
«Prefiero ganar 300 euros a nada; aún tenemos la costumbre de comer»
María Dolores Ortega, librera ·
La dueña de esta tienda situada en el Paseo del Cauce asegura que vive la pandemia con «mucha incertidumbre y a la expectativa»Secciones
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María Dolores Ortega, librera ·
La dueña de esta tienda situada en el Paseo del Cauce asegura que vive la pandemia con «mucha incertidumbre y a la expectativa»María Dolores Ortega sale todos los días a la «palestra», como se refiere al hecho de levantar cada mañana la persiana de su negocio, la ... librería Copitienda, ubicada en el Paseo del Cauce de la capital vallisoletana, protegida únicamente con unos guantes de nitrilo y una mascarilla desechable con la que se hizo «de casualidad». Hace aproximadamente cinco meses, un miembro de su familia tuvo neumonía y el doctor decidió que, «por su historial médico», pasara el periodo de recuperación en casa en lugar de que permaneciera ingresada. Así, entregó a la protagonista de esta historia, a su marido y a sus dos hijos –que conviven con la afectada– cuatro mascarillas. «Hemos entregado acetato para que hagan pantallas protectoras y míranos, con una mascarilla desechable. Aquí no ha venido nadie a darnos nada», lamenta.
La dueña de esta tienda (este año se cumplen treinta desde que abrió por primera vez sus puertas) revela que está viviendo la crisis sanitaria por la covid-19 con «mucha incertidumbre y a la expectativa». Coge aire, respira profundo y hace suyo el refrán 'A río revuelto, ganancia de pescadores'. «Me gustaría quedarme en casa y que me llevaran el 100 o el 70% del sueldo, pero estar tras los muros de mi casa», comenta, al tiempo que exhibe su «preocupación» por el hecho de desconocer si tanto ella como su familia están contagiados. «Tenemos dos hijos de 16 y 22 años, y vivimos con una hermana que es de riesgo. Tiene una minusvalía del 78% y lleva tres operaciones de rodilla y una de corazón;en definitiva, una bomba de relojería», señala mientras realiza movimientos uniformes con sus manos sobre los periódicos que tiene extendidos en el mostrador.
Coronavirus en Valladolid y en Castilla y León
A pesar de ello, dice que no se les ha «pasado por la cabeza» cerrar el establecimiento mientras se prolongue el estado de alarma. El motivo, tal y como explica, es porque «mis hijos no han perdido la costumbre de comer». «Prefiero ganar 300 a no ganar nada;tengo que dar de comer a mis hijos, que no han perdido la costumbre de comer todos los días. ¿Qué hago, quién me va a dar algo?», se cuestiona.
Esta pregunta al aire que María Dolores Ortega lanza va dirigida hacia la clase política. Asegura no entender «cómo nadie hace nada». Hasta la fecha, tan solo han recibido el apoyo de dos editoriales, que les han ampliado el plazo de pago de treinta a sesenta días. «Me cuesta pagar 500 euros al mes así que dentro de tres, con esta moratoria, me costará un poco más, ¿no? No hablo de izquierdas ni de derechas, me da lo mismo, son mismo perro pero con diferente collar; para cualquier trabajo te hace falta una carrera superior, pero para ser político con una chaqueta y una corbata vale», critica.
Desde que se activara el aislamiento domiciliario obligatorio, en el Paseo del Cauce ya no queda casi nadie. «Buena parte» de los vecinos llevan el confinamiento «a rajatabla». No salen de casa para prácticamente nada. «Este no es un barrio joven y tienen miedo a salir. Por ejemplo, nosotros, por hacer el favor a una vecina que está mayor, le llevamos el periódico y elo coge con un pañuelo», indica. «Como los bares de la zona están cerrados vendemos unos poquitos más periódicos», continúa Ortega.
A ello, además, cabe añadir que, al ser considerado como servicio no imprescindible, tampoco se han distribuido libros. «Claro que las ventas han caído, pero de todo. Se salvan las de alimentación, pero los demás estamos todos igual. Hasta que la rueda de la economía se ponga en marcha nos va a costar mucho», incide la propietaria.
Se están «jugando la vida» para dar un servicio que consideran «muy importante». Aunque María Dolores Ortega avisa que esta situación, si se prolonga en el tiempo, traerá consecuencias: «Llevamos en crisis muchos años. Los precios bajan continuamente». «Pienso que esta vez va a costar muchísimo, a no ser que la señora (Angela) Merkel se ponga a hacer dinero y el señor (Pedro) Sánchez sea un poco más listo», concluye.
Desde que se decretara el estado de alarma, las ventas en la librería Copitienda se han «desplomado». Antes, dice su propietaria, María Dolores Ortega, iba «bastante gente». Ahora, tan solo un goteo de vecinos se deja ver por el número 65 del Paseo del Cauce de la capital vallisoletana. Los colegios (en el entorno hay tres: el Safa Grial, el Gabriel y Galán y el Federico García Lorca, además de las universidades) están cerrados, una circunstancia que «tampoco ayuda». Desde hace más de un mes, apenas venden material escolar. Ha pasado de dar salida a una media diaria de dos cajas de lápices a hacer lo propio con tan solo dos de estos utensilios. «Si los colegios están cerrados, ¿quién nos va a comprar a nosotros los bolis y cuadernos? Pero las facturas siguen llegando y hay que seguir», argumenta la dueña del establecimiento, al tiempo que incide en que «de lo demás» –en referencia a los libros– tampoco «hay mucho movimiento». Ni fotocopias, ni cuardernos ni tampoco subrayadores –en unas semanas comenzarían los exámenes en las facultades–. No dan salida a «prácticamente nada». «Pasatiempos, por ejemplo, es de lo que más vendemos; la gente tiene que entretenerse».
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