Valladolid
La plaza Francisco de Praves estrena su pasadizo nueve meses después de acabar la obraValladolid
La plaza Francisco de Praves estrena su pasadizo nueve meses después de acabar la obraLa plaza de Francisco de Praves, esa suerte de moderno claustro del siglo XXI que ofrece unas vistas inéditas del monasterio de las Huelgas Reales (siglo XVI), ya es una realidad. Y no solo porque su nombre figura ya en el callejero oficial de la ... capital sino también porque acaba de estrenar su segundo acceso, el de titularidad municipal, por el coqueto callejón que discurre entre la esquina del cenobio y la entrada al bar El Tío Molonio, en el picón peatonal del parque de la esquina de las calles Alamillos y Ramón y Cajal. Allí acaban de abrir por fin la cancela que luce entre sus barrotes el nombre de la nueva plaza (es el único cartel que da fe de su existencia) y el pasadizo se suma así al abierto el pasado 20 de diciembre en paralelo a la entrada al garaje del edificio de viviendas del número 5 de Alamillos.
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Así que la plaza, que se cierra por las noches para evitar molestias a los vecinos (hasta marzo de 20:00 a 8:00 horas), y prevenir de paso actos vandálicos, cuenta ahora con los dos accesos proyectados abiertos al tránsito peatonal nueve meses después del fin de la obra y de negociaciones con los residentes en los bloques en los que está enclaustrado el espacio público ganado con la demolición (a finales de 2023) de un almacén de maderas, utilizado en los últimos años como aparcamiento, adosado a la parte de atrás del monasterio desde 1967.
Concluye así un complejo proyecto, aún sin inaugurar oficialmente y que adolece de la ausencia de cartelería más visible que indique su existencia, que nació hace un lustro, cuando el suelo pase a ser de titularidad municipal, y que obligó a realizar modificaciones en los últimos planes generales de ordenación urbana para incorporarlo, como acaba de ocurrir ahora de manera definitiva con la apertura del segundo acceso peatonal, al callejero oficial.
Pero no todo son buenas noticias en torno a la plaza abierta entre las viviendas y los muros de la parte posterior del monasterio, ya que su perímetro exterior permanece acordonado desde agosto por el riesgo de desprendimiento de sus cornisas debido al evidente mal estado de la cubierta, que espera desde entonces su reparación cuando lleguen los pertinentes permisos de Patrimonio al tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC) cuya construcción se remonta al periodo entre los años 1579 y 1599.
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Las vallas, y las cintas policiales, marcan un amplio cordón de seguridad de más de dos metros de ancho en torno a la fachada -de lado a lado- y el lateral del monasterio que mira precisamente al recién abierto pasadizo de entrada a la plaza Francisco de Praves, a la que, en teoría, solo se puede llegar a causa de dicho cordón desde la calle Alamillos. Numerosos peatones, no obstante, han movido las vallas o se saltan directamente la cinta policial para pasar por el tramo cortado al tránsito -el espacio peatonal que mira al pasadizo- camino de la calle Ramón y Cajal en un paseo peligroso bajo el alero del tejado del monasterio, que muestra un considerable deterioro por la presencia de vegetación en la cornisa.
De manera que por ahora no se puede caminar por el borde de la parte exterior del más que centenario monasterio, pero sí por su parte de atrás, donde la nueva plaza muestra unas vistas a su fachada trasera (un clon de la principal), con el espacio de su puerta tapiada en el siglo XVII para colocar un retablo barroco en el interior de un templo, en cuya construcción participó precisamente el arquitecto Francisco de Praves (1586-1637), hijo del también vallisoletano Diego de Praves, que fue maestro de obras de Felipe IV y que diseñó el claustro del cenobio en 1622.
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Y de ahí el guiño a su figura en la plaza que lleva su nombre y que conforma un claustro que enmarca las vistas a la fachada posterior del monasterio y que acoge un espacio estancial de cuatrocientos metros cuadrados conformado, en el centro, por una decena bancos, un balancín destinado a los más pequeños, jardines y arbolado. Todo ello iluminado por modernas farolas con luminarias led y firme adoquinado también en el pasadizo de acceso que da al parque de la calle Ramón y Cajal.
En la otra entrada, la del número 5 de Alamillos, se ha retirado por fin el cartel de obra olvidado que 'prohibía el paso' desde que se abrió el acceso el 20 de diciembre.
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