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Las caras, y, sobre todo, las miradas de los vecinos del paseo de Zorrilla, a la altura del portal 66, reflejaban en la mañana del lunes una mezcla de estado de shock emocional, incredulidad, tristeza y estupor al conocer el brutal asesinato a puñaladas ... de su vecina Paloma Pinedo, de 46 años y la hija de ella, India –de tan solo ocho– a manos de la actual pareja de Paloma, David Maroto Lentijo, de unos 40 años.
Es difícil que hoy, sus allegados, los que conocían personalmente a Paloma terminen una sola frase sin mirar al suelo y negar con la cabeza. «Esto es un desastre, se nos está yendo la cabeza», decía Javier Iglesias, gerente de la panadería Granier, a escasos metros del portal donde vivía Paloma. Un bloque en el que la mayoría de vecinos son familiares de las víctimas.
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«Era clienta y era amiga, ayer mismo estuvo aquí como hacía de forma habitual. Venía a tomar un café a comprar el pan. Venía también con la niña. Era un cielo de persona. También venía con él a tomar algo, la verdad es que son cosas que no te crees», dice con profunda tristeza.
«Paloma era una 'tiarrona', una mujer de más de metro ochenta que llamaba la atención. Era guapa, simpática, una chica que siempre tenía una sonrisa y siempre un '¿qué tal?' Estaba pendiente de los demás y con las chicas (en referencia a sus empleadas) tenía una relación muy estrecha», continúa Iglesias.
Las dos trabajadoras de Granier apenas pueden hablar, «qué te vamos a decir, que esto es una absoluta pena», se limitan a expresar en el momento en que entra en el local la una de las trabajadoras de la peluquería 'Mon Amour', donde Paloma solía ir. «Estoy temblando, nadie se esperaba esto», dice con los ojos vidriosos.
El vecindario de paseo de Zorrilla es hoy un escenario que refleja la tragedia de un asesinato machista que ha acabado con la vida de Paloma, de India y ha destrozado la vida de sus seres queridos, una familia conocida en Valladolid, por ser la distribuidora de material de peluquería y estética Pinedo, con ocho tiendas en la capital. «Hoy era el cumpleaños de su hermana María, imagínate, todo esto es horrible», afirma triste Iglesias.
El entorno de Paloma tiene su pensamiento puesto también en el padre de la pequeña, un comercial de unos 47 años natural de Málaga, pero que residía en Valladolid a raíz de su separación con Paloma para estar cerca de la niña, que estudiaba en el colegio Pinoalbar.
«A ella la conocía desde pequeña, estudió en las Agustinas y pese a que tienen un nivel económico alto no era para nada una persona estirada o que pudiera resultar distante, todo lo contrario, era una chica cercana que hablaba con todo el mundo», asegura el hombre, que prefiere mantener el anonimato de su nombre y de su negocio. Piensa también en el padre de India, «cómo tiene que estar«, dice. «De hecho, este jueves pasó a verme y había estado con la niña».
Los vecinos y conocidos de Paloma e India no dan crédito. «¿Qué te vamos a decir de la pequeña? Si era un encanto de niña, morena y alta como su madre, una ricura, un cielo de cría. Si solo tenía ocho años. Y ella (en referencia a la mujer) también era un encanto pero ha caído con este trastornado y mira», dicen incrédulos los trabajadores de un bar situado apenas al cruzar la calle, desde donde prefieren mantener su identidad al margen.
Tras cometer el doble crimen, a las 3:12 de la madrugada, David Maroto Lentijo, natural de Tudela de Duero, aparentemente intentó quitarse la vida lesionándose con un cuchillo en la zona del pecho y en las muñecas. Por el momento, permanece ingresado en el Clínico, aunque fuera de peligro. En el barrio poco saben de este hombre. «Hace poco más de un año más o menos habían iniciado una relación, aunque no sé si vivían juntos, si se les veía por aquí», relata Iglesias.
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«Estuvieron el sábado los tres y de repente te cuentan esto...», dice uno de los hosteleros, quien continúa explicando, «él trabaja como camionero en la empresa familiar y las veces que venía al bar estaba siempre como nervioso, como alterado. No paraba. Según nos dijo, acababa de llegar de Cuba de un viaje con amigos», finalizan sin entrar en detalles desde el establecimiento.
David Maroto Lentijo pertenece a una conocida familia en el pueblo de Tudela de Duero, donde esta mañana al conocer la noticia, los vecinos no salían de su asombro.
El presunto asesino había sido denunciado en 2017 por violencia de género y por una pareja anterior, aunque entonces se acordaron medidas de protección respecto del hijo de ambos, de 4 años (en ese momento), el denunciado quedó absuelto porque la presunta víctima no declaró entonces contra él. Asimismo, tal y como han señalado desde la Delegación del Gobierno esta misma mañana, «no había denunciadas formuladas por su actual pareja, la mujer que ha resultado hoy asesinada».
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