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Ana Palomo y Rocío Rodríguez en su despacho de la Comisaría de Delicias. Carlos Espeso

Valladolid

«La prostitución se ha trasladado de los clubes a los pisos»

La Unidad contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales de la Policía Nacional trabaja sin descanso para erradicar el tráfico de seres humanos

Sofía Fernández

Valladolid

Martes, 18 de abril 2023, 00:03

Nunca visten de uniforme y se valen de su especial formación, sensibilidad y empatía para que las víctimas, «machacadas psicológicamente», sientan que en ellos pueden encontrar una vía de escape para salir de la explotación sexual a la que están sometidas, muchas veces en condiciones ... infrahumanas.

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Es una de las muchas funciones que cumplen los seis miembros de la Unidad contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales. Trabajan para erradicar la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, laboral, contra los delitos relativos a la prostitución, la falsedad documental o los fraudes a la Seguridad Social.

Rocío Rodríguez es la inspectora de la Ucrif de Valladolid e interlocutora social territorial para la trata de seres humanos, ella es el enlace entre las víctimas y las oenegés especializadas en trata. Trabaja junto a Ana Palomo, la jefa de equipo, el mando intermedio entre Rocío y los policías más operativos que componen la unidad. El orden y la jerarquía en su trabajo es fundamental para llevar a cabo las investigaciones que son más complicadas si cabe que en cualquier brigada policial. «Hacemos la investigación como cualquier grupo de policía judicial pero no nos nutrimos de gente que venga a denunciar. El proceso es mucho más complejo», señala Palomo.

En sus investigaciones la denuncia es casi la última pieza de un puzzle que consigue terminar con una red con fines de explotación sexual. «Nos lleva meses, incluso puede prolongarse más de un año el llevar a cabo todo el proceso», añade. El año pasado lograron liberar a 20 víctimas de trata y 50 de explotación sexual.

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No se trata de víctimas comunes, necesitan un trato psicológico y humano más especial. Muchas son captadas en sus países de origen y después llegan a Valladolid. «En los últimos tiempos estamos viendo muchos casos de mujeres sudamericanas que son explotadas», dice la inspectora. Empiezan a trabajar en una relación de confianza cuando realizan los controles en clubes de alterne o pisos donde se ejerce la prostitución. «Hacemos varios al año en cada club», dice Ana Palomo. Y muestra de ello, es el gran mapa de la ciudad donde tienen ubicados con banderitas de colores los puntos donde ejercen las mujeres.

«Vamos controlando quiénes son, si vienen nuevas, cómo están y observamos mucho lo que nos cuentan y, sobre todo, cómo nos lo cuentan. Les hacemos un millón de preguntas para asegurarnos que no hay nada raro», puntualiza Ana Palomo.

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Han detectado un cambio de tendencia en el que se mueven estas redes de captación, principalmente de mujeres (aunque también hay víctimas hombres y transexuales) como es el hecho de que «la prostitución en los clubes tiende a desaparecer en Valladolid. Lo que sucede es que se está yendo a los pisos, donde es mucho más anónimo acceder y por eso, cada vez está proliferando más la prostitución en viviendas», explica Ana.

«Aunque tengan la sensación de que así es más complicado llegar hasta ellos, pero que tengan claro que llegamos», añade Rocío. Recuerdan un caso, a finales de año, que terminó con la liberación de 13 mujeres paraguayas que vivían «en situación de esclavitud y hacinadas en condiciones infrahumanas» en un piso de la avenida de Burgos de Valladolid.

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Es un ejemplo de trata en el que la organización hace que la víctima genere una gran deuda que tiene que saldar. Son aisladas, incomunicadas, se les despoja de cualquier documentación, sometidas física y psicológicamente, mediante sustancias estupefacientes y agresiones.

Jóvenes y con varios hijos

En la Operación Tentaciones, como se denominó esta investigación, las mujeres eran controladas las 24 horas por cámaras y micrófonos por miembros de la organización criminal (3 de los 5 cabecillas eran mujeres y compatriotas). Esta fue una de las siete operaciones relacionadas con la trata y la explotación sexual que llevaron a cabo el año pasado.

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«En los casos de explotación se aprovechan de las víctimas quedándose con el 50% o el 100% de lo que ganan, aunque disponen de algo más de libertad son situaciones muy complicadas», señalan ambas.

El perfil de las mujeres a las que consiguen liberar es el de jóvenes «de entre 18 y 30 años, con dos o tres hijos a su cargo y procedentes de zonas extremadamente pobres», dice la inspectora Rodríguez.

