![Una vecina del fallecido: «Lo que le ha pasado a Ricardo nos puede pasar a cualquiera»](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202002/21/media/cortadas/generosa-kPIE-U100232001912NRB-624x385@El%20Norte.jpg)
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Miriam Conde
Viernes, 21 de febrero 2020, 21:51
El bloque de vecinos del número 20 de la calle Feliciano Escudero amaneció ayer lleno de pena y soledad por la muerte de uno de sus vecinos que vivía solo, Ricardo Velasco. «Antes de que ocurriera la desgracia hablé con los vecinos sobre su ... ausencia», asegura Generosa Rey, una de las 21 personas mayores que viven en el edificio situado al borde del Campus Miguel Delibes. Tenía «buena relación» con Ricardo (a quien «le había dado hace tiempo un infarto»), ya que una vez le acompañó a urgencias «por un dolor en el pie». Esta mujer también se lleva «muy bien» con los cuatro estudiantes que viven el mismo edificio. «Hay dos hermanas que viven juntas y otros dos estudiantes, uno en cada piso», quienes «están para atender urgencias». Cuando Generosa se rompió el húmero, «una de las chicas vino a fregarme la habitación», explica.
La única vía de comunicación que los vecinos tienen con los universitarios es el timbre de la puerta, ya que no tienen ni su teléfono ni las llaves de su casa. «Cuando vimos que hacía más de un mes que no subía la persiana y tampoco abría la ventana, ahí sospechamos», añade Generosa.
Los vecinos que ayer se asomaban a la puerta de su casa, pedían «una limpieza a la vivienda del fallecido» debido al olor que inundaba el rellano por la ventilación del piso en cuestión. «Yo también vivo sola y lo que le ha pasado a Ricardo nos puede pasar a cualquiera», asegura Generosa, que «tenía la intuición de que estaba muerto». Ahora está «triste», porque «no es normal que haya pasado tanto tiempo desde que falleció hasta que le encontraron».
José Antonio Rodríguez es vecino de la calle Feliciano Escudero, pero «no conocía al fallecido personalmente». Con quien sí tiene «algo de relación» es con los jóvenes, que a veces le acompañan a la compra y al médico. «Una vez me trajeron a casa un paquete y unas pilas que necesitaba, pero no hacían mucho caso», cuenta. Asimismo, llamó a las oficinas del Viva, donde le dijeron «que los chavales estaban preparados para atender necesidades, pero no ha sido mucho el trato», dice Feliciano.
El piso en el que vive Carmen, otra de las vecinas, está junto al de las jóvenes alquiladas y nunca ha necesitado su ayuda. No tenía trato con Ricardo porque es un hombre «solitario», pero sí se había percatado de su existencia. «Era un señor que no salía ni entraba de casa a menudo y era raro que no estuviese», concluye esta mujer.
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