
«Piensas que al ser joven no te vas a contagiar y se pasa mal»
Míchel Guijarro, 28 años ·
Dio positivo en covid a principios de este mes y sufrió un cansancio «inhumano», fiebre y una pérdida del gusto y del olfato que aún perduraSecciones
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Míchel Guijarro, 28 años ·
Dio positivo en covid a principios de este mes y sufrió un cansancio «inhumano», fiebre y una pérdida del gusto y del olfato que aún perduraTodo comenzó el 30 de octubre, viernes. Míchel Guijarro Calzada, vallisoletano de 28 años, estaba yendo hacia el centro de enseñanza Gregorio Fernández de Valladolid, ... donde estudia un ciclo superior de Guía, Información y Asistencia Turística, cuando recibió la llamada de un número desconocido. Al otro lado del teléfono, una rastreadora que le instaba a regresar a su casa porque su madre, trabajadora de ayuda a domicilio, había dado positivo en coronavirus. Entonces, recuerda este joven, el «susto fue más por mi madre, por saber cómo estaba, que por mí». «Fui a casa corriendo, preocupado por cómo podía estar ella. Ese día me encontraba perfectísimamente, pero habíamos comido los días anteriores en la misma mesa y sabía que me lo podía haber pegado», recuerda, al tiempo que incide en que «ella tiene un contacto muy directo con la gente, lleva sus EPI pero aún así te lo puedes traer en la bata o en cualquier otra cosa».
Guijarro sabía que era «bastante probable» que también se hubiera contagiado y decidió aislarse en su habitación «para no estar juntos». Durante el día, dice, se encontraba «bien». Un malestar general que atribuyó a la tensión y al «nerviosismo» tras conocer que debían guardar al menos diez días de cuarentena. «No se lo quería contar a nadie para no preocupar, porque yo me encontraba bien», reitera.
Pero la covid comenzó a dar la cara en su cuerpo tan solo unas horas después de encerrarse en su cuarto. «Me empecé a encontrar un poco mal, tenía febrícula y me dolía un poco la cabeza. No sabía si era sugestión, pero no me encontraba nada bien, y pasé una noche horrible, cada vez peor, con más fiebre y más dolor de cabeza», apostilla.
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Al día siguiente, sábado, vivió «sin duda el peor día» de los diez que permaneció en aislamiento. «Me desperté con un dolor de cabeza terrible, una fiebre bastante evidente y un dolor de cuencas de los ojos súper raro. Era abrirlos y me dolía», incide. A ello, además, había que añadir el «cansancio indescriptible e inhumano» que padeció. Se sentía en un cuerpo que no era el suyo. «Nunca tuve una sensación parecida como la que viví esos días. Era como que estaba en otro cuerpo, levantaba la mano y ya me cansaba, no podía ni moverme, como si tuviera veinte años más», continúa.
No obstante, «lo peor de todo», explica, era saber que su madre estaba mal y él no podía hacer nada al respecto. «Ella se puso peor, con mucha fiebre, una tos increíblemente fuerte y dolores musculares. Era una impotencia tremenda el hecho de estar yo malísimo en una cama y saber que mi madre estaba peor en otra», argumenta Guijarro.
Cuando pensaba que «la cosa no podía empeorar», se quedó sin gusto ni olfato, que aún a día de hoy no ha recuperado. «Me levanté a hacer el desayuno y me mareaba, a cada paso que daba sentía que me tenía que volver a la cama, pero mi sorpresa fue al abrir el cajón del café y no oler absolutamente nada, y ya me han dicho que tardará en volver». Tenía síntomas compatibles con la covid, pero no fue hasta seis días después, el miércoles 4 de noviembre, cuando los profesionales sanitarios le confirmaron que era positivo en covid-19. Para entonces, Míchel Guijarro, aunque estuvo toda la cuarentena «en la cama», ya había conocido la peor cara de la enfermedad. «Mal, mal, solo estuve el sábado y el domingo. El lunes empecé a notar una leve presión en el pecho, pero pienso que es de las posturas que tenía por estar tanto tiempo en la cama, que no me levantaba para nada, y tuve un poquito de tos», indica.
Míchel Guijarro vivió el estado de alarma fuera del país. En Bruselas, concretamente, donde estudiaba. Llegó en septiembre y, admite, «fue un 'shock' todo lo que me encontré». «Lo viví de una forma totalmente diferente. Pasé todo lo gordo allí y no era ni parecido a lo que viví cuando llegué aquí». Allí, comenta, «la gente iba sin mascarillas, se ha podido ir siempre a todos los sitios y cerraron menos tiempo que aquí».
En definitiva, aterrizó en España con «otro pensamiento». Le costó adaptarse a la denominada 'nueva normalidad'. «Pensaba que si no me había contagiado allí con todo lo que había hecho, aquí no iba a coger el virus con tanta medida como hay, pero estaba equivocado, y eso que nunca me he relajado y he tomado todas las precauciones».
Creía que «estaba fuera de todo esto». Que la covid no iba a tocarle a él. Iba «sin miedo, pero con cuidado». «Soy joven, con buena salud, que tiene cuidado, no hago el loco ni voy haciendo el tonto por ahí... Pensaba que al ser joven y estar bien de salud no me iba a contagiar y la verdad es que se pasa mal», subraya Guijarro, al tiempo que insta a los jóvenes a «no fiarse de la edad». «Hay que tener muchísimo más cuidado del que se tiene. Que nadie se piense que por ser joven no le va a pasar nada, porque puede pasar. Y lo que es peor, puedes hacer daño a tus seres queridos. Ver mal a tu padre, madre o abuelos es casi peor que lo que te puede pasar a ti. No me perdonaría en la vida si se lo hubiera pegado yo a mi madre», sentencia.
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