La mayoría llegan con la promesa de poder mantener a su familia cuidando ancianos o trabajando como limpiadoras. «Hay personas que saben a lo que vienen pero no en las condiciones en las que luego terminan», explica Rocío.

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No tienen permitido ni hablar con los clientes. Al llegar en situación irregular están amenazadas con la premisa de, que si acuden a la policía, serán expulsadas de inmediato del país. «Eso no es cierto. Disponen de recursos de apoyo psicológico, laboral y asistencial para todo lo que necesiten», advierten desde la Unidad. Logran, lo más complicado, que les cuenten su situación, porque en muchas ocasiones sin relato no hay caso. «A veces son tan duros que su declaración puede prolongarse durante horas».

Bien organizados

Las redes que se dedican a estos tipos de explotación de carácter sexual están bien organizadas. «Los papeles están muy bien repartidos entre le captador en país de origen -que muchas veces es conocido, suelen ser compatriotas, incluso de la propia familia- el que financia todos los costes hasta que llegan aquí, el que las recibe en el país de destino y el que las controla de forma permanente». Más que servir como captación, el papel que juegan las redes sociales en los casos con los que trabajan sirven como herramienta de control desde que salen del país, hasta que se establecen. «Los explotadores se comunican más fácilmente para tenerlas controladas».

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Una de esas excepciones, la de que llegue una denuncia directa de un hecho delictivo como los que investigan a diaro sucedió el pasado 27 de marzo, cuando la policía pudo liberar a una mujer marroquí que se encontraba encerrada desde hace un mes en un domicilio de Valladolid. El ganadero que la captó la obligaba a trabajar durante el día en condiciones infrahumanas, mientras que el resto del tiempo la mantenía recluida en su vivienda de Valladolid y la usaba como esclava sexual. En este caso fue un familiar el que alertó a los agentes a través de un correo electrónico dirigido al Servicio de Atención a las Víctimas de Trata de Seres Humanos.

Trabajan en conjunto con oenegés que se dedican a tratar con estas mujeres. Una de esas organizaciones, la Asociación de asistencia a víctimas de agresiones sexuales y malos tratos, ha trabajado recientemente con un caso de explotación sexual.

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La víctima 45 años había sido contactada por el agresor a través de una aplicación de citas. Mediante manipulaciones, engaños y amenazas hacia su familia, la mujer fue obligada a grabar vídeos manteniendo relaciones sexuales con distintas personas durante varios años. «La usuaria recibió asistencia jurídica y psicológica, siendo esta última fundamental para tratar las secuelas del trauma, favorecer su empoderamiento y evitar la continuación de la violencia, además del apoyo a nivel legal», señalan desde la asociación.

Desde la Unidad contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales de la Policía Nacional señalan que «la trata es real, está entre nosotros a través de organizaciones criminales y a pequeña escala en Valladolid. Es el delito que más dinero mueve después del tráfico de estupefacientes, con el que está íntimamente ligado», explica Palomo.

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Y ambas terminan con un mensaje a las víctimas. «Que no tengan miedo, porque estén en situación irregular y por temor a que se descubra su identidad. El anonimato está garantizado en todo el proceso judicial porque se les identifica con un código alfanumérico, nunca con su nombre». El teléfono, operativo 24 horas, para denunciar cualquier caso es 900 10 50 90 y el correo electrónico: trata@policia.es

Agentes de la Policía Nacional identifican a los doce jornaleros en Villanueva de Duero. Policía Nacional

La explotación laboral, una red «mucho más directa» con las víctimas

La Ucrif de Valladolid investiga también casos de explotación laboral como el que desmantelaron hace apenas unos días en Villanueva de Duero, pueblo donde un falso empresario de origen rumano explotaba con jornadas maratonianas en el campo a doce compatriotas a los que no llegaba a pagar un sueldo, puesto que les descuenta el alojamiento, la manutención y los gastos de transporte hasta el campo. «En estos casos las redes son mucho más directas y no hay funciones tan bien diferenciadas como en los casos de explotación sexual. Además en este caso la cantidad de delitos de este tipo fluctúan en función de las temporadas y los casos suelen darse cuando los trabajadores ya residen aquí», explican desde la Ucrif, cuyos agentes en estos casos trabajan en coordinación con Inspección de Trabajo.

En estos casos las denuncias llegan de forma más sencilla. «No se ocultan tanto, no tienen que admitir algo que sigue siendo tabú como la prostitución y en este caso hay más nacionalidades mezcladas que en el de la explotación sexual, donde los captadores suelen ser del mismo país que las víctimas», finalizan.

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