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Apenas han pasado unos días desde que falleció Juan Manuel Merino Neira, pero a su esposa Pilar, a sus hijas Soraya y Sara y a ... sus nietos Alberto, Daniela, Martina y Carla no se les va la pena. Le recuerdan como un hombre alegre, jovial, bondadoso, humilde, inteligente y, sobre todo, generoso, ya que lo dio todo por su familia y también por sus amigos.
Sienten que la covid se lo ha llevado de manera injusta, antes de tiempo. Cuando todavía tenía mucho por descubrir y disfrutar. El «maldito virus» les ha privado de disfrutar más de él, y por ello, no encuentran consuelo.
Desde 2011, Juan Manuel sufría de graves patologías pulmonares que le llevaron a perder uno de sus pulmones. Fue un duro golpe del que salió adelante con entereza. «Aquello le dio mucha más valentía a la hora de vivir y disfrutar de las pequeñas cosas. Aprendió a sacar el jugo a todo lo que hacía con nosotros, especialmente de su pequeño huerto en Villanueva de Duero, que era su máxima ilusión», cuenta su hija Sara emocionada. Él era montador de parquet y tarima y antes de eso, fue visitador médico. «Era una persona muy culta y sabia. Conocía perfectamente la composición de los medicamentos, por eso todo nuestro agobio era que él sabía perfectamente en qué momento estaba de la enfermedad, según lo que le iban suministrando», prosigue Sara.
Especiales coronavirus
El pasado mes de febrero comenzó a saturar mal y a sufrir algunos mareos, pero tras tres días ingresado en el Clínico, Juan Manuel recibió el alta. En marzo, le repitieron los síntomas y fue cuando le detectaron un trombo en su único pulmón. «Su segundo ingreso se prolongó del 16 al 24 de marzo. Por sus antecedentes previos, por tener sólo un pulmón en el que ahora tenía un trombo, me parecía que era muy pronto para mandarle a casa.
De hecho, el mismo día del alta, ya en casa, empezó a sentirse mal y le subió la fiebre. Le llevamos al hospital. Le hicieron la prueba de antígenos, que fue negativa, pero como tenía todos los síntomas, le hicieron también una PCR que salió positiva. Mi padre se había contagiado en el hospital. En su informe pone que se trataba de una infección nosocomial de covid, por lo que no tenemos ninguna duda y sabemos que otros pacientes se infectaron al mismo tiempo que mi padre. Los mismos médicos nos dijeron que hubo un brote. Tenemos claro que lo cogió estando ingresado», lamenta Sara.
Tras una leve mejoría los médicos propusieron darle el alta médica. A lo que la familia se opuso. «Querían que le trajésemos a casa, pero insistí mucho en que mi padre, con sus antecedentes, tenía muchas posibilidades de empeorar y que estaría mejor vigilado en un entorno sanitario. Además, en el día que había estado en casa, había contagiado a mi madre. Mi miedo era que empeorara y no pudiéramos atenderle como era debido. Finalmente le derivaron al Edificio Rondilla y ahora, creo que me equivoqué. Intenté hacer lo mejor para él, pero si hubiera venido a casa, hubiera estado más arropado por nosotros. Tengo la pena de que mi padre estuvo muy solo en sus últimos días. Esa misma pena la sufren muchas familias», dice su hija, que pudo ir a verle el día 6 de abril. «Allí vi mucha tristeza y mucha soledad. Le llevé la prensa, crucigramas y libros para entretenerle. Sonreía, pero se le notaba preocupado», añade.
Tras ese día, Juan Manuel empezó a saturar mal otra vez y le derivaron al Clínico, donde ingresó grave. «No entiendo que le quisieran dar el alta con todo lo que él tenía. Aquello era como estar viviendo una película en la que sabías que no iba a tener un buen final. El médico que nos llamó para decir que mi padre ingresaba en el Clínico de nuevo, nos dijo que ese ingreso iba a proceder a defunción. Que te lo digan así, te parte en dos. El 11 de abril a las 04:00 de la mañana nos avisaron de que le iban a sedar, cuando llegué al hospital, una enfermera le estaba sujetando la mano porque él no quería estar solo. Ver esa escena me partió el alma. La soledad del paciente es terrible», dice Sara rota.
Su esposa Pilar no pudo despedirse de él y tampoco pudo acudir a su funeral. Él la había contagiado por covid y tuvo que guardar cuarentena. Para la familia eso es lo más duro de todo, ya que Juan Manuel era una persona «familiar, dulce y que se hacía querer» y les hubiera gustado que hubiera estado más arropado en su despedida.
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