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Jesús Manuel Argüello ordena la lavanda en el remolque con la tornadera a pleno sol en Tiedra. José C. Castillo

Valladolid

Agricultores en plena ola de calor: agua, paciencia... y vocación

Los profesionales del campo afrontan la cosecha de productos de temporada como los garbanzos y la lavanda con las temperaturas en máximos

Viernes, 9 de agosto 2024, 19:56

Todos coinciden en una cosa: esto les gusta. Mucho, además. Y tal vez por eso afrontan con buen ánimo la faena cuando y como toca. En lo suyo la meteorología manda y el aire libre es su elemento, así que estos días pasan la jornada a pleno sol, sobrellevando como pueden una ola de calor más dura de lo que se había anunciado, que puede llevar los termómetros hasta unos 41 grados de récord este sábado. Profesionales del campo que recogen productos de temporada en la provincia de Valladolid como la lavanda o el garbanzo desvelan su receta para hacer más soportable la labor cuando la canícula aprieta, que se resume en tres ingredientes: mucha agua, paciencia y, precisamente, vocación.

«Este es un oficio muy bonito y muy digno», sentencia convencido Alberto Villaescusa, agricultor, viticultor y concejal de Alaejos, al pie de la cosechadora con la que recoge la legumbre. Lleva subido al tractor desde que tenía 13 años –«eran otros tiempos, y mejores», apostilla– y ha cumplido los 48, por lo que algo de experiencia tiene. Y no le duelen prendas en reconocer que debido a la mecanización su trabajo «cada vez es más cómodo en el campo pero más incómodo en casa, debido a la burocracia y a la pérdida de tiempo por tanto papel cada vez más enrevesado», en referencia a las exigencias crecientes de la UE.

Lo del confort es porque máquinas como la suya tienen un aire acondicionado tan potente que «ni siquiera te das cuenta de la temperatura exterior». Salvo que se rompa algo, claro, en cuyo caso no queda más remedio que bajar al terreno y sudar al sol hasta arreglarlo. De ahí que tome sus «precauciones». Por un lado y en relación a la salud, hidratarse bien para evitar sustos. Por otro, «revisar bien los rodamientos antes de empezar a trabajar o no picar la paja, porque es peligroso» y puede provocar un fuego de proporciones imprevisibles en estas fechas (conviene recordar que Castilla y León está en alerta por riesgo de incendios forestales 9, 10 y 11 de agosto).

Alberto comienza la tarea en torno a las 11.00 de la mañana, hora a la que los garbanzos (en este caso pedrosillanos) ya han perdido la humedad del rocío matinal, y prolonga su quehacer «hasta las doce de la noche o la una». Durante la conversación saca unos pocos de sus vainas, los enseña en la mano e incluso los mastica en crudo, algo que recomienda, y aprovecha para destacar que «es uno de los mejores alimentos, más baratos y más sanos por su buena proteína vegetal».

Picadora y tractor para la siega de la lavanda que manejan Iván Prieto y Manuel Ángel Martín, respectivamente, en Tiedra. Debajo, el agricultor Alberto Villaescusa.
Imagen principal - Picadora y tractor para la siega de la lavanda que manejan Iván Prieto y Manuel Ángel Martín, respectivamente, en Tiedra. Debajo, el agricultor Alberto Villaescusa.
Imagen secundaria 1 - Picadora y tractor para la siega de la lavanda que manejan Iván Prieto y Manuel Ángel Martín, respectivamente, en Tiedra. Debajo, el agricultor Alberto Villaescusa.

Desde la Provenza francesa

Con el cereal de invierno cosechado prácticamente en su totalidad, el campo vallisoletano se prepara para una campaña de la patata óptima –«aparte de la buena calidad que tiene hay mucha más demanda que producto», señala Villaescusa– y por supuesto para la vendimia. Pero antes hay que recoger la lavanda, que tiñe de violeta el término de Tiedra y su entorno. Allí está enclavada Aromáticas del Duero, la empresa del matrimonio que forman Antonio Fonseca y Luz Ruiz, que ha puesto en el mapa a ese pequeño municipio hasta el punto de que National Geographic ha vuelto a incluirlo en sus rutas destacadas de verano.

