Es la otra pandemia y también ha afectado sobre todo a los más jóvenes. Las restricciones, la eliminación o drástica reducción del contacto social, la vida acompañada del miedo, del temor a contagiarse pero sobre todo a llevar el coronavirus a casa, la responsabilidad ... volcada, durante meses, sobre adolescentes y jóvenes ha hecho estragos finalmente sobre la población más joven, en una edad vulnerable. Y los servicios de Psiquiatría lo han podido constatar en su día a día, fundamentalmente desde finales del pasado mes de octubre y con fuerza desde enero hasta mayo de este año. Ahora, el verano vuelve a sosegar las conductas y a suavizar la irritabilidad.
Publicidad
El Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico de Valladolid constata estos datos en sus consultas, que abarcan la zona Este de Salud, en su Hospital de Día, que atiende a todo Valladolid y en la Unidad de Hospitalización Infanto Juvenil que es de referencia para toda Castilla y León. Pero, esta realidad, este aumento «abrumador» en palabras del jefe del servicio, Fernando Uribe, «no es exclusivo de Valladolid, ocurre en todas las provincias, los datos son similares en cada área de salud. Claramente se han disparado, sobre todo los trastornos de conducta alimentaria y los problemas emocionales y, sin duda, tienen su explicación en la pandemia, en sus restricciones, en el cambio de vida que ha supuesto para los más jóvenes».
En la fase más aguda de la pandemia la unidad se cerró, la parte de adultos se trasladó alHospital Benito Menni; pero, incluso con un mes cerrada, la comparativa dispara los datos de demora. Esta unidad atiende a los menores de edad, hasta los 18 años, y la demanda en los tres dispositivos citados se ha duplicado en términos generales. Hasta el punto de que, en ingresos, ha habido más pacientes a la espera de una cama que ingresados. El 1 de marzo pasado había nueve a la espera de cama y ocho las ocupaban. Hasta el punto de que ha sido necesario ampliar esta capacidad con cuatro camas de la Unidad de Burgos para adultos. Hasta el punto de que ha sido imprescindible crear un programa específico para los trastornos alimentarios, de seguimiento ambulatorio, con consultas de enfermería «porque no había capacidad para dar respuesta a este incremento y las profesionales de aquí (edificio de Ramón y Cajal) han tenido que trasladarse al edificio Rondilla donde está esta unidad», añade este psiquiatra. Así las camas en el Clínico se han quedado cortas, una de ellas tuvo que ser anulada además por si alguno de estos jóvenes pacientes daba positivo en covid. Finalmente, como apenas fue necesario en dos ocasiones y uno finalmente además fue negativo, se ha destinado para aislamiento una habitación de adultos.
La lista de espera en consultas entre esta población infantil y juvenil casi duplica en 2020 los datos de 2019, un dato más llamativo aún si se considera que la atención en salud mental general, la que incluye a los adultos, se redujo considerablemente, casi un 26% menos mientras la de menores de edad pasa de 76 a 147, es decir, se incrementa en el 93,4%. Pero la demora, la espera media incluso desciende de 44,8 días a 37,66. Las consultas nuevas en esta comparativa 2019-2020 bajan en general y aún más en menores;pero no así las sucesivas que crecen el 8,2%.
Publicidad
Noticia Relacionada
En esta comparativa del pasado año de pandemia, que empezó en marzo, con el anterior ejercicio muestra unos ingresos que decrecen pero ya aumenta la estancia media «porque el tiempo de ingresos de los casos de anorexia son mucho más largos –explica el doctor Uribe– de al menos dos meses» frente a los habituales 16 días de media.
Pero los datos son todavía más elocuentes en la comparativa de enero a mayo, último balance cerrado, entre el año pasado y el actual. Entre niños y adolescentes crecen las nuevas consultas y sobre todo las sucesivas siguen al alza, la lista de espera aumenta el 55,4%, mientras desciende un 20% la de adultos solo en los dos primeros meses.
Publicidad
Este análisis casi semestral, hasta finales de mayo, de ambos ejercicios muestra que la consulta nueva también aumenta y los 384 casos de 2020 se han disparado este 2021 a 522, es decir, el casi 36% más. La lista de espera crece de 146 a 177.
En cuanto a los trastornos alimentarios en particular, 2020 contabilizó dos diagnósticos en el primer semestre y cinco en el segundo. Hasta junio de 2021 ya hay 40, algunos, los menos –tres en concreto– masculinos y la inmensa mayoría son casos de anorexia, sobre todo del tipo restrictivo. En el Hospital de Día se atendieron ocho casos femeninos el año pasado y este ya suma doce, uno de ellos de un varón, es decir, que «en medio año ya se ha superado en un 50% lo de todo 2020», puntualiza Uribe.
Publicidad
Un dato positivo es el del descenso general, en este dato no hay segregación entre adultos e infantil, de las urgencias que caen un 26,6% este año y un 23% como lo habían hecho también en 2020. Y resulta especialmente llamativo el aumento de los datos sobre los intentos o ideas suicidas, «no hacemos distinciones en Psiquiatría entre ambos conceptos, tratamos estos casos siempre como potencialmente peligrosos, de riesgo», explica el doctor Uribe. Así mientras en enero y febrero del año pasado hubo dos casos, de dos mujeres, este 2021 en el mismo tiempo suma doce; de ellos, cuatro varones. Los suicidios, incluyendo adultos, en cambio, se mantienen en 2020 en 40 casos frente a los 44 de 2019.
