El buitre leonado ha encontrado una nueva forma de alimentarse en la provincia de Valladolid. En los últimos días, una gran bandada de buitres se ha dejado ver por una explotación porcina de la localidad vallisoletana de Viloria, llegando incluso a abrir los contenedores ... donde se depositan los cadáveres de estos cerdos -para posteriormente ser incinerados- y devorarlos.
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Su alimentación -necrófaga-, no es tan fácil de conseguir, especialmente desde que los muladares, espacios diseminados por el campo donde ganaderos depositaban los cadáveres de sus animales para alimento de los carroñeros, se han limitado, tras la enfermedad de las vacas locas, a las explotaciones extensivas y siempre que estas no sean de vacuno.
Desde hace unas dos décadas es más común de lo habitual verlos sobrevolar o anidar en distintos puntos de la provincia, especialmente al este, provenientes de cortados segovianos próximos. Lo que sí llama la atención es la capacidad para adaptarse al medio, como se puede comprobar en las inmediaciones de municipios como Viloria, Peñafiel y algún punto del valle del Esgueva o el Jaramiel.
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La normativa en el tratamiento de residuos y de cadáveres de animales estipula que hay que destruirlos en una planta incineradora. Hasta que el camión que recorre las granjas recoge los cuerpos, estos se depositan en contenedores, en el exterior de las explotaciones, correctamente vallados y delimitados. Y es allí donde estas grandes aves, que alcanzan los dos metros de envergadura de punta a punta de ala, han aguzado su ingenio y aplicado su habilidad y gran fuerza para hacerse con el preciado botín que atesoran esos depósitos. Son capaces de abrir sus tapas, arrancarlas y derribar el contenedor para lograr su objetivo.
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«Es muy típico en todas las explotaciones ganaderas de lugares como, por ejemplo, Monte Alto según se desciende hacia el Jaramiel, donde los ves posados en los robles próximos a una marranera donde también a veces dejan ahí las jaulas y se lo comen. En Canalejas de Peñafiel se da el mismo caso; y Piña de Esgueva también es un sitio en el que los buitres encuentran comida», aseguran agentes medioambientales consultados.
«Los animales que dejan ahí son para llevarlos a destruir por incineración, en contenedores que están afuera de la explotación. La misión que tienen es ser recogidos, pero los buitres se han aprendido la historia y con el pico levantan y se lo comen», añaden. En relación a cuestiones normativas y sanitarias, estos expertos del medio natural señalan que no supone ningún problema. «En las explotaciones intensivas el protocolo de sanidad indica que hay que destruir los cadáveres, pero no hay ningún problema en que se lo coman porque, en este caso, además, son necrófagos. Solo lo comen ellos y alguna vez los lobos también», aseveran.
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En Piña de Esgueva y Valdearcos de la Vega hubo dos muladares, que dejaron de utilizarse «por el tema sanitario, por lo de las vacas locas, y porque estaban a menos de dos kilómetros y medio del pueblo». Ahora, estos espacios «están permitidos solamente para explotaciones extensivas si son propiedad de los dueños, como, por ejemplo, de alguien que tenga ovejas. Ese sí puede tirar sus cadáveres en su propiedad. De vacuno no, el vacuno a incinerar siempre».
En este sentido, los agentes medioambientales explican que «el tipo de buitre que habita en la zona este es el buitre leonado, aunque alguna vez aparece también buitre negro». El territorio donde el leonado es ya habitual, tras dos décadas anidando, son los cortados de Peñafiel, localizados en Bocos de Duero, Molpeceres o en el valle del Botijas, es decir, de Mélida a Castrillo de Duero. Es probable que los buitres llegasen procedentes de las Hoces del Duratón o del Riaza, parajes segovianos relativamente próximos a la comarca peñafielense. «Todos los años se hace un censo de nidos, desde hace 14 años. Se les hace un seguimiento. Este año se han contabilizado 70 nidos, y el porcentaje de pollos se eleva al 75%», agregan estas mismas fuentes.
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Y aunque su presencia, que no anidamiento, en el entorno de Viloria o Torrescárcela es más reciente -allí acuden a granjas de porcino para devorar cerdos muertos depositados en contenedores-, la destacada presencia del buitre leonado forma parte ya del paisaje. El alcalde de Viloria, Francisco Javier Fernández, explica que «es algo que no se ha visto nunca, es un fenómeno reciente». Cree que la procedencia de los buitres «son las Hoces del Duratón o del Riaza, y, aunque aquí no anidan, al menos no me consta, es rara la semana que no se vean por aquí». «Estos animales suelen anidar en cortados, en las rocas, y aquí no hay zonas rocosas ni cortados de ese tipo. Los valles son muy abiertos, con laderas muy tendidas y la mayoría están cultivadas o están plantadas con pinos u otros árboles».
La explotación porcina de Viloria que visitan «está a pie de la carretera, los contenedores están más cerca aún, por lo que se les ve perfectamente en tierra, y alguna vez incluso en la carretera. Aunque puedan estar bien vallados, con las tapas colocadas, los buitres son capaces de volcar las vallas y el contenedor para abrirle, incluso con bastante peso, dependiendo del número de animales que haya en ellos depositados», explica. En unas naves de pollos que había entre Viloria y El Henar «también se les veía en los tejados posados o apoyados en el suelo».
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Asimismo, el regidor señala que «no ha habido nunca ningún problema. Esto está vigilado por los propios agentes medioambientales y supongo que también por los veterinarios de las granjas». «La gente ya está acostumbrada. Al principio chocaba por lo cerca que estaban de las personas y generaban cierta inquietud, pero ahora eso ya se ha normalizado. Al lado del casco urbano hay una nave de porcino y también se les puede ver muy cerca. Y por la zona de Torrescárcela la gente sale a pasear y los animales también se han acostumbrado al ser humano, a la cercanía con las personas. Puedes pasar a ocho o diez metros de ellos; y con el coche, en alguna ocasión, han tenido que parar porque se quedan allí, en medio de la carretera», concluye Fernández.
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