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Da la sensación, viendo a Alejandro Martínez subido de pie en su BMW de trail, de que a este asturiano de Avilés no le hacen falta muchas excusas para sacar la moto del garaje. Hace tres años, en Pingüinos, conoció a Jorge Barragán y a ... su hijo, canarios, que habían viajado por primera vez hasta la concentración. El año pasado Jorge volvió con más compañeros, seis en una tanda y otros cuantos, hasta completar 25, en diferentes grupos. Así que Alejandro pensó que quizá necesitarían un guía, o un GPS de carne y hueso. «No entendían el habla y dije a ver si esto, que es muy grande, no lo conocen y tiran para otro lado», dice con sorna. Para que eso no ocurriera, bajó desde Avilés a Huelva y los acompañó hasta Valladolid.
El martes, Alejandro completó la jugada de nuevo. Solo que esta vez llegó a Cádiz, recogió a más de 40 canarios y volvió con ellos hasta Pingüinos, que abrirá sus puertas oficialmente hoy. En total, cincuenta motoristas de las Islas Canarias se instalarán en la zona que han acotado sus amigos de Piratas del Asfalto (de Pozaldez). «Este año hemos superado las expectativas. El primer año fuimos dos, el segundo año, 25, y este seremos cincuenta de varias islas, Gran Canaria, Tenerife y Fuerteventura», cuenta Jorge Barragán, al que una compañera de ruta señala como «el presi». «Salimos el viernes pasado, el día 3, en barco, que hace un trayecto parecido a la guagua, pasa por todas las islas», se ríe Jorge. «Llegamos el lunes 6 a las 12:30 a Cádiz, donde vino a buscarnos un amigo de Avilés, Alejandro, para luego acompañarnos hasta aquí». Y fin de ruta a eso de las 16 horas, después de que varios integrantes del club Turismoto se acercaran hasta El Montico, en Tordesillas, para acompañarles desde allí en su entrada a la concentración. «Turismoto se vuelca con nosotros de forma espectacular, estamos en contacto todo el año y nos esperan a la entrada, nos reciben...», agradece Jorge Barragán.
jorge barragán, motero canario
La ruta, esta vez, ha sido tranquila. La de Alejandro, desde Avilés, comenzó el sábado. «Salí de Avilés, paré a dormir en Guijuelo en una gasolinera con un saco, donde pillé, y luego a Cádiz a buscar a los de Tenerife», dice. Desde entonces, ya en grupo, la cosa ha sido más tranquila y, parece, más planificada. «Hemos tardado casi tres días porque hemos querido hacerla en plan tranquilito. El año pasado tuvimos que hacerlo corre-corre porque las navieras nos fastidiaron. Y este año como veníamos con tiempo y lo hemos podido organizar todo mejor hemos pernoctado dos noches fuera, una en Berlanga, Badajoz, y otra en Salvatierra de Tormes, en Salamanca, en un albergue estupendísimo con una gente espectacular», dice Jorge Barragán. «Y hoy ya estamos aquí». Le interrumpen las voces de euforia de los compañeros, mientras otro de ellos cuenta al teléfono, a alguien que evidentemente va a sufrir no haber venido, que «esto es una aventura que merece la pena». «Ya tienen todos el subidón», se ríe Jorge. «Después de 900 kilómetros ya estamos aquí otra vez».
La pregunta es por qué, claro. Por qué alguien que el año pasado se quedó helado -casi literalmente- cuando le dijeron que había hecho «muy bueno» en esa edición de Pingüinos se arriesga a meterse un viaje así para enfrentarse a noches bajo cero en el pinar. «Hay una pasión muy fuerte en Canarias por el mundo de la moto y este año ha sido espectacular porque hemos trabajado mucho con redes sociales, en concentraciones, con actos solidarios... Y la gente se ha animado mucho». Les han apoyado, incluso, cuatro ayuntamientos, los de Santa Cruz de Tenerife, La Guancha, Icod de los Vinos y San Cristóbal de La Laguna. «Hay una ruta de seis canarios más que salen desde Málaga que llegarán mañana jueves», añade Barragán. Aguantarán toda la concentración y luego partirán hacia casa con una ruta diferente. «Volvemos por Portugal. Saldremos el domingo en dirección Guarda, pernoctaremos, y luego haremos noche en Alcoutim (sur de Portugal) y el martes día 14 embarcamos en Cádiz hacia Canarias».
Por las provisiones hasta el domingo no hay problemas. Hasta en eso ha reparado su guía asturiano, Alejandro. «Viene luego un compañero que me trae las cajas de sidra. Porque bajé un año con dos cajas de sidra y me fastidió la Guardia Civil porque al parecer no podía traer dos cajas de sidra en la moto, así que ahora me las trae la furgoneta y me quito de problemas».
José Miguel Dilla aparcó su trike el martes. «El año pasado fui el primero, este año he llegado el segundo porque ya había unos chicos de Málaga», dice. Montó la tienda, preparó la hoguera y se sentó en el porche a descansar la mente. «Este motero de Arganda del Rey no ha venido con su esposa esta vez, compañera habitual de andanzas, pero no le faltará compañía. »Vendrán unos compañeros de Valencia, de Cantabria, de Salamanca, de Cáceres y del País Vasco«, enumera. Asegura que estas primeras noches en el pinar le sirven para relajar »la cabeza« del ajetreo de todo un año. »Me siento ahí, escribo mis libros de ruta y soy feliz«. Es de esos a los que las horas de los días previos a la cita se le pasan insoportablemente despacio.
En la zona opuesta se desperezaban por la mañana Óscar y Enrique. A su lado, ocho o nueve pequeños iglús bien alineados, pero nadie más. Es la primera vez que acuden y ya han pasado una noche pingüinera, con su helada, su niebla cerrada y su escarcha matutina. «Tenemos un amigo que ha venido más veces y estaba obsesionado con venir pronto para coger sitio en los árboles», dicen. Así que vinieron los tres el martes, montaron... Y el amigo, Chili, se volvió a Madrid porque hoy trabajaba. «Vuelve hoy», dicen. Muestran las imágenes de las motos, una deportiva (Honda GSX-R) y una trail (Yamaha Teneré) cargadas de bultos en equilibrio. «Nos juntaremos unos treinta», explican, casi todos ellos del entorno de Madrid, Torrejón o Alcalá especialmente, salvo un compañero que acudirá desde Jerez.
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