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Martes, 16 de julio, 10:00 horas. Una comisión judicial, acompañada por dos agentes de la Policía Municipal y un cerrajero, acude a ejecutar un desahucio en una vivienda de la calle Panaderos, ocupada desde hace tiempo por un padre y un hijo, una circunstancia que había sido denunciada previamente en el juzgado por la propietaria del inmueble.
Con la comitiva completa, y como corresponde en estos casos, llaman a la puerta, pero nadie responde. Es entonces cuando el profesional de la cerrajería actúa y abre la vivienda. Los agentes son los primeros en acceder para registrar el interior y recorrer las estancias para cerciosarse de que efectivamente no hay nadie y no hay peligro alguno. Es entonces cuando accede la comisión judicial.
Pero en el recorrido inicial que hacen los efectivos policiales se encuentran con botes con fertilizantes, mantillo y diversos útiles..., todo ello restos de una plantación de marihuana, en plan doméstico. De hecho localizan una bolsa de medio kilo de este tipo de droga.
Se desconoce si habían salido de casa a dar una vuelta, porque habían dejado en la vivienda la producción de la cosecha, o si se llevarán una sorpresa cuando regresen y ya no puedan acceder al interior. En cualquier caso, como están identificados se les podría acusar del cultivo ilegal.
Ah. Y los agentes también comprobaron que ambos individuos son aficionados a la pintura rupestre, tal como pudieron compropar en el recorrido. Las paredes, un poema; y la suciedad, visible en cada rincón de la casa.
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