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El pantano de la Santa Espina, un oasis en medio de la pandemia del coronavirus
Cada fin de semana recibe a cientos de visitantes de un turismo familiar, lo que ha llevado a la Oficina de Turismo a contratar a una guía más
Un atractivo oasis en el centro de las restricciones y limitaciones de la pandemia es lo que está suponiendo el pantano de La Santa Espina ... para los cientos de personas que cada fin de semana se acercan a este entono de grandes cualidades medioambientales en busca de espacios abiertos de grandes distancias sociales. Desde poco antes del pasado verano, el número de visitas al embalse y a la localidad han ido poco a poco aumentado de forma sustancial, en una afluencia que no ha cesado a pesar de las restricciones de movilidad.
Para el alcalde de la localidad, Luis Miguel Puerta, «las limitaciones han hecho que muchas personas estén descubriendo el entorno natural de La Santa Espina para un turismo familiar, en un espacio cómodo, tranquilo y seguro». Algo en lo que están de acuerdo en manifestar muchas de las familias que se acercan con sus hijos. Aunque el regidor manifestó su orgullo por la gran cantidad de visitantes, pues «es algo en los que estábamos luchando desde hace tiempo», también alentó a que haya un respeto tanto al medio natural como a las infraestructuras.
La cercanía con Valladolid tiene también que ver con la gran afluencia de personas, reflejada solo en la Oficina de Turismo con más del doble de visitas e informaciones de octubre a febrero, respecto al año pasado, pasando de 3.000 a más de 6.000, teniendo en cuenta el dato importante de que son grupos reducidos, ya que no se están recibiendo a colectivos, asociaciones, colegios o agencias de viajes.
Este incremento ha hecho que la Oficina de Turismo tenga que reforzar su atención con una guía más, que se suma a la técnica que se encuentra de forma permanente, Rosalía Espinilla, quien explicó que «la solicitud masiva de información durante la semana, con el teléfono que no para de sonar y las visitas al monasterio que se completan el jueves, hace previsible que sea un fin de semana de gran afluencia». Aunque hay gran variedad de visitantes, Espinilla destaca a los grupos familiares, con algunos que ya conocían el entorno, pero «con otros que se sorprenden por el descubrimiento».

Este embalse en el río Bajoz y otras construcciones complementarias fueron construidos por el Servicio de Concentración Parcelaria en los años 50 para regar las tierras de cultivo del valle. Con el tiempo, y tras varias sequías, ha perdido su finalidad inicial.
En la actualidad es un coto de pesca de tencas y bermejuelas que gestiona la Junta de Castilla y León, donde se dan cita un gran número de especies animales y vegetales, con variedad de árboles y arbustos. Otros lugares especiales son el molino hidráulico o la colonia de abejarrucos, en un lugar escogido por Félix Rodríguez de la Fuente para la grabación del documental de estas aves. Esta Senda del Pantano se completa con el Camino de la Granja, un recorrido circular que discurre en dirección a San Cebrián de Mazote. Recibe su nombre de un edificio de piedra, de época monacal, que se puede visitar en una ruta que discurre por los valles de los ríos Bajoz y Sobravíos.
Monasterio cisterciense
De obligado cumplimiento será también la visita de la mano de los hermanos de La Salle al monasterio cisterciense fundado en el siglo XII que da nombre al pueblo, con sus claustros, la sala capitular, la sacristía, la iglesia con la reliquia de la Santa Espina y la fachada, sin olvidar la bella exposición de mariposas con miles de ejemplares de todo el mundo. Además, también se puede visitar La Casa de la Naturaleza, un museo que pretende mostrar las distintas especies de fauna y flora características de La Santa Espina.
A la hora de reponer fuerzas la localidad ofrece la posibilidad de tomar algo o comprar algún suvenir en el bar del Centro Cultural San Rafael, con amplia terraza, parque infantil y pista polideportiva, antes de degustar las más sabrosas viandas en el bar, restaurante y casa rural El Mesón del Labrador. El gran número de visitantes ayuda a mantener estos negocios, al igual que el de las mieles, según explicó el alcalde.

Además, el Ayuntamiento ha habilitado la gran pradera que flanquea el pueblo con un gran numero de mesas para quien prefiera la comida o merienda campestre, en un espacio en el que hay aparcamiento, una chopera, un pequeño campo de fútbol y una tirolina. Desde La Santa Espina, a pocos kilómetros, la visita puede continuar en Urueña, San Cebrián de Mazote, Castromonte, Torrelobatón o Villagarcía de Campos.
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