El Belén Viviente de Laguna de Duero celebra su vigésima cuarta edición con la primera actuación de las seis que ofrecerán durante estas fechas navideñas. Más de 2.000 horas de trabajo, entre montaje, confección de trajes, ensayos y puesta a punto se ... esconden tras una de las tradiciones más espectaculares y llamativas del municipio. Son muchas las piezas que encajan a la perfección para que la función sea todo un éxito. Desde vestuario y montaje, que empiezan varias horas antes, hasta los técnicos de sonido e iluminación, pasando por los ganaderos y los reposteros que elaboran chocolate, rosquillas y churros.
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Puntuales a las 18:00 horas de la tarde, el equipo de vestuario comenzaba a repartir los trajes en el salón principal del Centro Cívico El Cascajo. Hasta allí llegaban pastores, habitantes del pueblo, vendedores, artesanos y personajes principales como San José, la Virgen María, los Reyes Magos de Oriente o Herodes. «Quizá el que más tarde es Baltasar y su paje real por el maquillaje que lleva consigo», comentan desde la organización del Belén Viviente de Laguna. Quién da vida a San José durante esta función, Juan Manuel Para, confiesa que «lo más fácil es la conexión que tenemos todos los personajes de la representación entre nosotros. Nos ayudamos mucho los unos a los otros».
San José juega un papel clave en la representación, pues es quien maneja el burro que traslada a María hasta el portal de Belén. «Es el segundo año que repito en el papel de San José. Ya tengo controlado el paseo del burro, aunque obviamente es un animal, pero nos llevamos bien. Sus ganaderos lo cuidan perfectamente y es uno más entre nosotros», explica Juan Manuel Para. Por su parte, los Reyes Magos de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, confiesan que «nuestras capas pesan muchísimo, pero dan mucho calor. No hay mal que por bien no venga».
Quienes también forman parte indispensable del Belén Viviente en Laguna de Duero son las voluntarias que fríen rosquillas tradicionales con azúcar y canela que «al finalizar la representación damos al público y a todo el que quiera». Su labor comienza unas dos horas antes de que de comienzo la función. «Hacemos 15 kilos de rosquillas cada vez que actuamos. La receta tiene su secreto pero la forma de freírlas es la tradicional con aceite y vuelta y vuelta», confiesa mientras terminan de preparas la últimas.
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«¡Todos a sus puestos!», gritan. Y da comienzo la música del Belén Viviente de Laguna de Duero. La niebla densa y espesa añade una mayor dosis de realismo al pueblo instalado en la pista exterior del Cascajo que con todo lujo de detalle -con un puente, un río, posada, palacio de Herodes, portal de Belén y oficios como carnicería, pescadería, zapatería o panadería- recibe a los habitantes y vendedores. Su papel es sencillo y primordial: dar vida al pueblo «mientras se celebra la representación».
Mientras que unos compran verduras, los otros esperan su turno en la panadería y algunos otros ocupan el puesto de vendedores ambulantes portando un carro con especies, telas o incluso carne. A todo esto, la narradora de la historia comienza a hablar. Las escenas se suceden, una detrás de otra, como si de actores profesionales se tratase. Pero no, son los miembros de la Asociación Cultural del Belén Viviente de Laguna de Duero, que año tras año llenan de vida el municipio con sus representaciones.
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Todos los detalles se cuidan a la perfección. Aquí nadie va con las uñas pintadas, tampoco con un maquillaje excesivo. No hay móviles ni cámaras dentro de la representación y todo el mundo interpreta su papel como en una película. Al otro lado, en la grada, centenares de personas disfrutan del espectáculo y «aunque siempre hay fallos, lo importante es que no se noten». Llega el final y tras él el público degusta las rosquillas tradicionales elaboradas en la panadería y se acerca al decorado del Belén Viviente que ofrecerá nuevas representaciones el 29 de diciembre a las 19:00 horas, el 4 de enero a las 19:30 horas y el 6 de enero a las 19:00 horas y las infantiles, que será el 28 y 29 de diciembre a las 19:00 y 13:00 horas respectivamente.
Vestuario y montaje
Son más de 150 trajes confeccionados a lo largo de estos 24 años. «Actualmente disponemos de unos 170 trajes completos, muchos de lo que denominamos pueblo o habitantes, que son túnicas en su mayoría, y luego los especiales que son los de los Reyes Magos, pajes, Virgen María, San José, Herodes y soldados. Los especiales pesan muchos son capas de telas pesadas las de los Reyes Magos, por ejemplo», puntualiza Mari Carmen Rodríguez, que junto con su compañera modista, se encarga de la parte del vestuario. «Tenemos una modista que confecciona trajes nuevos todos los años. Este año tenemos dos nuevos de soldado y otros ocho o nueve para el pueblo, con túnicas diferentes», detalla.
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Piedras originales del Real Colegio de los Escoceses, con vigas y prensas, forman parte de la escena global del Belén Viviente. «Tenemos hasta una estructura de dos niveles con una escalera exterior para subir a la segunda posada», confiesa Antolín Fernández. Además, el Belén Viviente de Laguna ofrece incluso comida elaborada en la propia escena: «Tenemos rosquillas hechas al momento, para que salgan recién hechas cuando termine la presentación y la gente pueda probarlas. También caldo, chocolate y churros».
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