En definitiva, analiza el doctor Uribe los datos, durante 2020 «se redujo discretamente la atención ambulatoria en casos nuevos, sin que se apreciara repercusión en otros indicadores generales como los de urgencias, ingresos, suicidios o lista de espera, que cayeron en mayor grado y solo es en la atención infanto-juvenil donde se incrementa la lista de espera al aumentar la demanda asistencial en los dos últimos meses del año. En estos primeros meses, la situación es parecida a lo descrito antes, pero con claro aumento de demanda infantil y juvenil, con incremento de listas de espera, tentativas autolíticas e ideas suicidas; un claro aumento de los trastornos emocionales y de conducta alimentaria».
Publicidad
Asimismo, persiste actualmente la disminución de urgencias, con una descenso de las motivadas por ideación y tentativas autolíticas en adultos;pero no así en los menores que se incrementa de forma importante».
La anorexia y los trastornos emocionales han protagonizado estos incrementos. «Los menores, los adolescentes se relacionan fundamentalmente con sus iguales, sus amigos, menos o poco con sus padres, y mucho con su cuerpo. Cuando se sienten mal, hay malestar y no pueden canalizarlo con sus amigos porque han estado confinados o con fuertes restricciones, sin ir a clase y el móvil no sustituye en absoluto estas relaciones, necesitan contacto, presencia, solo les queda su cuerpo y se centran en él», explica este especialista. De ahí, que sean estas conductas, su incremento, una clara secuela de la pandemia.
Noticia Patrocinada
El perfil de este tipo de pacientes no ha variado, sin embargo, «siguen siendo predominantemente mujeres, aunque hay varones pero suelen ser casos diferentes y muchas veces más relacionados con la vigorexia, y la edad ha bajado, ya antes de la pandemia a 11 años, incluso a nueve, y la personalidad es la de la obsesión por la perfección y esto es algo que se mantiene en cierta medida a lo largo de su vida porque la perfección tiene sus ventajas, hace triunfar por ejemplo en los estudios.Se ponen metas como lograr una nota para entrar en una carrera y lo logran y esto lo focalizan en su cuerpo y siempre están descontentas, o con su altura o con sus formas, se encuentran algo mal siempre y distorsionan la realidad». Y esto «lo ha facilitado esta falta de contactos durante la pandemia. Los casos rara vez llegan por urgencias, lo hacen derivados porque van perdiendo peso poco a poco, incluso los padres tardan en darse cuenta de lo que ocurre, es progresivo, llevan ropa holgada... y lo habitual es que lleguen primero a la consulta».
Otro factor importante para los menores, «para chicos 15, 16, o 17 años, para los jóvenes en general, es que un año es toda una vida. Es la edad de las amistades, de las primeras relaciones de pareja, su vida es el ocio, relacionarse... empiezan los roces con los padres y todo eso desaparece de sus vidas. Eso les ha hecho muchísimo daño. No al principio con el confinamiento, sino poco a poco, no iban ni al colegio. Las clases se suspendieron y luego eran menos presenciales, a algunos sus padres por miedo no les dejaban ir....».
Publicidad
Y, por si fuera poco, «como agravante les echamos la culpa de lo que está pasando. Ellos tienen un concepto de que su riesgo con el coronavirus es menor, que a ellos no les va a pasar nada pero sí a sus padres y abuelos. Y si se contaminan y lo llevan a casa tienen la culpa. Y se les dan mensajes muy contradictorios, se les culpabiliza y responsabiliza y a la vez les llega que esto ya se ha pasado, que la mascarilla ya no hace falta en la calle... esto lleva el mensaje subliminal de que la pandemia ya ha pasado. El mensaje tendría que haber sido el de pedir un esfuerzo más, el último esfuerzo, entender la situación y que no hay vacunas todavía para ellos porque hay que priorizar a las personas de más riesgo y decirles que usen las mascarillas, algo que además iguala, afecta a todo el mundo. El mensaje de culpa habría que evitarlo porque además no es verdad, no tienen la culpa de nada».
Junto a estos problemas crecen también las fobias. «Cada vez las vemos más en consulta, no quieren ir al colegio. Durante el confinamiento, los casos de acoso escolar desaparecieron; pero ahora han vuelto junto a la fobia escolar. Hay miedo a volver al colegio, el estar con más niños, incluso ansiedad por temor al contagio. En la primera parte de la pandemia vimos muy poco de todo, influía también el miedo a ir al hospital, a las urgencias y a ingresar;pero, desde noviembre, la demanda se ha disparado».
Publicidad
En cuanto a si ha habido un aumento de la violencia, estos servicios no detectan un posible incremento pero «las restricciones y la pandemia producen irritabilidad, rabia, frustración y es más fácil que se desaten, que se pierda el control. No es justificación pero ocurre», destaca.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.