Una fecha señalada, el nombre de una persona querida que ha fallecido, unas alas de ángel, tiritas con corazones o frases de motivación son algunos de los tatuajes más populares y demandados por los vallisoletanos desde que arrancó la pandemia. Cada vez ... son más los que se aferran a algo o a alguien con un grabado en la piel, más en este año, en el que muchos han perdido a sus seres más queridos a causa de la covid. Jerónimo Vaquero es uno de tantos vallisoletanos que han querido transformar su piel en lienzo, para plasmar aquello que más le ha marcado en este último año.
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El día anterior a esta entrevista se hizo un tatuaje muy especial que ocupa gran parte de su antebrazo derecho. «Me he tatuado media cara de un tigre, con un ojo azul, que he querido fusionar con una rosa que ya llevaba tatuada en la mano. La pandemia nos lo ha hecho pasar muy mal a todos y quería hacerme algo que me diera fuerza cada vez que lo mirara. Que me recordara que, si he salido de ésta, puedo salir de cualquier cosa. Elegí un tigre porque, aunque no me gusta la agresividad, el dibujo me transmite la fuerza y los ánimos que todos necesitamos», explica este técnico de sonido vallisoletano. Para él lo más duro de todo fue el confinamiento. Vive solo y la falta de compañía se le hizo difícil. «Soy fuerte, pero eché mucho de menos estar con los míos. Estoy encantado con el resultado. Llevaba tiempo queriéndomelo hacer y este era el momento», añade satisfecho Jerónimo.
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Con pulso, estilo y talento, el tatuador Manu Prieto, del estudio Full Color, ha creado esta preciosa obra de arte. Este profesional, que lleva tatuando en Valladolid desde 2003, asegura que la pandemia ha traído un «importante cambio de mentalidad» en todos los aspectos y también en lo relativo a los tatuajes.
«Después de tanto tiempo para pensar, muchos han querido hacerse tatuajes. Hay estudios que han hecho pequeños dibujos para conmemorar los trabajos esenciales, como el de los sanitarios o cajeros, pero en mi caso, el verdadero cambio que he notado es que muchas personas, como Jerónimo, han venido solicitando para su cuerpo obras de arte más personales y exclusivas. Es la dinámica que noto después de todos estos años. La subcultura de Banksy, el artista callejero, se está llevando a la piel y eso es satisfactorio para los artistas. Es el futuro del arte del tatuaje», explica Manu, quien ha notado que cada vez son más los que acuden acompañados de sus padres para tatuarse juntos. «Es increíble como la franja de edad a la hora de tatuarse se ha ampliado», añade.
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La covid ha provocado que los estudios de tatuajes y piercings hayan tenido que adaptar y mejorar, todavía más, los protocolos de seguridad e higiene para su clientela. Retomaron su actividad tras el confinamiento, con más precauciones que nunca, garantizando seguridad y medidas para la salud. «Seguimos un exhaustivo protocolo de limpieza y toma de temperatura, y somos más escrupulosos, si cabe, con la limpieza entre cliente y cliente. Trabajamos siempre con cita previa y somos muy responsables para salir de esta pesadilla», indica este genio de la aguja, mientras echa un vistazo al tatuaje de Jerónimo, realizado el día anterior.
Por la camilla de Sergio Castro, del estudio Santo Pecado Tattoo Shop, también han pasado muchos vallisoletanos con ganas de decorarse la epidermis de por vida, con lo más significativo que les ha sucedido en estos meses. Brian Campos es uno de ellos. Este vecino de Mucientes eligió un bonito diseño en memoria de una persona muy querida para él, su bisabuela Araceli, fallecida hace unos meses por covid. No acudió solo. Lo hizo acompañado de su prima Evelin Vargas, que también se grabó en la piel aquello que más le recordaba a su «abuelita».
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«El que vea mi tatuaje puede pensar que es una flor y una frase cualquiera, sin embargo tiene un gran significado. Mi bisabuela era evangelista y hace cuatro años me regaló un pañuelo de tela con esta misma flor y la frase es de una canción que ella siempre cantaba en el culto y también a mí. Quería llevar algo que me sirviera para acordarme de ella cada día. Fue una mujer muy buena conmigo y esto es muy importante para mi. Quería llevarla para siempre en el brazo», dice este joven.
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Su tatuador, Castro, confirma que el sector vive un buen momento. «Ahora tenemos mucho trabajo. La gente tenía ganas de tatuarse. Siempre hay quien quiere hacer un homenaje a los seres queridos que, por desgracia, ya no están, pero quizá el cambio más significativo que ha traído la pandemia es que ahora intentan reforzar vínculos con familiares y amigos, a través del tatuaje. Son homenajes en vida. Cada vez vienen más padres e hijos a tatuarse juntos. También llegan grupos de amigos y personas que han desarrollado durante la pandemia una amistad que antes no tenían. Ese es el cambio más importante», explica Castro.
