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Úrsula López ha devuelto la alegría a los vecinos de San Miguel del Pino. Hace un año estos vieron con tristeza cómo el supermercado de su pueblo bajaba la persiana de forma definitiva por la falta de relevo generacional, con lo que el municipio pasó de repente a ser uno de tantos otros de esa España vaciada que tuvieron que habituarse a esperar a la llegada del pescadero, el frutero o el panadero ambulantes para llenar sus despensas. Pero desde el pasado 31 de octubre, la persiana de este negocio vuelve a levantarse cada día para dar la bienvenida a los clientes y es Úrsula la responsable de su reapertura. Ella regenta ahora el supermercado Covirán-La Cigüeña, en San Miguel del Pino.
Natural de Medina del Campo, Úrsula encontró su primer empleo a los 19 años en el sector de la hostelería, en el que ha permanecido hasta que hace unos meses decidió emprender. En su historia laboral destacan varias empresas, en las que siempre ha dado lo mejor de sí misma en el trato con el público. Hace siete años su marido consiguió trabajo en la localidad de San Miguel del Pino, donde trasladaron su residencia y donde siempre se ha sentido muy bien acogida. Allí pronto tuvo grandes oportunidades laborales. «Nunca me ha faltado trabajo. Me contrataron como cocinera en el asador Mi Capricho y más tarde en el restaurante Malvavisco. Encontrar empleo en un pueblo tan pequeño fue algo increíble y que agradezco infinitamente», explica muy resuelta. Estaba contenta, pero su salud se vio afectada porque ya no podía pasar tantas horas de pie. Pero para ella lo más complicado de todo era la conciliación laboral y familiar, por los horarios tan exigentes del sector.
Emprendedora: Úrsula López Ortega (39), cocinera
Inicio de la actividad: 31 de octubre de 2019
Contacto: C/ Manzanos, 2 de San Miguel del Pino. Telf.: 625 357 137. www.laciguena.coviran.tienda
En el restaurante y en el pueblo escuchaba a muchos vecinos lamentar el cierre del anterior supermercado. Especialmente entre aquellos más mayores y que no disponían de vehículo para desplazarse a realizar sus compras. «Hace un año no me atreví a emprender. Me daba miedo embarcarme en una deuda de la que no pudiera salir. Pero una dura situación familiar me hizo ver las cosas más claras y darme cuenta de las cosas que son realmente importantes. Tengo tres hijos y yo veía que por mi trabajo en la hostelería nunca había podido pasar una Navidad completa con ellos. No quería seguir perdiéndome ese tipo de cosas, así que cerré los ojos y me metí de lleno en esta aventura. Sabía que podía ser muy bueno para mí y gracias al apoyo de todos los míos, el camino fue más fácil», dice agradecida.
Lo primero fue «echar cuentas». Cuando vio que los números le salían, dio el siguiente paso: hablar con el alcalde del pueblo, Jonathan Gonzalo, quien recibió la noticia con gran satisfacción. Desde el Ayuntamiento todo fueron facilidades para reinaugurar el negocio. «Ellos se encargaron de hablar con el propietario del local, y me facilitaron todas las gestiones con la Diputación para ponerlo en marcha como establecimiento de comercio rural mínimo. Todavía estamos esperando solicitar las ayudas correspondientes», indica.
Tenía muy claro que quería montar su supermercado bajo el paraguas de una gran marca y por ello acudió a Covirán, una cooperativa nacional de distribución de productos de gran consumo. Para Úrsula esta opción era la más ventajosa. «Primero, por la calidad de los productos. Segundo, por el precio. Y después, por el asesoramiento permanente. Covirán me dio una formación de una semana en Granada sobre el programa de gestión de pedidos y de facturación que me vino realmente bien. También en materia de marketing y atención al cliente, porque aunque yo tenía experiencia cara al público, el sector en el que yo me movía no tiene nada que ver con el de ahora. La formación es realmente importante. La marca me respaldó mucho y me ayudó con los pedidos. Además, el hecho de tener un único proveedor también me facilitaría las cosas. Covirán trabaja con las primeras marcas del mercado y su poder de negociación es mucho mayor que el que yo pudiera tener si fuera una tienda independiente», manifiesta convencida esta cooperativista.
En un mes tenía las gestiones hechas y su negocio en marcha y el pasado 31 de octubre, tras darse de alta como autónoma, despachó por primera vez a sus vecinos en el supermercado La Cigüeña, un nombre con el que quiere rendir homenaje a las mujeres de su familia, que son conocidas con ese cariñoso mote. En especial ella se lo dedica a su madre Victoria y a su abuela Rosa. «La tienda es en honor a ellas», se emociona.
En sus 100 metros cuadrados de local, que ha aprovechado muy bien, Úrsula vende todo tipo de productos de primera necesidad. Congelados, frutas, charcutería, productos frescos, bollería, droguería e incluso papelería y ferretería. Todo lo tiene cuidadosamente ordenado y etiquetado en las estanterías y siempre con los mejores precios, para que sus clientes ahorren en cada compra. Son otras muchas las ventajas de este establecimiento, como wifi gratis, amplia zona de aparcamiento y gran accesibilidad. «El pueblo estaba muy triste cuando cerró el anterior supermercado y parece que ha vuelto a recuperar la alegría. La gente mayor que no conduce ya no tiene que depender de sus hijos para comprar y para mí ha sido un cambio de 180 grados. El hecho de poder comer en casa un domingo con mi familia es todo un lujo que por mi anterior trabajo no me podía permitir», dice contenta.
Si algo tiene Úrsula es que es agradecida, especialmente con los que se han portado bien con ella durante la puesta en marcha de su negocio, que han sido muchos. «Mis antiguos jefes me apoyaron mucho y respetaron mi decisión. A día de hoy son mis clientes y eso ayuda a que mi negocio salga adelante. También El Molino, el otro negocio del pueblo, es un gran apoyo. En general, todos los establecimientos somos una piña. La corporación y todos mis vecinos se han portado estupendamente conmigo y me animan mucho. Pero sobre todo mi pareja. Él ha puesto mucho cariño en este sueño para que dejara de estar tanto tiempo de pie en una cocina. Le debo todo», concluye.
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