Valladolid
Campanilla, una mano amiga para que los niños con cáncer hospitalizados se sientan como en casaValladolid
Campanilla, una mano amiga para que los niños con cáncer hospitalizados se sientan como en casaEl cáncer infantil es una de las enfermedades más devastadoras. Una batalla inesperada que altera la vida de los más pequeños y sus familias, obligándoles a enfrentar desafíos médicos y emocionales en su lucha diaria. Cada diagnóstico abre un camino de incertidumbre y retos que ... tanto los más pequeños como sus seres queridos deben enfrentar. «Lo que necesitas en ese momento, sobre todo, es la voz de la experiencia», comenta Laura Curiel, vecina de Tudela de Duero. Cuando su hijo tan solo tenía seis años, le detectaron un linfoma de Hodgkin . «Estaba un poco avanzado porque se lo vieron un poco tarde. Ya había afectado a un pulmón y al hígado», explica.
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El temor sobrecogió a toda la familia. «No hemos pasado tanto miedo como en esta época», asegura. Una angustia que vivieron más intensamente en el momento del diagnóstico. Y un periodo de tiempo en el que, por desgracia, sintieron que la soledad era una más de la familia. «Tanto para bien como para mal, nos pilló la época del covid; entonces en el hospital tan solo podía estar una persona con el niño. También nos vino bien que no solo Pablo llevara mascarilla, sino todo el mundo. Pero lo llevamos un poco solos», relata.
Por suerte, su hijo superó el cáncer y desde hace dos años no tiene ni tratamientos ni ninguna secuela. «Hasta los cinco años no se alcanza la recuperación total. Ahora vamos a revisión cada cuatro meses», señala. Desde el primer momento, Laura Curiel no dudó en colaborar en todo lo que estuviera de su mano para que otros niños como Pablo pasaran una estancia «más agradable» en el hospital. Tras la insistencia de familiares y allegados, en marzo de 2024 formó la Asociación Niños Oncológicos Campanilla, desde la que no solo asesoran a las familias, gracias a su vivencia, sino que también conciencian sobre el cáncer infantil, humanizan las zonas hospitalarias, programan actividades en los centros médicos y cubren económicamente las necesidades de los niños afectados por la enfermedad.
El nombre de la asociación hace referencia a la campana que tocan los niños al finalizar sus tratamientos. «Yo ya he presenciado dos y es lo más bonito que puedes vivir en esta vida», declara Laura. «Cuando Pablo cayó enfermo no era consciente de la cantidad de niños con cáncer que hay. Todos conocemos a alguien de nuestro entorno que ha tenido cáncer, pero nunca niños. Parece que no hay tantos, pero realmente son muchos», expresa. En España se diagnostican cada año 1.500 nuevos casos; en torno a 55 son en Castilla y León y unos 12 en Valladolid.
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Curiel comenta que el cáncer infantil es una enfermedad «con muy poca visibilidad». «En niños es peor que en adultos. Aunque sean más positivos que nosotros, por desgracia no todos lo superan y tienen más posibilidades de recaída que un adulto», indica.
Más de 20.000 euros recaudados
Desde su puesta en marcha, hace unos nueve meses, Campanilla ha estado presente en muchos municipios de la provincia de Valladolid con el objetivo de darse a conocer, de dar voz al cáncer infantil y de recaudar fondos para los niños oncológicos. En este corto periodo de tiempo, la asociación ya ha logrado reunir unos 25.000 euros. «Ahora mismo en las cuentas tenemos 19.000 euros, pero hemos recaudado más porque una parte ya la hemos destinado al Hospital Clínico Universitario», explica la presidenta de este colectivo
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En agosto de este año, Campanilla donó al centro médico de la capital una silla de ruedas adaptada para el baño, otra de traslado y varias consolas de videojuegos, que han contribuido a mejorar la estancia de los pequeños pacientes en el hospital. Ahora, su objetivo es crear un cuarto de juegos en la planta oncológica infantil y poner en marcha un servicio de piscología para que un especialista acompañe a los familiares durante este duro proceso. «Queremos hacer muchas más cosas, pero hay que ir despacio. Ahora mismo tendríamos las cuentas a cero porque lo hubiéramos invertido todo, pero hay que ir poco a poco», manifiesta Curiel.