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En cuanto a los dibujos más recurrentes, asegura que muchos se decantan por tatuajes pequeñitos, los 'chiquitattoos', con fechas, frases y otros símbolos muy característicos como el infinito, aunque cada vez más le piden piezas grandes. «Los sanitarios son los que vienen con la perspectiva más cambiada. Después de ver lo que ha ocurrido acuden con la consigna de no dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy», remata.
Una de tantas sanitarias que han querido grabar en su piel un recuerdo imborrable de sus vivencias es Leticia Manchado. Es auxiliar de enfermería en la UCI del Hospital Río Hortega, y el pasado mes de junio se tatuó en su antebrazo izquierdo un corazón y una tirita, un diseño minimalista con gran significado.
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Recurrió a David Calle, de Tattoos El Guaje, para que le plasmara este diseño. «Se lo vi a una compañera de trabajo y decidí hacérmelo. Después, otras muchas compañeras también se lo han tatuado. La pandemia es algo terrible que habría que olvidar, pero yo quiero recordar siempre todo lo que he vivido estos meses, sobre todo el compañerismo, que ha sido increíble. Yo nunca había trabajado en la UVI y en marzo me llamaron. Entré con mucho miedo, pero gracias a mis compañeros pude superarlo», comenta esta joven.
La tirita y el corazón son su tercer tatuaje y lo luce con orgullo, ya que le hará tener muy presentes todas las situaciones complicadas que ha superado en su trabajo y en su vida personal. «Los primeros meses trabajaba a turnos de 12 horas y la adrenalina tiraba de mí. Casi no me daba tiempo a pensar en lo que ocurría. Cuando todo se fue calmando empecé a ser más consciente de todo lo que había vivido y de cómo me había marcado. Necesitaba grabarlo en mi piel», apostilla. Ese tatuaje elegido por Leticia es uno de los más recurrentes a nivel nacional. Fue diseñado por el estudio de tatuajes valenciano Noble Art, en homenaje y agradecimiento a la labor de los sanitarios. Este diseño está disponible para ser descargado de forma gratuita y, actualmente, ya son miles los trabajadores de este sector los que lo llevan grabado en la piel.
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David 'El Guaje' explica que, en lo que va de crisis sanitaria, ha tatuado más fechas y frases que nunca. «Al principio, al sector le costó arrancar. La gente estaba reacia a tatuarse por miedo al contagio. Pero en el mes de abril pusimos en marcha la Asociación de Tatuajes y Anilladores de Castilla y León y lanzamos un protocolo anticovid que Sanidad nos aprobó. Eso ha ayudado a que la gente perdiera el miedo y ahora estamos notando un gran aumento en la demanda», explica este artista del tattoo que es, además, secretario de la asociación regional. «La mayoría de los que vienen a tatuarse algo relacionado con la pandemia me piden las fechas y los nombres de personas queridas que han fallecido por la covid. Detrás de cada tatuaje hay mucho sentimiento. Otros se han grabado un dibujo de algún objeto que les recuerda a ese allegado y alguna frase del estilo a 'Siempre Juntos', añade.
Boris, de Tattoo Ink, cuenta que, en su caso, muchos se decantan por el símbolo de la vida. «Es un dibujo que representa el latido del corazón, en recuerdo a alguien. Lo acompañan de su nombre, una cruz o un corazón. Detrás de cada tatuaje hay siempre una historia bonita. A dos chicas que vinieron juntas les tatuamos un ángel con una mascarilla, una jeringuilla y un estetoscopio. La gente, después del confinamiento y de tantas restricciones, ha salido con ganas de todo y de tatuarse también», asegura.
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Su compañero de sector, Toño García, de Tatto Mantis, ha notado que últimamente los clientes acuden a su estudio con más urgencia. «Ahora quieren más inmediatez. Vienen y lo quieren ya, porque esa persona ha fallecido en esa misma semana o, incluso, algunos vienen al día siguiente del fallecimiento. También nos hemos encontrado casos de varios miembros de la familia que acuden juntos a hacerse el mismo tatuaje por esa persona que han perdido. Me piden que les tatúe su firma, su nombre, un retrato o algo que les recuerde a ese ser querido», informa.
Otro experto del gremio es Javier del Valle, de Vieja Tinta Tattoo, quien asegura que a pesar de que Valladolid sigue siendo una ciudad «clásica», para el tema del tatuaje, cada vez son más los que se arriesgan a decorarse la piel con motivos sorprendentes. «No suelo preguntar al cliente el porqué del tatuaje, ya que no quiero que lo pase mal. Los nombres de seres queridos son muy habituales, aunque también hay algunos más atrevidos que se han grabado un virus verde para recordar la pandemia», concluye.
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