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Juan Carlos Berguices, con su perro Gus. H. Sastre
Coronavirus en Valladolid: «Pensé a veces en lo peor, pero tuve la mente positiva»

«Pensé a veces en lo peor, pero tuve la mente positiva»

Juan Carlos Berguices, de 48 años, pasó ingresado 17 días «eternos» en el Hospital Clínico de Valladolid después de contagiarse con el Covid-19

Martes, 7 de abril 2020, 06:53

Psicológicamente es duro, pero del coronavirus, se sale». Lo dice Juan Carlos Berguices con conocimiento de causa, después de haber estado ingresado en el Hospital Clínico de Valladolid 17 días, «en los que te da por pensar en mil cosas». aislado de todo y de todos, 17 días «que se me han hecho eternos».

Cree saber este vallisoletano de 48 años dónde se contagió por el virus. «Estuve en Madrid el 29 de febrero y el 1 de marzo, en la asamblea general de la Federación Española de Profesionales de la Fotografía y la Imagen (Fepfi), y pienso que pudo ser en el metro donde me infecté, por las barras en las que te agarrabas», cuenta Juan Carlos, que tiene un estudio de fotografía en la calle Alamillos, ÑFotógrafos, y una experiencia en el ramo de 22 años.

«Estudié en San Francisco, en las Delicias, y luego en Cristo Rey, pero no encontré lo que buscaba y me fui a la Escuela de Arte. Cuando terminé, recibí por error una carta del Ministerio para dar clase en un centro de educación de mayores, no era para mí pero me hicieron la entrevista y pasé. De ahí me fui al Forem, donde estuve dos años dando clase, y de ahí monté el estudio (donde hace bodas, comuniones, embarazos y recién nacidos), apunta Juan Carlos, que el 5 de marzo empezó ya con más de 38º de fiebre.

«Fui al curso de la Asociación de Fotografía, estuve tosiendo pero por suerte no se lo pegué a nadie. Terminé a las 20:00 horas y me fui a un hospital privado, me recetaron paracetamol y descanso. Estuve en la cama hasta que el día 10 fui al mismo hospital por la mañana, a Urgencias, donde me hicieron una radiografía, y me dijeron que podía ser principio de gastroenteritis y me dieron siete días antibióticos. No me moví de la cama, hasta que el día 12 fui ya al Clínico, a Urgencias, pero no me hicieron la prueba y me mandaron para casa. Estuve otros dos días muy jodido y el 14 me fui a Urgencias del Clínico otra vez, me hicieron la prueba y di negativo, pero un médico dijo que, con los síntomas que tenía, que me la repitieran, y ya fue cuando dio positivo», agrega Juan Carlos, que ha estado ingresado desde el 14 hasta el 30 de marzo.

«De los primeros días no tengo mucha consciencia, me daban cuatro pastillas por la mañana y cuatro por la tarde, y antibióticos entre medias. Mi hermana me decía que arrastraba las palabras por teléfono, mi familia estaba acojonada. Estuve dos o tres días solo, pero luego metieron en la habitación a Miguel Ángel, que también estaba contagiado, y ya fue un poco más ameno, pero el 23 le dieron el alta. Yo me animé porque pensaba que, si él había salido, yo también podía, pero lo he pasado mal. Apenas podíamos descansar y solo teníamos para andar seis pasos hacia adelante y seis hacia atrás, he adelgazado siete kilos», señala Juan Carlos, que volvió a tener compañero de habitación al día siguiente.

«Metieron a un señor de 89 años, Leandro, que los primeros días estaba bien, pero luego se le empezó a ir la cabeza y deliraba, gritaba auxilio... Además estaba sordo el pobre y no me oía, así que no podía hablar con él», hace hincapié Juan Carlos, a quien, cada dos o tres días, le hacían analíticas y radiografías.

«La médica decía que estaba mejor, pero no tan bien como yo me creía. El día 25 la prueba me dio negativo y pensaba que me iba, pero estuve cinco días más por una inflamación general en el cuerpo, sería alguna reacción que tuve a algún medicamento», comenta Juan Carlos, a quien le ha dado tiempo durante los días de ingreso a pensar «en mil cosas»

«Por momentos sí pensé en lo peor, pero siempre procuré tener la mente positiva, procuraba no ver las noticias», apostilla este vallisoletano casado con Mar, con quien tiene una hija, Sara.

«El día 30 salí del hospital y no me lo creía, pensé que me iba a alegrar más cuando me lo dijeron, será que no me hacía ilusiones hasta tener los papeles. Cuando salía de la décima planta, me paró un vigilante y me preguntó que adónde iba, le dije que me iba para casa con el alta, también vino un celador y me preguntó lo mismo, hasta que vieron que era verdad. El celador me acompañó hasta la puerta de la calle, le iba diciendo a la gente que me habían dado el alta y me aplaudían, yo les decía que era a ellos a los que había que aplaudir», afirma Juan Carlos, que tilda de «maravilloso» el trato recibido en el hospital.

«Tenían problemas con los EPI y alguna veces hasta entraban con bolsas de basura. Arriesgan por nosotros su vida y la de sus familias», concluye Juan Carlos.

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