización tras conocer la noticia del incendio. Durante la mañana se han sucedido las caras de desconcierto y de tristeza. Especialmente entre aquellos con los que mantenía una estrecha relación. «Era una persona maravillosa, Dios se lleva a las mejores personas», lamenta Sthela, mujer de Vasilio, cuyas casas están separadas por un estrecho camino. Para el matrimonio era «más que un vecino» y un hombre «siempre pendiente» de cuanto pudiera ayudarlos.
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