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Sin prisa pero sin pausa, la campa de la antigua Hipica Militar de Valladolid va calentando motores en la previa del cuarenta aniversario de Pingüinos. La llegada de José Miguel Dilla 'El Abuelo' desde la localidad madrileña de Arganda del Rey, el primero en ... llegar desde fuera de la provincia vallisoletana, los moteros de otros puntos geográficos de España han emprendido el viaje y algunos de ellos ya están aquí.
Sin desempacar aún su equipaje de su Honda CBF 600 S, el malagueño Pedro Méndez, del grupo motero Ovejas Negras, recoge leña a la entrada de la campa donde se ubican las tiendas y carpas que algunos asistentes han colocado ya en el Pinar de Antequera. Tras 837 kilómetros, se aprovisiona de combustible para las hogueras, advertido por sus compañeros y amigos sobre cómo combatir el mítico frío vallisoletano.
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«Que no estamos puestos aquí», le corrige otro motero que viene sobre una espectacular moto negra con acople y customizada con un águila en la parte delantera. Nada más verla, Pedro reconoce a su amigo homónimo, uno de los artífices de su llegada desde tierras andaluzas.
«Vengo de San Pedro Alcántara, de Málaga, y llevaba mucho tiempo queriendo venir. Es la primera vez que he podido y aquí estoy porque he conocido a Pedro y a otros compañeros de por aquí y todos me han animado mucho a venir, me han hablado estupendamente de Pingüinos», admitía el sampedreño.
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Aunque solo es martes y aún faltan por llegar muchos amantes del motociclismo, la actividad en la zona de acampada ha aumentado desde el lunes, hecho que agrada al malagueño. «Por lo que estoy viendo ya hay buen ambiente. El tiempo acompaña, y con eso y buena compañía, ya está hecho. Me quedaré desde el martes hasta el lunes por la mañana y después a casa», ha adelantado sobre sus planes de viaje.
Ante el ineludible contexto pandémico en el que se desarrollará la concentración, Pedro Méndez no alberga «demasiada incertidumbre» y destaca que «siempre que se tenga las mascarillas puestas y las medidas, estará todo bien».
Su compañero, el vallisoletano Pedro Pérez, concuerda con el pensamiento del andaluz, pero atisba un ambiente «más parado», realidad que achaca a la covid. «Teníamos previsto que nos visitase bastante más gente, pero entre que algunos se han contagiado y otros han cogido miedo, algunos se han echado atrás», asegura.
De igual manera, y pese a las dificultades por la situación sanitaria, espera visitantes de varios puntos del país. «De momento ha venido nuestro amigo Pedro, va a venir más gente de Cádiz, de Madrid, de Barcelona, de Lérida...así que vamos a estar como queremos, con compañia de todos lados y pasándolo bien. Además, estaremos con otros amigos que montan los motoclubs a los que solo vemos aquí en concentraciones como Pingüinos, una vez al año, pero es como si fuésemos amigos de toda la vida», reconoce sobre los vínculos creados a lo largo de cincuenta años de fidelidad a la cita vallisoletana.
«Llevamos viniendo desde las primeras concentraciones, luego en el 1982 se instaló definitivamente como Pingüinos y, desde esa fecha, no he faltado ningún año», apunta Pedro Pérez sobre su historial motociclístico. Pese a la vitalidad que emana, los años pasan factura y cuenta las etapas vividas en el asfalto con las motos que han pasado por sus manos. «Primero estuve viniendo con motos R -deportivas-, y luego con motos de turismo» comenta. «Ahora vengo con el coche de caballos -así define a su moto actual- porque ando un poco jorobado y no puedo andar», añade sobre el motivo de estos cambios.
Su trayectoria a lomos de estas máquinas está marcada por una enfermedad autoinmune que le «limita bastante», de tal manera que acude a las concentraciones con la silla de ruedas con la que se mueve habitualmente. «Suelo decir que voy en siete ruedas, porque además de moto voy en silla de ruedas. Me cogí el coche de caballos porque no quería dejar el vicio de las motos», asevera.
Lejos de desanimarse por esta circunstancia, la pasión por las dos ruedas ha llevado a Pedro Pérez a adaptar su moto acorde con su movilidad y añadirle un acople para, además de aportar estabilidad, poder llevar con él a su familia, también motera.
Con la experiencia que otorga llevar desde los ocho años con una moto entre manos, el vallisoletano ha buscado la manera de continuar disfrutando de Pingüinos. «Con las muletas me apaño lo justito para, con ayuda de amigos y compañeros, levantarme y poder subir y bajar de la moto y poder seguir viniendo», revela sobre la forma en la que monta sobre su 'coche de caballos'.
«Es una complicación añadida, sí. Tengo un portabicicletas y cuando voy a las concentraciones suelo llevar la silla ahí. Ahora, para Pingüinos, me la traen unos amigos en camión, la dejamos a la puerta de la carpa y así me bajo de tres ruedas y me monto en cuatro», responde a la pregunta sobre el método que utiliza para hacer esa transición.
Al otro lado de las 35 hectáreas de la campa de Pingüinos, otro grupo de moteros comienza a montar el campamento. Se trata del grupo Paki Pallá de Tarragona, cuyos integrantes vienen a Pingüinos desde Segovia, previa escala en Cantalejo para asistir a otra convocatoria para amantes de las dos ruedas.
Pedro Cervantes, integrante de la expedición, comenta que tanto el como sus otros cuatro compañeros vienen ya rodados. «Hemos estado en Cantalejo estos días y ahora venimos aquí, a Pingüinos, a seguir la fiesta», señala sobre la ruta que les ha llevado hasta tierras vallisoletanas.
Ellos cinco, son la avanzadilla del grupo para que todo esté listo cuando llegue el resto. «Ahora somos cinco, pero aún tiene que venir más gente de Murcia, Cádiz, Málaga... calculo que nos juntaremos aquí unas 30 o 40 personas», acota el motero. Para ellos, el coronavirus es el único escollo que impide que se unan más integrantes.
«Alguno siempre tiene un compañero, amigo o familiar que en esta ocasión ha tenido que quedarse en casa por esto, pero nosotros lo llevamos bien. Después de Cantalejo, nos hemos hecho test, hemos dado todos negativo, así que continuamos sin problema. Por supuesto, respetaremos tanto las medidas autoimpuestas como las que aplique la organización, sin duda. Lo único que queremos para esta edición es recuperar el ambiente que hay aquí siempre.», desea Pedro Cervantes con la emoción de volver a Pingüinos.
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