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El presidente de ARBA, Julián Rodríguez (derecha) con dos usuarios de la asociación y la madre de uno de ellos. L. S.

«Es un peligro que en Navidad el consumo de alcohol se normalice»

La asociación Alcohólicos Rehabilitados advierte de las consecuencias de que en estas fiestas las familias sean más permisivas con los adolescentes

Lorena Sancho Yuste

Valladolid

Domingo, 31 de diciembre 2017, 10:29

En la costumbre de festejar el fin del trimestre con una fiesta en el campus, el fin de año con una comida o cena de empresa y la Nochebuena o la Nochevieja en familia pone la lupa la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Valladolid (ARVA). En ese gesto tradicional de brindar por las nuevas fiestas o en el de «coger el punto gracioso» de la velada en cuestión pone el acento este colectivo que lucha por educar en la prevención del consumo desmesurado de alcohol y en su posterior cura cuando la persona sobrepasa los límites. Porque hay un peligro, dice su presidente, Julián Rodríguez, en el hecho de normalizar el consumo de alcohol durante la Navidad, «en el de ser permisivo con los adolescentes por el mero hecho de ser Navidad y estar en familia o de celebración». Pues es ahí, advierte, en la edad temprana, donde la mayor parte de los casos de enfermos por alcoholismo que tratan en su sede de la calle Mariano Miguel López empiezan el periplo que terminará en calvario. «Hay infinidad de gestos que no controlamos y que al final son un peligro. Por ejemplo, que exista una botella de espumoso sin alcohol para niños, similar a la de los mayores, ya está incitando a beber. Y que conste que no queremos quitar las viñas ni erradicar el alcohol, pero sí que exista una mayor información y formación al respecto», añade Julián Rodríguez.

Ángel (55 años), Elena (51 años) y Jaime (39 años), actualmente entre las 300 personas que forman parte del proyecto de ARVA en Valladolid, dan buena cuenta de esta advertencia. Los tres comenzaron a tontear con el alcohol en el instituto, cuando salían de fiesta con los amigos, cuando aun no rozaban ni de cerca la mayoría de edad. «Y va a más, a beber a diario, en comidas y cenas, y hasta en tu propia casa, como algo normal, hasta que llega un momento que tu vida se va al garete y te ves con la maleta en la puerta», relata Ángel, ex director comercial.

«Borrachera» a los 17 años

La primera vez que Carmen, madre de Jaime, vio a su hijo «borracho» éste tendría 17 años. «No se tenía en pie». Habló con él para que la situación no volviera a ocurrir. Y lejos de atajarla, se recrudeció. «Antes de entrar en Alcohólicos Rehabilitados me podía beber fácilmente diez litros diarios de cerveza», admite el joven. A Jaime le influyó mucho su inesperada situación de desempleo. Pero también, dice, su timidez a la hora de enfrentarse a la vida diaria. «Hasta que un día yo mismo me di cuenta de que no podía seguir así, y pedí ayuda».

Como él son cada vez más numerosos los jóvenes que recalan en la sede de esta asociación en Las Delicias en busca de ayuda. La media de edad en los usuarios ha bajado, de tal forma que ahora mismo será de 40 años. «Y tenemos dos grupos que hay que diferenciar. Por un lado el bebedor social, el que desarrolla la enfermedad tras llevar bebiendo desde la juventud; y, por otro lado, la moda del atracón, la de adolescentes que salen a beber el máximo alcohol posible en el menor tiempo, y esto al final lleva al fracaso escolar y a una mala relación con la familia».

Porque en cenas de Navidad o Nochevieja, tal y como asegura Elena, es cuando la persona que es alcohólica puede encontrar un refugio, «pues parece que está bien visto beber y hasta cogerte el puntillo». De ahí la importancia de educar y formar desde la niñez, apuntan. «Yo ahora echo la vista atrás y me doy cuenta de que desde joven siempre me quedaba la última e incluso buscaba alguien con quién reengancharme», narra esta mujer.

El alcohol, incide el presidente de ARVA, «abre la puerta al resto de drogas». Y aboga por invertir en educación y en la prevención. «Porque no es un problema que se solucione con prohibirlo a menores de 18 años, sino en concienciar y en evitar, por ejemplo, juguetes que recrean una barra de bar», concluye.

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