Nicolás Gimeno, vecino de Piña de Esgueva, sujeta la talla de madera que hallaron los Bomberos al retirar un nido en la ermita. Rodrigo Ucero

El 'cabezón' de Piña de Esgueva presidirá el centro cultural

El Ayuntamiento colocará la talla de madera que hallaron los bomberos al retirar un nido en el interior de la ermita donde apareció, hoy sin uso y que será transformada en espacio multiusos

Eva Esteban

Piña de Esgueva

Miércoles, 10 de noviembre 2021, 06:39

Apareció hace dos semanas oculta bajo una tonelada de palos y ramas y desde entonces ha centrado toda conversación en Piña de Esgueva –318 vecinos en 2020, según el INE–. No se habla de otra cosa más que de la talla de madera que ... a finales de octubre hallaron los Bomberos de la Diputación de Valladolid (acudieron los profesionales del parque de Arroyo de la Encomienda) al retirar un nido de unos mil kilos de la ermita de San Pedro. «Ha sido todo un acontecimiento», reconoce el alcalde, Jorge Juan Rodríguez, al tiempo que sujeta con fuerza –no vaya a ser que ocurra una desgracia– el busto, de unos veinte centímetros de altura y un peso que rondará los dos kilos. «Me llamó ayer –en referencia al lunes– la nieta para preguntar, que lo había leído en el periódico y Piña se hacía famosa», interrumpe un vecino, a paso ligero, mientras da su paseo matutino.

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Cómo llegó hasta la espadaña del templo –datado del siglo XVI–, cerrado al culto desde hace décadas, que está además pendiente de una rehabilitación, es una incógnita. Desconocen qué hacía ahí escondido el «cabezón», como le denominan de un modo cariñoso, aunque son muchos los vecinos que aseguran que sí conocían su existencia desde antes de que el servicio provincial de extinción de incendios lo 'rescatara'. Ni tan siquiera en el Arzobispado, que ha cedido al Ayuntamiento los 'derechos', tenían idea de la historia cuando el alcalde les llamó para informarles.

«Muy bien no sabemos qué es. No sabemos si es algo relativo al culto o simplemente alguien en la construcción dijo: 'Pues a mí me gusta la talla, vamos a ponerla', pero sí que hay gente que nos ha dicho que sí sabía que estaba allí arriba», sostiene el regidor, al tiempo que anticipa que será en esa misma ermita, cuando se someta a la pertinente restauración para ser reconvertida en centro de convivencia, donde «seguramente» se ubique el busto. Su idea es que sea el gran atractivo del espacio. «No sé si se va a poder limpiar o hacerla algo, pero la intención es que se quede ahí para que la vean todos los vecinos cuando vayan», añade.

Varios vecinos afirman que la figura estaba anclada a la espadaña del templo y el gran tamaño del nido la tapó

Saben (o intuyen) en Piña que su valor «no será muy alto». Creen que de haber sido así no hubiera estado tantos años a la intemperie, a merced de los contrastes climáticos. «La única información verídica que tenemos es del Arzobispado y no creen que tenga un valor relevante», apunta Rodríguez, al tiempo que dice, contundente, que su precio les «da igual». «Como si es policromada o como está ahora. A mí me gusta mucho y al pueblo también, con eso es suficiente», sentencia.

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Uno de los que recuerda haber visto «desde siempre» el busto enclavado a lo alto del templo de San Pedro es Nicolás Gimeno. Su teoría es que dejó de verse a pie de calle a medida que el nido de cigüeñas ganaba grosor. «Hace muchísimos años se veía, luego ya el nido lo ha ido tapando, pero yo tengo el recuerdo de que estaba la cabeza ahí clavada», cuenta.

Lo cierto es que la imagen tiene, en la parte trasera, un grueso clavo de unos diez centímetros de largo que podría haber ejercido como método de sujeción y fijación en la estructura. «Pues mira que jugaba de crío al fútbol justo debajo de la ermita y no recuerdo nada de nada, estaríamos pendientes de la pelota», afirma Florentino Rodríguez –89 años, camisa de cuadros, pantalón de chándal, gorra amarillenta de Correos y garrota en mano–.

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Quien más, quien menos, ha oído hablar del «famoso» busto. Con las ganas de ir a 'conocerlo' al Ayuntamiento, donde aguardará hasta que se traslade a su nuevo y definitivo hogar, se ha quedado, por el momento, Mari Carmen Rodríguez. «Solo lo conozco por foto y no dejo de mirarla. Meto el 'zoom' para ampliarla y la verdad es que está muy bien conservada para la tanda de años que tiene, desde abajo no se veía tan perfecta», admite esta piñera.

Despierta «mucha curiosidad»

Revela que, en su caso, lleva viendo la talla anclada a la espadaña «toda la vida justo encima del hueco». «Últimamente no sé si es porque no me fijaba o porque lo tapaba el nido, pero es cierto que no tengo mucho recuerdo de ella», subraya Rodríguez.

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Sea como fuere, ha sido el tema recurrente, el «éxito» de toda charla en la localidad vallisoletana. «Ha sido un acontecimiento, todos los clientes que vienen me lo comentan; es una cosa curiosísima y graciosísima que no te esperas», incide Julia García, que regenta la farmacia del pueblo. Justo cuando los bomberos bajaron el busto, ella estaba en el Ayuntamiento haciendo unas gestiones. No se podía creer lo que el alguacil –que fue quien apareció con él– les estaba contando. «Vino, me lo enseñó y me eché a reír, es algo que no te esperas», comenta. También ha sido el tema estrella en la carnicería de Carmelo Hernández. «Me lo han comentado las vecinas, sino ni me entero», indica, mientras estima que la pieza «no tiene mucho valor porque la hubieran quitado cuando la ermita dejó de ser de culto».

Ha despertado tanto interés que los empleados municipales que custodian la figura aseguran que el goteo de vecinos que se han acercado hasta el Consistorio para verla de cerca ha sido constante. «Ha venido mucho curioso, pero todos de aquí, no creo que esto despierte mucho interés a la gente de fuera», concluye Jorge Juan Rodríguez.

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