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La Unidad de Biocontención del Río Hortega de Valladolid está considerada como la más avanzada de España en sus características y hubiera sido el espacio sanitario idóneo para acoger el reciente caso del paciente con fiebre hemorrágica de Crimea-Congo de El Bierzo (León); pero ... tuvo que ser ingresado en su homóloga en el Hospital Donostia del País Vasco, el pasado 21 de julio, al no estar en funcionamiento la castellano y leonesa, tal y como destacan fuentes sanitarias. El afectado tuvo que ser trasladado, con fuertes medidas de seguridad en un avión medicalizado del ejército, hasta San Sebastián. Desde Sacyl, en colaboración con los profesionales del Hospital del Bierzo, se activó el protocolo de actuación en coordinación con el Ministerio de Sanidad y se enviaron muestras sanguíneas del afectado al Centro Nacional de Microbiología en Majadahonda (Madrid) para las preceptivas pruebas.
Una vez confirmado el diagnóstico, el Ministerio de Sanidad hizo un llamamiento a las comunidades en busca de un servicio de alta seguridad para este paciente, un varón de mediana edad al que había picado una garrapata provocándole esta grave infección. La Unidad de Bioseguridad del Río Hortega es un espacio especializado en enfermedades infecciosas que estuvo parcialmente abierto el pasado mes de febrero; pero ahora está sin actividad.
El servicio autonómico de referencia debería haber entrado en funcionamiento a pleno rendimiento el pasado día 1 de julio; pero no acaba de arrancar. Las obras comenzaron en mayo de 2021 con el objetivo inicial de abrirse en el mes de septiembre de aquel año. Retrasos en las mismas fue lo que, inicialmente, impidieron su entrada en funcionamiento en las señaladas fechas y la falta de personal lo volvería a retrasar a principios de este año. Luego, Sacyl logró realizar alguna contratación que, aunque insuficiente, permitió poner en marcha parte de la dotación en febrero y ahora es, de nuevo, un espacio inutilizado. Sanidad asegura a este respecto que, actualmente, Sacyl «está trabajando para que esta unidad de alta contención biológica cumpla unos criterios, que son los que exige el Ministerio de Sanidad para poder acreditar a esta unidad».
Aunque ya a primeros de año, la Gerencia de Salud justificaba la inactividad porque «se están realizando las últimas comprobaciones: análisis bacteriológicos, revisión y puesta a punto de sistemas de ventilación, entre otras revisiones imprescindibles para su correcto y garantista funcionamiento» y puntual y anecdóticamente, efectivamente, en febrero comenzó a caminar. Incluso, el hospital llegó a contratar a un intensivista, aunque precisaba sobre todo personal de enfermería; pero la dotación era insuficiente. El problema de falta de personal se extiende a toda la sanidad y la especificidad de este servicio, aunque muy interesante profesionalmente precisamente por ello, hace difícil su cobertura de ese concreto perfil laboral.
Son diez los puestos que configuran la nueva UCI que, a falta de infecciosos, también estaba previsto que dieran respiro a las 33 camas estructurales del hospital –y más en plena pandemia de coronavirus– y la atención estaba contemplada cubrirla también ampliando el número de guardias de sus actuales 14 intensivistas.
Castilla y León carece así todavía de una Unidad de Biocontención, pese a estas modernas instalaciones, para abordar situaciones críticas de alertas biológicas o epidémicas. Solo hay siete en España y, de ellas, solo dos avanzadas en los hospitales Gómez Ulla y Carlos III de Madrid. La del Río Hortega es la tercera.
Sacyl dispone así de la Unidad de Aislamiento de Alto Nivel (UAAN) «más avanzada de España»; en tales términos lo presentó la anterior Consejería de Sanidad, entonces en manos de Ciudadanos. Un servicio en el que dos de las habitaciones disponen también de cuarto de baño para casos no tan graves y que busca garantizar la seguridad de pacientes y profesionales no solo ante pandemias similares a la del coronavirus, sino frente a otras alertas.
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La necesidad de esta atención a críticos infecciosos con alta capacidad de contagio e importante letalidad surge de la búsqueda de una respuesta también a accidentes nucleares, biológicos, alertas químicas y radiológicas (NBQR). Esta nueva UCI es de referencia autonómica supuso una inversión de casi cuatro millones de euros, entre los 2,7 para las obras y los 1,2 destinados al equipamiento.
La unidad está instalada en la zona industrial del Río Hortega previsto desde su origen para posibles ampliaciones por necesidades asistenciales. Está en el mismo área que servicios similares como la UCI normal, la Unidad de Quemados o la Rea postquirúrgica y tiene acceso separado y propio desde el exterior para la entrada de infecciosos sin pasar por el hospital y está aislado desde el interior . En épocas cuyo alto rendimiento no sea necesario, tendrá un uso hospitalario normal pero, en dos horas, podrá convertirse en un punto de biocontención con seguridad de alto nivel en cuanto a su sistema de protección para los profesionales y la limpieza del aire.
Dos de los puestos de atención de usuarios cuentan con presión positiva, para poder ingresar pacientes inmunodeprimidos.
La Unidad ofrecerá una asistencia multidisciplinar en la que estarán implicados profesionales de ocho especialidades diferentes como las que atienden enfermedades infecciosas, microbiología, logística o medicina preventiva, entre otros.
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