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Alejandro Fernández de Araoz, en una imagen de archivo. El Norte

Adiós a Alejandro Fernández de Araoz Marañón, empresario y filántropo humanista

Obituario ·

«Ser nieto del doctor Marañón marca sin duda, pero Alejandro fue más allá»

Miguel Ángel Cortés

Exsecretario de Estado de Cultura (1996-2000)

Viernes, 23 de agosto 2024, 15:09

Es difícil resumir en unas pocas líneas una vida tan plena y rica como la de Alejandro Fernández de Araoz Marañón. Acaba de dejarnos un madrileño de Medina del Campo, que nunca olvidó sus raíces siendo un cosmopolita a quien todo interesaba.

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Estoy obligado ... a hacer una declaración previa: he tenido por Alejandro un gran afecto, valoro profundamente todo lo que ha hecho y le estoy personalmente muy agradecido.

Empecemos por la familia. Ser nieto del doctor Marañón marca sin duda, pero Alejandro fue más allá y con discreción y elegancia ha sido, junto con su madre, el principal valedor del legado de su ilustre abuelo con iniciativas como el premio Marañón de Medicina o la creación y mantenimiento de la Fundación Gregorio Marañón. Jornadas como las que dedicaron a Enrique IV marcaron un hito de buen hacer.

No conocí a su padre, pero en casa se hablaba mucho del carácter y la inteligencia de quien fue gobernador del Banco de España y una de las grandes figuras del sector azucarero en España. Mis abuelos siempre recordaban su ayuda decisiva para librarse toda la familia del terror que se desató en Madrid en el 36.

Tuve, sin embargo, la fortuna de conocer y admirar a Carmen Marañón, su madre, una de las grandes damas de la España de posguerra. Mujeres como ella, junto con Casilda Santa Cruz, Carmen Ortueta, Helena Cambó, Adela Güell o Lola Churruca, amigas entre sí, merecen un reconocimiento especial por su generosidad y sentido de la responsabilidad hacia la cultura y el patrimonio en España.

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Pero además de la familia de la que proviene, Alejandro Fernández de Araoz ha sido extraordinario en la que ha creado junto con una mujer tan admirable como Isabel Gómez-Acebo.

Hombre inquieto y polifacético, la empresa, la cultura y el deseo de conocer el mundo fueron constantes en su vida, incluso cuando un desafortunado accidente limitó su movilidad.

Ha sido una persona generosa con su tiempo, esfuerzo e ilusiones y poseía un notable talento para congregar a personas en torno a causas nobles y proyectos de interés general. En expresión de nuestra tierra, para 'juntar meriendas'. Su impulso generoso y patriótico le animaba a hacer gestiones, a buscar apoyos en los muchos que confiaban en él. Pero esa misma generosidad le llevaba a dar y no sólo a pedir. Puedo dar el testimonio personal de quien le pidió ayuda para proyectos como el patronato de Silos y, sobre todo, para que dedicase tiempo y saber hacer al Patronato de las Fundaciones Vega-Inclán que agrupaba la Casa y Museo del Greco de Toledo, la Casa de Cervantes de Valladolid y el Museo Romántico de Madrid.

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Nunca perdió su vinculación con Valladolid, a la que tanto ha contribuido su lectura diaria de El Norte de Castilla, a cuyo Consejo de Administración pertenecieron tanto su padre como él. En 2022 fue a Medina del Campo para acompañar a su prima Pilar Candeira Fernández de Araoz en la donación al museo de las Ferias de una preciosa talla de San Miguel, para lo que volcó su capacidad de convicción y autoridad moral como jefe de familia.

En estos momentos tristes de despedida emocionada, quiero recordar la concesión de la gran cruz de la Orden del Mérito Civil, creada para «premiar las virtudes cívicas y los servicios extraordinarios en el bien de la Nación». En el expediente que llegó al Consejo de Ministros se aludía a la trayectoria de Alejandro Fernández de Araoz, acreedor del reconocimiento por sus grandes servicios a la Nación, tanto en su actividad privada, empresarial o asociativa como en la filantrópica.

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Cuando alguien es capaz de hacer tanto y tan bien, suele ser porque está muy bien rodeado. Su familia y sus muchísimos amigos vamos a echarle de menos, pero su ejemplo va a ser una razón constante de gratitud.

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