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La casualidad ha querido que este mismo jueves, cuando se ha publicado la sentencia que condenaba a un portero de discoteca a seis años y nueve meses de cárcel por moler literalmente a palos a su novia y retenerla en varias ocasiones contra su ... voluntad, los dos, agresor y víctima, estuvieran llamados a compartir banquillo de los acusados por el tiroteo protagonizado presuntamente por ambos el 17 de febrero en un 'after' del Barrio Belén (El Nuevo Rincón del Cómico) contra el exnovio de la chica. Una vista, en teoría, imposible de celebrar si se tiene en cuenta que sobre el maltratador, hoy encarcelado, pesa una orden de alejamiento que le impide acercarse a ella a menos de quinientos metros. El juicio tuvo que suspenderse y aplazarse para otro día. Para entonces deberá resolverse cómo sentar en el banquillo a ambos sin juntarles. Los dos se enfrentan a peticiones de pena inferiores a los dos años de prisión por dos delitos de tenencia ilícita de armas y de homicidio en grado de tentativa, según confirmaron ayer fuentes jurídicas.
El rocambolesco caso se descubrió precisamente a raíz de los disparos efectuados presuntamente por el varón, L. V. M., de 43 años, a primera hora de la mañana de aquel domingo de febrero (día 17) en el citado bar de la esquina de la avenida del Valle de Esgueva y la calle Nochebuena. Allí, en teoría, coincidieron el hombre, L. V. M., portero de discoteca de profesión y con un historial policial y judicial de vértigo, y el exnovio de su entonces pareja, una chica de 29 años a la que esa misma noche había apaleado brutalmente y retenido contra su voluntad. El caso es que los dos varones se enzarzaron y, según consideraron los investigadores, ella fue la que salió al coche, cogió un arma larga (una carabina modificada para disparar un cartucho de caza) y se la entregó a su novio –el ahora condenado por maltratarla–, que efectuó un disparo que, por fortuna, solo rompió un cristal sin alcanzar a nadie.
Los dos fueron detenidos a las pocas horas y el juez acordó enviar al portero a prisión. Fue entonces cuando los agentes, al ver a la chica (estaba llena de hematomas y cicatrices), iniciaron una investigación por malos tratos. Y vaya si los hubo. El propio agresor reconoció antes del juicio –no llegó a celebrarse hace unas semanas en la Audiencia gracias a su confesión– que había golpeado a su novia en múltiples ocasiones a lo largo del pasado mes de febrero, incluida la noche del tiroteo, cuando inicialmente la encerró contra su voluntad en el almacén de la discoteca Asklepios de la calle Torrecilla, donde trabajaba como portero, y luego en su propio coche. Después se produjo el tiroteo y, ya en casa, L. V. M. le propinó un puñetazo en el ojo que le causó una «fractura del suelo orbital». En los días previos (entre el 8 y el 17 de febrero) la había golpeado por todo el cuerpo a puñetazos e, incluso, con un palo.
La chica de 29 años, cuando fue detenida ese mismo domingo por la noche por el disparo, presentaba «hematomas en los párpados, en la mandíbula, la espalda, los brazos, los muslos y las rodillas», según recoge el fallo que condena al portero a seis años y nueve meses de cárcel por los delitos de detención ilegal y lesiones. Eso además de imponerle una orden de alejamiento sobre ella (cuando recupere la libertad). Así que este jueves difícilmente podían compartir banquillo. Cómo serán juzgados los dos aún está por ver.
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