Laguna de Duero tiene un nuevo pueblo entre sus calles. Al menos lo que será un nuevo pueblo los días navideños. El Belén Viviente de Laguna de Duero, que cumple 24 años esta edición, comienza a coger forma en el Polideportivo de El Cascajo. ... El Palacio de Herodes, el portal de Belén, la posada, los oficios y comercios de la época, las cuadras y otros emplazamientos comienzan a levantarse para lo que será el escenario y la escena del Belén Viviente en Laguna de Duero. Más de 2.000 horas de trabajo, entre montaje, confección de trajes, ensayos y puesta a punto se esconden tras una de las tradiciones más espectaculares y llamativas del municipio.
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Aunque las representaciones de este año se celebrarán el 25 y 29 de diciembre a las 19:00 horas, el 4 de enero a las 19:30 horas y el 6 de enero a las 19:00 horas -las infantiles será el 28 y 29 de diciembre a las 19:00 y 13:00 horas respectivamente y la de cabalgata y adoración el 5 de enero- la preparación comienza meses antes. «Empezamos a ensayar a partir del puente de los Santos y a mediados de noviembre comenzamos a traer toda la decoración al Cascajo. Los trajes de vestuario están todo el año aquí porque no ceden un espacio en el Centro Cívico para poder guardarlo», señala Antolín Fernández, representante de la Junta Directiva del Belén Viviente.
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Son más de 150 trajes confeccionados a lo largo de estos 24 años. «Actualmente disponemos de unos 170 trajes completos, muchos de lo que denominamos pueblo, que son túnicas en su mayoría, y luego los especiales que son los de los Reyes Magos, pajes, Virgen María, San José, Herodes y soldados. Los especiales pesan muchos son capas de telas pesadas las de los Reyes Magos, por ejemplo», puntualiza Mari Carmen Rodríguez, que junto con su compañera modista, se encarga de la parte del vestuario. «Tenemos una modista que confecciona trajes nuevos todos los años. Este año estamos trabajando en dos nuevos de soldado y otros ocho o nueve para el pueblo, con túnicas», detalla.
Hace unos años el equipo de vestuario tomó la iniciativa de elaborar un book con fotografías y medidas de todos los trajes disponibles para facilitar la tarea de asignación de vestuario. «Somos muchos y los niños crecen, unos adelgazan, los otros engordan un poco y así lo tenemos todo controlado. Antes había que venir y buscar y estar probando unos u otros. Como los trajes rotan prácticamente todos los años pues tenemos varios trajes de San José, más grandes y más pequeños, y así con todos los personajes», argumenta Mari Carmen Rodríguez.
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El Polideportivo de El Cascajo ya comienza a coger forma de pueblo. Decenas de estructuras de madera «que aún están desnudas» ocupan prácticamente la mitad de la pista exterior del Cascajo. «Movemos lo que es la decoración unas semanas antes porque hay que ir montando todo. Tenemos un río, un puente, diversas estructuras para los oficios, la cuadra del burro, el portal de Belén, el Palacio de Herodes, una posada...», explica Antolín Fernández, quien añade: «Durante el año guardamos el decorado en cuatro sitios que nos cede el Ayuntamiento de Laguna de Duero y en una nave particular».
Piedras originales del Real Colegio de los Escoceses, con vigas y prensas, forman parte de la escena global del Belén Viviente. «Tenemos hasta una estructura de dos niveles con una escalera exterior para subir a la segunda posada», confiesa Antolín Fernández. Además, el Belén Viviente de Laguna ofrece incluso comida elaborada en la propia escena: «Tenemos rosquillas hechas al momento, para que salgan recién hechas cuando termine la presentación y la gente pueda probarlas».
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Muchos de los objetos, estructuras y montajes con vigas han sido ejecutadas por Lorenzo Duque, que falleció hace unos años. «El torno del barro, un carro que tenemos, la maquina de hacer chorizos, muchos objetos son de Lorenzo Duque. Y las dos pinturas de las puertas de entrada son de Luis Santisteban que es artista local», presume orgullo Antolín Fernández, representante de la Junta Directiva del Belén Viviente.
Los ensayos comienzan también a partir del mes de noviembre. «Normalmente los papeles van rotando y hacemos cada vez uno de uno. Yo este año por ejemplo soy uno de los San José que participan en todas las representaciones que hacemos», explica Juan Manuel Para. El papel de San José tiene una dificultad añadida a la interpretación y el texto: el manejo del burro. «Tenemos un burro real durante la representación y claro yo se donde me quiero parar en la escena pero explicárselo al burro es más complicado. Formamos un equipo y todo sale bien», puntualiza Juan Manuel Para.
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Uno de los momentos más emotivos y significativos de la celebración ocurre tanto al inicio como al final de la misma. «Somos como una pequeña gran familia y disfrutamos de todo el proceso juntos. Antes de salir a escena cuando estamos vistiéndonos tomamos chocolate caliente o caldo y al terminar nos quedamos haciéndonos fotos con la gente y disfrutando en presencia de todo el pueblo», finaliza Mari Carmen Rodríguez.
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