Ron y Kaila, Joy y Piña hacen cola en la marquesina –sus dueñas con el bonobús en la mano–, a la espera de que pase el próximo autobús. Quedan cinco minutos para que el 8 se acerque por esta parada de Huerta del Rey. ... Eso sí, verán pasar el vehículo de largo porque, de momento, los perros no pueden subir al transporte público. De momento. El Ayuntamiento acaba de iniciar el proceso para modificar el reglamento que define los derechos y obligaciones de los usuarios de Auvasa y, atención, se abre a la posibilidad (es aún solo una posibilidad) a que las mascotas viajen en autobús.
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«Queremos testar la opinión de la ciudadanía», asegura Luis Vélez, concejal de Vialidad, quien reconoce que el Ayuntamiento se muestra «receptivo» a esta opción, «ya posible en muchas ciudades europeas». «Veremos a lo que se llega, pero queremos conocer la opinión de los usuarios y sus necesidades», asegura el edil. Para ello, el Consistorio ha abierto, hasta el 31 de marzo, un plazo de recepción de ideas (en el registro virtual o presencial del Ayuntamiento, a través del correo dmeu@ava.es) para tomar la temperatura de la ciudadanía respecto a esta opción. Protectoras y colectivos animalistas ya se han organizado (a través de grupos de 'whatsapp' o redes sociales) para animar a Auvasa a que se abra a esta posibilidad.
«No hay ningún motivo para no permitirlo, para que un perro no pueda subir a un autobús, siempre y cuando se regule», explica Silvestre Ambrós, impulsor de Valladolid Pro Animal, uno de los grupos de Facebook que ha alentado la campaña de adhesión a la propuesta. «Hay gente que tiene que ir al veterinario y no lo tiene cerca, mayores que van a ver a sus hijos o nietos, personas que necesitan salir más allá de su barrio y van con su perro», asegura Ambrós, quien entiende que, una vez abiertas las puertas del autobús a los animales, «habrá que determinar de qué modo podrán viajar».
«Es un derecho, pero sabemos que también tiene que haber obligaciones», evidencia Verónica, de la asociación Volanvall. «Yo tengo cuatro perros, Ron, Moka, Toffe y Bimbo, y sé que con varios de ellos no podría viajar en el autobús. Porque se ponen nerviosos, darían guerra... Ahí está también la responsabilidad del dueño. El único con el que podría subir es Ron, porque es muy tranquilo, sé que no va a morder ni intimidar a nadie. Habría que llevarlo atado, como por la calle, y a lo mejor nos obligan a que también con bozal, si es un gato o conejo con transportín, con espacios reservados dentro del vehículo. Sabemos que luego se tiene que regular, pero sería un paso muy importante», dice Verónica.
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«Nos pasamos la vida utilizando a los animales (porque nos hacen compañía, nos cuidan la casa...) y hay que ofrecerles también derechos a cambio», indica Cristina Bedera. «Para muchas personas, el perro es un miembro más de su familia... y que puedan subir al autobús es una forma más de integración», asegura Andrea, quien vive con Kaila, su pareja y cuatro niños en Zaratán.
«Cuando venimos a Valladolid, aparcamos en la Feria de Muestras y desde ahí nos movemos.Si tienes que ir a un sitio lejos, ya te lo piensas, porque no puedes subir con Kaila en el autobús... y tampoco entrar en muchos locales. Hay tiendas, bares, restaurantes que no permiten la entrada de animales... y tienes que dejarlos en la puerta», cuenta Andrea, consciente de que la regulación no será sencilla y de que habrá que tener en cuenta la sensibilidad de todos los pasajeros de Auvasa. «Se tendrán que buscar soluciones, por ejemplo, para respetar a las personas que son alérgicas», aventura.
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Patricia Estébanez ofrece pistas para afrontar estos dilemas. Ella acostumbra a viajar con Joy y Piña por Europa y planifica sus salidas de acuerdo con las posibilidades que les ofrezcan a sus perras. «En Berlín no hay problemas para subir en el metro o en el autobús. En Bilbao te dejan usar el teleférico. También puedes viajar en el metro o cercanías de Madrid (cada pasajero solo puede acceder con uno, con bozal y correa de menos de 50 centímetros). Los cálculos de Madrid dicen que alli suben, de media, 364 perros al día en su red de metro. En algunos casos tienen reservados determinados vagones. «En los autobuses de muchas ciudades, están marcados (con la huella de un perro) aquellos en los que puedes subir con tu animal». No son todos, sino que se eligen vehículos concretos de una misma línea. «A lo mejor no puedes subir en el más inmediato, pero el siguiente sí que está autorizado para que puedan acceder los perros».
«Si está bien identificado, todos los usuarios sabrán que en ese autobús puede haber animales. Y luego, se pueden establecer sitios concretos: en la parte trasera o, en los articulados, en la central». «Al final son animales domésticos, que están vacunados, cumplen con normas de higiene y no van a transmitir ninguna enfermedad», concluye Patricia, quien entiende que abrir el transporte público a las mascotas será beneficioso para los vallisoletanos y los turistas: «Es un atractivo más a la hora de decidir destino».
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Todos ellos se han sumado a esa campaña que pide que las mascotas puedan subir al autobús, pero insisten en la necesidad de que esté bien regulado, para conocer sus derechos y obligaciones. «Eso es lo que tendremos que fijar ahora», reconoce el concejal Vélez, quien anuncia que son «muchos» los correos y escritos que reciben, dentro de ese plazo abierto de participación, para que Auvasa permita en sus trayectos a los viajeros que dicen guau. «El reglamento actual tiene cuarenta años y ya ha quedado obsoleto. Hay que regular los nuevos derechos y obligaciones de los pasajeros y que puedan subir sus animales de compañía es una posibilidad que hay que estudiar y regular bien». Una vez recogidas las ideas se redactará un borrador del texto, que pasará por comisión y pleno para su aprobación inicial, con la apertura de alegaciones antes de que el reglamento sea defintivo. «Es un proceso largo, pero queremos tenerlo en este 2021», concluye.
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