Su fin no es otro que hacer «una estancia más dulce y humana a los niños». «Aunque el personal se vuelve familia, tanto con los niños como con los familiares, ya que pasan muchísimo tiempo allí, nos gustaría que lo vean más como una casa que como un hospital», indica Laura Curiel. Si bien son conscientes de que su proyecto a largo plazo «es complicado», debido al espacio del que se dispone, a la entidad le gustaría que la zona de oncología del Clínico de Valladolid tuviera un ala infantil.
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Mayoritariamente, la ayuda que se presta llega a los pacientes a través de los eventos benéficos «bonitos, divertidos y alegres» en los que participa Campanilla. El primero de ellos tuvo lugar en Tudela de Duero, lugar que ha visto crecer a Laura y a Pablo. Pero además de repetir en numerosas ocasiones en su localidad natal, también han recorrido otras como Renedo de Esgueva, Laguna de Duero La Pedraja de Portillo, Traspinedo, La Cistérniga, Villabáñez, La Santa Espina e incluso Ponferrada.
Campanilla estuvo presente en la IV Concentración Motera Fogatos de Tudela de Duero, del 25 al 27 de octubre; en una gala benéfica en Íscar el pasado 26 de octubre; en Laguna de Duero el 28 de noviembre, en la actuación de Álex Clavero y en el Zaratán Cup, este fin de semana. Además, la Hermandad Rociera de Medina del Campo destinó los fondos de su cena benéfica del 16 de noviembre a esta entidad. De cara a 2025, la asociación ya tiene varias citas concertadas. Entre ellas, una gala solidaria en el Teatro Zorrilla el 7 de enero, organizada por Tamayo Agencia y el Festival Benéfico de Tierra de Pinares Xellos Rock, en el mes de junio en Aldeamayor de San Martín.
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«Nosotros hemos ido llamando a puertas, pero es verdad que ya están llamando a la nuestra, algo que nos parecía imposible de conseguir al principio», relata Curiel. Lo que tampoco se imaginaban es que el cómico vallisoletano J.J. Vaquero apadrinara la asociación. «Me dijo que le daba miedo no estar a la altura», destaca la presidenta.
Un diagnóstico que cambia la vida por completo
Recibir la noticia de que un ser querido tiene cáncer suele cambiar el rumbo de una familia para siempre. «Con lo único que he sufrido es a costa de la salud de mi hijo, pero me ha cambiado la vida totalmente. Me ha enseñado a disfrutar de las pequeñas cosas y a sacar lo bueno de lo malo», afirma Laura Curiel. «Los niños son súper positivos y cuando peor lo están pasando ellos, más pendientes están de cómo se encuentran sus padres. Son muy generosos y no pierden la sonrisa», añade.
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Es una lección de vida «monumental», que no solo ha vivido a través de la experiencia de Pablo, sino también de los demás niños con cáncer que han ayudado en Campanilla. Aunque en el Hospital Clínico todos los pacientes han recibido el apoyo de la asociación, al margen del centro han logrado ayudar a otros tres niños con necesidades. Y es que Campanilla mantiene, además, un convenio con un equipo de psicología y una clínica de psicoterapia.
Por ahora, Campanilla cuenta con una treintena de socios. Pero, su presidenta, ha alzado la voz para solicitar más apoyo. «Tenemos una cuantía estipulada, pero también la hay libre. Incluso puedes hacerte socio sin cuantía económica», menciona. Aumentar el número de integrantes contribuye a continuar con este bonito proyecto y a seguir ayudando a los centenares de niños oncológicos que hay en Valladolid.
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