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Las farmacias han jugado un papel fundamental en la crisis sanitaria del coronavirus y en especial durante el estado de alarma, periodo en el que han desarrollado con ejemplaridad su labor asistencial. Sus profesionales han sido agentes sanitarios imprescindibles para la población confinada. Pero nada hubiera sido posible sin el apoyo callado de las distribuidoras, los colegios oficiales de farmacéuticos y las agrupaciones de farmacias. Entre ellas figura la vallisoletana Digifarma 2008 SL, con sede en Zaratán, que actúa como nexo entre la industria y las oficinas de farmacia y que estos meses ha puesto a disposición de sus asociados toda su capacidad logística y de negociación para salvar la difícil situación. Su gerente, Juan Carlos Álvarez, explica cuál ha sido su labor a la hora de proteger y abastecer a las farmacias de todo tipo de material covid.
–¿Qué es Digifarma y qué papel ha jugado durante estos meses?
–Digifarma es grupo integrado por 54 farmacias a nivel nacional. Nuestro principal cometido es mejorar las condiciones de compra y conseguir los precios más competitivos del sector. Estos meses hemos estado especialmente centrados en dar respuesta a las muchas dificultades que han atravesado nuestros asociados. Hemos pasado momentos de incertidumbre absoluta. Los mercados y las cooperativas farmacéuticas no tenían material ni equipos de protección. Los laboratorios no nos daban respuestas de ningún tipo. Nos hemos sentido desamparados por la industria farmacéutica, por eso, desde un primer momento tuvimos que centrarnos en conseguir que las farmacias se sintieran seguras. Uno de nuestros primeros cometidos fue proporcionarles vinilos para señalizar la distancia de seguridad en el suelo, pantallas protectoras y mamparas. Es algo que han agradecido muchísimo.
–¿Cómo han llevado los profesionales de la provisión farmacéutica la mayor carga de trabajo?
–La crisis sanitaria ha triplicado nuestra carga de trabajo. Hemos tenido que evitar a proveedores de dudosa fiabilidad y con precios abusivos. La gran demanda disparó los precios y acabó con el suministro. Lo poco que había disponible quedó reservado para el frente sanitario. Nos las tuvimos que ingeniar para dar las máximas garantías a la gran familia de farmacéuticos que representamos. Considero que el sector farmacéutico ha estado muy apartado por el Gobierno durante esta crisis. No ha sabido reconocer la labor de nuestros profesionales, que han estado en primera línea tratando a diario con pacientes positivos. Eso ha dolido mucho a la profesión. Los pacientes, en cambio, sí han valorado todo el esfuerzo realizado. Muchos tenían miedo a salir de casa, otros habían dado positivo y les hemos llevado la medicación a domicilio, con mucho cariño y todas las medidas de seguridad. El sector presta una gran labor que muchas veces no se reconoce.
–¿Cómo han sido las negociaciones con los proveedores?
–Han sido muy difíciles. Desde el principio nos volcamos en conseguir mascarillas, guantes y otros productos básicos de protección, que estuvieran certificados y a precios razonables. Para lograrlo, tuvimos que sortear prácticas abusivas por parte de muchos de los proveedores con los que hemos contactado, la mayoría de China, muchos de los cuales eran ajenos al sector farmacéutico. Ha sido como luchar una guerra contra un contrincante sin escrúpulos y cuyo único interés era el dinero rápido. Nos hemos topado con un gran número de proveedores chinos que nos ofrecían productos sin garantías. El riesgo para las farmacias ha sido grande ya que este es un mercado que funciona con el pago por adelantado y donde para obtener un precio digno, teníamos que comprar grandes cantidades de producto. Por eso, recurrimos a un asesor externo que ha analizado de forma exhaustiva las certificaciones y homologaciones de todos los productos que nos ofrecían. Queríamos dar la máxima seguridad y eso ha significado un gran esfuerzo.
–¿Qué se han encontrado? ¿Hay mucho mercado negro?
–El 95% del producto que hemos analizado procedente de China carecía de una correcta certificación. He llegado a ver productos con certificado chino que venía marcado con la CE europea. Eso es algo incongruente. Nadie se puede imaginar la cantidad de producto no homologado que se ha movido en esta pandemia. Los primeros días pagamos cantidades desorbitadas por mascarillas, para poder dar servicio al cliente final. Las farmacias han hecho un sobresfuerzo enorme. Han adelantado mucho dinero para comprar mascarillas y luego estas bajaron de precio. Las pérdidas han sido grandes. Lo mismo ha ocurrido con los termómetros infrarrojos, los digitales o los pulsioxímetros. Hemos trabajado bajo mucha presión para buscar producto con todas las garantías.
–¿Cómo ve el futuro del sector de la provisión farmacéutica?
–Para superar esta crisis económica y sanitaria, el sector va a tener que estar disponible de cara a cubrir las necesidades de las farmacias que han demostrado una total implicación en la lucha contra la covid. Las farmacias se han sentido desamparadas por parte de los proveedores habituales, que no han sabido o no han podido cubrir sus necesidades y las de sus pacientes, y por parte de la administración, que no ha utilizado todo el potencial de las farmacias asignándolas un rol meramente dispensador. Las farmacias deberán exigir a sus proveedores la misma agilidad, presteza y flexibilidad que han demostrado ellas mismas. La fuerza de un grupo como el nuestro se ha visto potenciada y valorada en situaciones como la que hemos vivido.
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