Faltan menos de dos semanas para que arranque la temporada de caza, pero en el extrarradio de Valladolid capital hace meses que se escuchan disparos. Fuera de sus límites, en áreas limítrofes con Laguna de Duero, Simancas o Fuensaldaña hay escopetas con permiso para disparar ... a la gran plaga urbana: la paloma torcaz. El malestar y enfado entre muchos federados y en la propia Delegación Territorial de Caza de Valladolid aumenta mientras sacan lustre a sus escopetas y preparan su equipo.
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La nueva Ley de Caza, en vigor desde 2021, no ha cambiado la norma que reclama permisos extraordinarios fuera de temporada para las especies que generan daños. Para la concesión de un permiso es necesario que un agente de Medio Ambiente del Servicio Territorial de la Junta realice un informe que certifique que se están produciendo daños en los cultivos.
Los cazadores, la Federación y Ayuntamiento de Valladolid y hasta los ecologistas del colectivo Acenva confirman que ha habido tiradas a esta especie invasiva desde abril. «Son grupos de cazadores que se ponen en abanico y a veces tiran más que en la propia temporada», confirman fuentes del Servicio de Salud Pública del Ayuntamiento.
Las torcaces no están en peligro cinegético. Al contrario son una plaga que se ha vuelto sedentaria. Reside en los parques y áreas verdes de la capital pero se lanzan en bandadas, a veces cientos de ejemplares, a comer en los cultivos del extarradio. De ahí que se soliciten permisos extraordinarios para contenerlas, que afectan incluso a las épocas de cría.
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«Es una vergüenza. Se están dando permisos indiscriminados y en lugares que no son cotos. Esto perjudica claramente a los cotos que pagan sus tasas», denuncia F. M. S., portavoz de varios espacios en las cercanías de Valladolid. A Acenva también «nos ha llamado gente para informar de que oyen tiros en las zonas periurbanas. Pero su supone que son con permiso», confirma su portavoz, Jesús Colas.
El delegado de la Federación de Caza en la provincia, Jesús Hernández, da la razón a los cazadores. «Nosotros también hemos protestado ante Medio Ambiente porque estos permisos deberían estar más controlados y ser algo excepcional». «Además -continúa Hernández- no es justo que muchos vean cómo se matan palomas en la raya de su coto casi todo el año, mientras ellos, que pagan sus tasas, no pueden hacerlo hasta que se abre la veda».
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El beneficiario indirecto de estas prácticas debería ser Valladolid. Su Servicio de Salud Pública lucha desde hace años contra la plaga de torcaces. No con escopetas sino con una empresa especializada que retirada nidos y trata de controlarlas y dispersarlas.
Desde este servicio admiten que el papel que juegan estos permisos extraordinarios de caza es casi irrelevante. «No es eficaz y no está afectando al volumen. De hecho el problema es cada vez mayor», confirman. Es tan serio que incluso el Ayuntamiento rechaza ofrecer datos de los censos de esta especie por falta de fiabilidad, aunque se van a ampliar las labores de control el próximo año y entonces, se intentará poner cifras al problema.
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Esta queja entre los cazadores es recurrente y se ha repetido otras temporadas. No obstante, desde el Servicio Territorial de Medio Ambiente en Valladolid aseguran que «el número de autorizaciones que se han tramitado es mínimo». Lo curioso es el argumento que maneja la Administración para no tramitar más: «Debido a la falta de personal y medios con los que contamos en la sección».
Esta carencia podría confirmar los rumores que circulan entre grupos de cazadores que temen que muchas de estas batidas de caza se hagan sin permiso alguno. Y que no se tomen medidas por «el nulo interés de la paloma torcaz como especie cinegética».
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La temporada de caza arrancará un año más, al menos en su media veda, el 15 de agosto. Y lo hará llena de temores y dudas para sus miles de aficionados. «Milagros no se pueden hacer. Está cambiando todo y está siendo un año de calor terrorífico. No sabemos qué podremos hacer ni qué nos vamos a encontrar», advierte con temor el delegado territorial de la Federación de Caza, Jesús Hernández. El miedo al calor extremo es tal que muchos aficionados están echando agua en los bebederos de los cotos para auxiliar a las que esperan puedan ser sus futuras capturas. «El rocío de las mañanas en el que bebían muchos animales ha desaparecido. Es un cambio que está aquí y en mis 69 años de vida nunca he visto nada igual», lamenta Hernández, que se pasa la vida recorriendo los campos y tratando de ver cómo viene la temporada. El calendario aprobado por la Junta establece que desde el 15 de agosto y hasta el tercer domingo de septiembre (día 18) se podrán cazar codornices, urracas, cornejas, conejos y zorros. Y, desde el 25 de agosto y también hasta el 18 de septiembre le tocará el turno a la paloma torcaz, la bravía y la tórtola común.
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