«Esta sobrecogedora escultura, una de las mejores creaciones de Gregorio Fernández, es la culminación en su obra de la iconografía del crucificado, que evoluciona desde figuras más rotundas, con anatomías musculosas, a una versión mucho más delicada y cargada de dramatismo». Es parte de ... la descripción de la ficha que, en el Museo Nacional de Escultura, habla del Cristo de la Luz.
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La talla, del año 1630, estrenará en la próxima Semana Santa de Valladolid la restauración de sus andas, que han sido decoradas por el imaginero riosecano Ángel Martín, quien ha tallado para cada lateral dos primorosos relieves con hojas de acanto, presididas en el centro por una metopa con el árbol de la sabiduría, que recuerda el origen de la Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz, que procesiona, desde el Palacio de Santa Cruz, el Cristo de Gregorio Fernández, a hombros, por 24 cofrades, en la mañana del Jueves Santo, y sobre carroza, en la procesión general de la tarde del Viernes Santo.
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Además de la talla de los relieves, el escultor riosecano ha reforzado la fijación del Cristo a las andas, que se ha hecho nueva, aligerando el peso del conjunto en 112 kilos y ganando en estabilidad. Además, se ha renovado el bastidor, que, con unas ruedas, se acopla a la carroza con sistema hidráulico para la procesión general.
Ángel Martín aseguró que es un honor y una gran responsabilidad haber participado en estas andas para el Cristo de la Luz de Gregorio Fernández, «una talla de gran naturalidad e hiperrealismo, al que, sin duda, se suma la emoción y sentimiento de los cofrades que le portan a hombros». Para esta hermandad, el imaginero riosecano ya talló en 2022 la cruz de guía, con hojas de roble, bellotas y los símbolos de la Pasión, con el árbol de la sabiduría en el centro de los dos brazos.
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El alcalde mayor, Francisco Javier Sánchez, que fue vicerrector de la Universidad, recordó que fue su amigo el etnógrafo Joaquín Díaz quien le aconsejó a Ángel Martín como «de total confianza» al querer tener en la cruz de guía «una cosa castellana realizada por un artista de la tierra».
Respecto a las andas, destacó la importancia de aligerar peso, además de sanearlas, ya que tienen unos 30 años. El veterano cofrade, que es Hermano de Honor del Cristo de la Luz, trajo al presente cuando de niño acompañaba a su padre, Pedro Sánchez, catedrático de Universidad, en la procesión al Cristo de la Luz, cuando era Hermandad de Docentes y, cómo después, fue hermano en la refundación a partir de 1993. Con orgullo, recordó el calificativo del Cristo de la Luz como 'La Perla de Gregorio Fernández', como se conoce al mejor crucificado del insigne escultor.
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El imaginero riosecano se siente orgulloso de la decoración de estas andas porque le une de nuevo a Gregorio Fernández, como ya lo hizo cuando realizó, para que procesionara por primera vez y a hombros, las andas del Cristo Yacente (1630) de la Hermandad El Descendimiento y Santo Cristo de la Buena Muerte de Valladolid, que se custodia en la iglesia de San Miguel.
Estas andas le valieron a Ángel Martín que fuera nombrado Cofrade de Honor en 2009 por una hermandad para la que actualmente se encuentra realizando unas andas para la Virgen de la Amargura (Juan Alonso Villabrille y Ron, siglo XVII), también de la iglesia mencionada, de la Capilla de la Buena Muerte, la misma del yacente. El presidente de la hermandad, Francisco Javier Coca, manifestó que «Ángel vive la cofradía». Y aseguró: «Su trabajo nos gustó y nos gusta, es excepcional, es un seguro».
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A sus 63 años, Ángel Martín es un escultor con una importante trayectoria profesional en la que destacan el monumental paso del Santísimo Cristo de la Paz y Misericordia de la Real Hermandad de Jesús Divino Obrero de León, la escultura en bronce 'Homenaje al cofrade' que preside el atrio del Museo de la Semana Santa en Rioseco o una copia de la patrona de Paredes de Navas, la Virgen de Carejas, así como distintas andas para pasos procesionales de Medina de Rioseco, de Valladolid y Segovia. Como últimas obras por reseñar, caben destacar las esculturas de homenaje al peregrino y a la vida rural, en Valverde de Campos, y la que lleva el título de Esperanza, en el parque Duque de Osuna de Rioseco.
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