Quiosco Los Chiguitos. Abajo, Celia Llanos, una de las víctimas. A la derecha, supuesto contrato firmado para la compra de una ficticia televisión. José C. Castillo

Valladolid

Así actuaba el falso militar de Villanubla, un estafador «con mucha labia»

El detenido ofrecía televisores, lavadoras y cámaras frigoríficas de una ficticia casa de apuestas embargada en Salamanca

Álvaro Muñoz

Valladolid

Jueves, 25 de mayo 2023, 00:12

«Como comercial se ganaría mejor la vida que robando, aunque esto también se le da muy bien», bromea Celia Llanos, trabajadora de Reformas e Interiorismo Calabaza, en La Rondilla, después de ser estafada por J.I.S.S., natural de Asturias y con domicilio ... en León. Se acercó el viernes 12 de mayo hasta el local en el que ella se encontraba para sacar a relucir su labia y ser una víctima más de un entramado perfecto de estafas y que llegó a su fin en la madrugada de este lunes al ser detenido por la Policía Nacional. «Impresionante», apunta Celia sobre la forma de expresarse que atesoraba el presunto timador.

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Porque el 'modus operandi' que empleaba J.I.S.S. fue similar en todos los puntos a los que accedió para completar su plan perfecto de engaños. Pescó en cuatro establecimientos, aunque tuvo intentos en otros tantos que rechazaron lo que, en un principio, era un suculento producto. De esta forma, el ya arrestado, tras camelarse a las víctimas, empezaba a mostrar imágenes de televisores, frigoríficos, cámaras frigoríficas, cocinas industriales y hasta una cava de vino. Todos ellos, de una supuesta casa de apuestas embargada ubicada en la localidad salmantina de Ledesma. «Hasta me proporcionó las medidas y lo primero que pensé fue que venía muy bien para la habitación de mi hija. Sin decirme un precio final, le di 30 euros. En ese momento no desconfié», apunta Celia sobre lo vivido ese 12 de mayo.

Pero fue abandonar el negocio y empezar a desconfiar. «Me puse a hacer el presupuesto que me había pedido y me dije, me acaban de timar. Empiezas a relacionar lo que decía con lo que ofrecía y veías que no tenía nada que ver. Me llamó mi hija (estudiante de Derecho) y le dije que me habían timado. No se lo podía creer», continúa una de las afectadas.

Porque antes de entregar esos 30 euros y hablar del falso embargo a la casa de apuestas salmantina, J.I.S.S. entraba a los locales con una historia que contar. Solo cambiaba detalles, dependiendo del negocio al que accedía. Se hacía pasar por un militar de la base aérea de Villanubla y que había llegado a Valladolid para luchar contra los incendios este verano. Hasta ofrecía un paseo en helicóptero. A partir de ahí, se camelaba a las víctimas para antes de abandonar las dependencias comerciales sacar a relucir su labia y una ristra de fotografías de productos impecables. «Se presentó como militar de Villanubla. Me dijo que querían hacer un baño porque venían unas mujeres y así tener un espacio propio. Me iba detallando que necesitaban un plato de ducha, inodoros, grifería... Según iba anotando todo eso, me dio un correo electrónico, el teléfono personal para mandar el presupuesto y hasta hice una foto de su DNI, que según me dijo la Policía no era falso. Hasta recibió una llamada trampa en la que supuestamente hablaban con la subdelegada de Valladolid (Alicia Villar)», recuerda Celia.

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Precisamente Celia coincidió en la comisaría con Alberto B., otro afectado y que ha preferido mantener el nombre de su local (establecimiento de venta y reparación de bicicletas) en el anonimato. Sin conocerse, los dos afectados calcaron una denuncia similar.

En el caso de Alberto B., la historia que le contó J.I.S.S. fue muy parecida. Militar destinado en Villanubla, le pidió inicialmente que le enseñara bicicletas. «Me decía que acababa de llegar a Valladolid y que la necesitaba para subir todos los días a Villanubla. Se fijó en una de las más caras. Hasta se la reservamos para que viniera al día siguiente a por ella», agrega Alberto.

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La conversación de la posible venta fue derivando en otros temas. Con Alberto, amante de la gastronomía asturiana, hablaron de municipios de la zona y de los distintos platos que se pueden degustar en cada una de ellas. «Me dijo que me iba a traer unas fabes. Hilaba todas las conversaciones. Tenía un conocimiento de la zona perfecta. De Asturias y de Castilla y León. Se lo ha tenido que preparar mucho y muy bien. Hasta le sonó el teléfono para hablar con algún representante del Gobierno de Castilla y León», añade.

A partir de ahí, a Alberto le empezó a ofrecer todo tipo de cosas. El famoso vuelo de helicóptero de Celia se convirtió en un paseo en avioneta. «Y a mi compañero de la tienda, que se quiere sacar el carné de ultraligero, le iba a regalar los manuales. Era espléndido en todo», prosigue Alberto B.

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Con la bicicleta reservada, J.I.S.S. sacó a relucir las fotografías de televisores y demás electrodomésticos. «Hasta fingió hacer una llamada para decir si quedaban televisores. Así que le dije que me reservara una televisión y una lavadora con funciones de secadora», rememora el afectado.

Le entregó 110 euros por los dos productos y nunca más supo de él. Le dio un número de teléfono y fotocopió el DNI, pero nada más. Ni respuesta obtuvo cuando le mandó un Whatsapp al número proporcionado con un sinvergüenza y jeta en mayúsculas. La estafa estaba consumada, sobre todo porque de su compañero también 'rascó' 50 euros con otra tele. «Con mi televisión firmamos un papel. Con lo que acordó mi compañero no había nada. Ahora lo piensas y te das cuenta que algo fallaba. Yo me di cuenta por la noche, cuando repaso el día. Era un hombre que regalaba todo y...», concluye Alberto B sobre los hechos del 17 de mayo.

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El recorrido de las estafas trasladó a J.I.S.S. hasta La Victoria. Concretamente al quiosco de Alberto Castañeda. Allí se presentó el denunciado el 7 de mayo sobre las 12:30 horas. Se fijó en su polivalente negocio, con venta de pan, revistas, gominolas y empanadas. «Quería empanadas, botellas de agua y pan para hacer una fiesta en la base aérea de Villanubla. Decía que acababa de llegar para luchar contra los incendios y que iban a hacer una celebración. Le dijimos que sí. Nos dedicamos a esto, así que encantados», refleja el propietario del quiosco Los Chiguitos.

Le vendió la película del local embargado y «entramos al trapo». «Aún no sé cómo», añade. «Le pedí una tele y le di los 50 euros. Rápidamente abandonó el local. Se llevó el dinero, pero también perdimos el dinero de las empanadas. Las preparamos para el día siguiente y evidentemente no vendimos todo. Ese día mi pareja le vio pasar con la bicicleta y afirmó que iba a llevar la televisión después. Ya empezamos a sospechar. Durante su visita, nos ofreció hasta las llaves de su casa en Asturias. También un viaje en helicóptero. Hablaba que no veas. Tenía bastante labia y un gran discurso aprendido. Lo tenía tan estudiado que iba directo a todos los lados», concluye Castañeda, que recientemente también le ha identificado en imágenes de la Policía Nacional.

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A estos actos se suma otro episodio más en una brasería cercana a la estación de autobuses y otros intentos en las que J.I.S.S. no culminó su plan perfecto de estafas.

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