Capea de alto voltaje la que tuvo lugar la pasada tarde de miércoles en la plaza del Coso de Peñafiel. Tras el concurso de cortes comenzó la capea popular. Se soltó un toro por dentro del ruedo, un colorado que al poco de pisar la ... arena saltó las tablas provocando el caos y la desbandada de la gente que se encontraba en la parte baja de la plaza.
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Este mismo toro y sin tiempo para que la gente se recuperarse del susto, entró y salió del redondel -no dio tiempo a cerrar el portón pues lo hizo de manera inmediata- y otra vez por fuera se llevó por delante a un hombre que precisamente intentaba ponerse a salvo del toro de la forma más práctica, que es saltando hacia adentro de las tablas cuando el toro sale hacia fuera y saltar hacia fuera cuando el toro hace lo contrario.
En eso estaba cuando el novillo salió a la parte exterior del ruedo llevándoselo por delante, afortunadamente sin consecuencias. Se dejó a este toro por fuera y todavía tuvo la oportunidad de dar otro gran susto, en este caso al encargado de abrir las puertas del ruedo. El toro, guiado por los bueyes para ser devuelto a los corrales, estuvo a punto de coger a este trabajador al caer en su misma cara justo en la entrada del ruedo, afortunadamente el toro sólo lo miró un instante, se dio la vuelta y entró en los corrales tras los cabestros. El joven se golpeó en la cara con las tablas al caer produciéndose un pequeño traumatismo.
Siguió en su puesto. Ya en la segunda tanda de suelta de novillos, otro colorado soltado por fuera provocó otro buen susto, ya que introdujo medio cuerpo entre los palos de la empalizada que tiene grada, también situada en la parte baja de la plaza, provocando momentos de mucha tensión y miedo en los espectadores que dese allí seguían el festejo. Algunos incluso fueron ayudados a entrar en los balcones de las viviendas a la que se adosa la empalizada.
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Nada más introducir medio cuerpo y quedar el toro atrapado entre dos palos la gente le echó mano para que no siguiera intentando colarse totalmente. Finalmente, tras el trabajo de estos improvisados voluntarios, el astado desistió y reculó, dio marcha atrás y consiguió liberarse y continuar por donde debía. Fueron unos momentos de infarto, sin duda. Para aliviar la tensión acumulada finalizó la capea con la suelta de dos vaquillas.
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