Para los promotores del centro de interpretación Tiedra de Lavanda, único en su género, esta es una época clave. A las numerosas visitas de los turistas se suma un trajín continuo en la nave, donde no paran de llegar lotes de la preciada flor a la que se le extrae la esencia en la destilería mediante vapor de agua. Hace falta mucha cantidad, porque como relata Luz se necesitan 100 kilos de planta para conseguir sólo uno de su concentrado líquido. En la actualidad estos emprendedores tienen alrededor de 250 hectáreas de las que «en torno a la mitad están cosechadas», según precisa Antonio, que añade que en contra de lo que podría pensarse el bochorno beneficia a este cultivo porque «hace subir la esencia».

El trajín en la nave de Tiedra donde se procesan las flores violetas que han dado fama a la localidad es continuo en esta época

De la recolección se encarga una cuadrilla de operarios que hablan maravillas de su jefe, que tiene a gala intentar que su compañía sea «como una familia». Uno de los más veteranos es Iván Prieto, alistano de Alcañices, que lleva once años con él y llegó a Valladolid huyendo del paro en su comarca. A su cargo tiene una imponente picadora de maíz a la que incorporaron un peine específico traído desde la Provenza –«fui con Antonio a buscarlo a Francia en 2019», indica orgulloso– que llena un remolque cada media hora porque siega los cerros de tres en tres. Lo dice desde la cabina, que dispone de una guantera refrigerada para la bebida y otro compartimento aislado para la comida, que junto a la climatización permiten pasar los rigores estivales sin grandes agobios.

Son unas condiciones similares a las que tiene en el tractor de apoyo otro zamorano de la misma zona, Manuel Ángel Martín. Este joven de 33 años natural de Vivinera asegura que con la puerta cerrada va «fenomenal», y añade que «con ganas de trabajar y paciencia» el calor no es ningún inconveniente. Tampoco lo es para el tercer integrante del turno y el veterano del grupo, a pesar de que a él le toca la dura labor de colocar la lavanda con la tornadera para que entre la mayor cantidad posible. Se trata de Jesús Manuel Argüello, vallisoletano del mismo Tiedra, que aunque reconoce que de tanto en tanto «hay que ponerse a la sombra» por prevención, apunta con buen humor que «después las cervezas saben mucho mejor».

Sandías y melones por afición

Hay personas con ocupaciones laborales muy distintas a las agrarias, pero que sin embargo encuentran en la azada un grato entretenimiento. Es el caso de Luis Miguel González, un vecino de Siete Iglesias de Trabancos que, no conforme con atender un huerto en su pueblo con las hortalizas más apetecibles, ha sembrado melones y sandías en una de sus tierras. «Es el primer año que los pongo», explica satisfecho mientras los riega a mano poco a poco, garrafa a garrafa, cuando el reloj ronda la una de la tarde. «Normalmente vengo a primera hora de la mañana o a última de la tarde, para esquivar el calor, pero hoy no he podido», justifica.

Luis Miguel González regando los melones y sandías que cultiva por afición. J. C. C.

En la furgoneta, junto al agua para sus vegetales, lleva «una botella fría» para él que complementa con un sombrero de paja, «y con eso, suficiente». Luis Miguel mima las frutas que consumirán los suyos en casa y se nota en el resultado, puesto que tienen una pinta estupenda de la que también se han percatado unos pequeños roedores que no estaban convidados a la mesa. «Algunas me las han comido los topillos, hay una plaga de topillos aquí tremenda», expresa con disgusto. Ahora que está de vacaciones tiene más fácil disfrutar de su afición, que define como «un hobby caro, porque solo el tiempo que lleva...». Lo dicho, pura vocación.

Recolección de la lavanda de Aromáticos del Duero en el término municipal de Tiedra. J. C. C.

«Ya no trillamos, ni estamos con las mulas, pero aún quedan muchas labores manuales»

Blas Donis. Brágimo

La organización agraria UPA ha difundido un díptico con consejos de prevención de riesgos laborales en explotaciones agropecuarias que pone el acento en el calor. Se trata de recomendaciones que no por conocidas son menos importantes: evitar la exposición prolongada al sol y las horas de mayor temperatura, beber agua con frecuencia, usar crema protectora, realizar tareas variadas, hacer descansos a la sombra y llevar ropa acorde a las condiciones climáticas. Una publicación pertinente porque, como manifiesta el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos en Palencia, Blas Donis, «ya no trillamos, ni estamos con las mulas, pero aún quedan muchas labores manuales, como por ejemplo lo relacionado con el riego». A esto se suma que «en el sector tenemos una edad avanzada» y que «nuestros cuerpos no están tan adaptados como antes a las altas temperaturas debido a que con la maquinaria cerrada tenemos unas buenas condiciones».

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