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Año y medio. Ese es el tiempo que la lisboeta 'Romy' ha cobrado una pensión. Cuando Valladolid, su ciudad de acogida, la daba ya por retirada tras diez años en su pequeño bar de la calle Estación, Hortensia dos Santos vuelve a la carga, ... a los fogones. Como lo leen. La reina del bacalao en la capital del Pisuerga se ha 'desjubilado' a los 68 años para trasladar sus noventa recetas del plato luso por excelencia al barrio de La Rubia. Suena raro, pero es que ella es así. De impulsos. Diferente. Desde hace poco más de un mes y después de un intenso trabajo para acondicionar el antiguo bar Zarzuela, que durante 45 años fue templo taurino en el número 35 de la Carretera de Rueda, esta enérgica y peculiar cocinera autodidacta ha pedido el alta a la Seguridad Social para retomar su negocio, ahora bajo el nombre Gastrobar Amanecer La Portuguesa.
Y es que asegura que esta segunda etapa ha sido como un renacer. «Vivir con 809 euros al mes era muy difícil, además perdí el poco colchón económico que tenía con la pandemia, la covid me dejó tiesa; a mí siempre me ha gustado trabajar y la verdad es que estoy muy agradecida porque el recibimiento ha sido muy bueno», recalca mientras limpia a conciencia una vitrina de segunda mano que ha comprado para la barra de su establecimiento. Un mensaje en su cuenta de Facebook anunciando el retorno le ha vuelto a poner en circulación rápido. «Muchos clientes de siempre ya se han pasado por aquí», dice ufana. El resto lo está haciendo el boca a boca.
Un crédito de 10.000 euros y un alquiler que le cuadraba en el presupuesto le han ayudado a recuperar su ilusión por dar de comer y hacer pasar un buen rato a los comensales amantes de este versátil pescado. «Estaba muy floja y algo deprimida y la verdad es que es ahora estoy contenta, mi idea es seguir aquí hasta los 70», avanza esta mujer que fue una reconocida bailarina y a la que un accidente de tráfico a los 38 años la retiró de los escenarios para iniciarse después en el arte del guiso.
Su plan es claro: «Aquí tengo cuatro mesas, me caben diez personas y lo que hay es lo que hay». Traducido: bacalao –ayer tocaba al Pedro Ximénez– mejillones y pulpo. «Ojo y con los mismos precios que en la calle Estación y mira lo que ha subido el aceite eh, cariño», acota. Ella cocina, ella lo sirve, ella recoge y ella pone las rondas de vinos a los parroquianos del barrio que ya va incorporando a su lista, entre ellos Pepe Alonso, quien regentó el Zarzuela durante casi medio siglo y que también era cliente del local de Estación. De momento no quiere a nadie más después de alguna mala experiencia con los empleados, una de las razones que en 2022 le llevó a colgar el mandil y a pasar a la reserva.
Durante el año y medio que ha estado jubilada ha aprovechado para ir todos los meses a Portugal a ver su madre. «Entre los 150 euros de autobuses y otro tanto de comida que llevaba, me quedaba con 500 para vivir; con eso lo de viajar y disfrutar de la vida es muy difícil por mucha ilusión que tengas», reconoce con su particular humor. Tras el mostrador, ha vuelto a colgar la imagen de San Rafael Arnaiz, el monje trapense de la que es devota y que, afirma, le ha ayudado «siempre». En esta nueva andadura promete «hacer felices a los vallisoletanos» que se acerquen a su establecimiento, pero también pide seriedad. «El otro día me dejaron colgada con una mesa de cuatro y eso no se hace», apunta Romy, quien añade que ahora quiere disfrutar de un oficio que le gusta «muchísimo, pero sin llevarme disgustos». «Ya son muchos años luchando», recalca esta portuguesa de carácter.
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