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Dónde se orina en una Valladolid sin bares abiertos

La ciudad cuenta con tres baños públicos, dos de ellos averiados. El Ayuntamiento contempla la instalación de otros seis en la concesión de la publicidad del mobiliario urbano

J. Asua

Valladolid

Domingo, 15 de noviembre 2020, 08:16

De gestiones al centro, un cafecito a media mañana y, si la vejiga aprieta, un rápido desahogo antes de continuar la ruta. Bares y cafeterías son una parada clásica en el ir y venir diario, tanto para reponer fuerzas como para relajarse con una caña o aliviarse de una urgencia. Básico. Esta rutina tan asentada se ha visto alterada, sin embargo, desde hace más de una semana por el cierre de la hostelería. ¿Cómo afrontar esta delicada situación si uno está lejos del trabajo o de su casa? La pregunta la plantea un veterano reportero gráfico de El Norte de Castilla: la próstata ya flojea y, oiga, surgen estas dudas.

La 'investigación' comienza en pleno corazón de la ciudad, donde se ubican dos de los tres WC públicos con los que cuenta Valladolid. Plaza de Poniente. Nueve y media de la mañana del pasado martes. La prensa se dirige a la cabina metálica que se ubica frente a la calle Jorge Guillén. 'Aseos', se lee sobre una puerta estilo ascensor. Para que se abra hacen falta 20 céntimos. Sí, mear cuesta pasta en esta urbe, al menos en la escasísima red municipal. Casualidad, el que suscribe lleva una de estas monedas en el bolsillo. Son vueltas del súper. La introduce y, sorpresa, la máquina se la escupe. Otro intento. Nada. El último. Y tampoco. 'A ensuciar a otro sitio', parece querer decirle el artefacto autolimpiable.

Atraviesa entonces la calle Santiago, ya con cierta prisa, y en la plaza de Zorrilla, a la entrada de Recoletos, encuentra el segundo retrete oficial. Este cajón sí acepta el dinero y la corredera se abre. Se aprecia entonces el inodoro. La tapa está levantada. El asiento presenta un aspecto repugnante. Como entre oxidado y muy sucio (véase en la foto). No hay problema. El hombre lo hará de pie. Eso sí, mientras apunta, duda de que una mujer se atreva a sentarse ahí. Igual agachada y a pulso podría animarse en plan valiente, pero... En la línea de 1 de Auvasa el reportero completa su gira por los baños oficiales. El tercero agoniza desde hace años en la Plaza del Ejército. Plagado de pintadas, la ranura para los veinte céntimos está condenada, en este caso por algún gracioso que ha metido en ella una pieza de plástico azul.

Urinario averiado en la plaza del Ejército. J. A.

Estudio de alternativas

Comienza entonces el estudio de alternativas de vuelta al cogollo de Valladolid, en el que se concentra la actividad mañanera. '¿Dónde podría echar un pis? ¡El aparcamiento de la Plaza Mayor!' No ha sido el único con la misma idea. Al otro lado del cristal que protege la caja, el encargado confirma juntando varias veces seguidas los cinco dedos de su mano derecha hacia arriba la «cantidad de gente» que estos días baja al sótano solo para hacer uso de sus urinarios. «Claro que se nota, mucho, en principio es un servicio solo para los clientes, pero con esta situación...», aclara comprensivo. En efecto, es cuestión de humanidad. Nada más salir, El Norte cursa llamada al subterráneo de la Plaza de España. La respuesta es idéntica. Vallisoletanos sin el coche dentro hacen escala escatológica en el estacionamiento. «Estos días bastantes más», corroboran por teléfono.

En la entrada principal del Ayuntamiento, el policía que la custodia también ha detectado este, hasta ahora, inédito movimiento ciudadano. «Es gente que está haciendo cola en el Registro (plaza de la Rinconada) y que viene preguntando por los servicios», desvela. Lógicamente, la 'Casa de todos los vallisoletanos' se está abriendo a esta necesidad inaplazable. Faltaría más.

Un joven intenta acceder al aseo situado en la plaza de Poniente. Ramón Gómez

Contactamos con la Universidad de Valladolid. En el Palacio de Santa Cruz, sede del Rectorado, la entrada está restringida a los trabajadores y a las visitas con cita previa. Los baños solo se abren a demanda de estos. Complicado pasar desapercibido.

En la céntrica Facultad de Derecho, en cambio, podría ser más fácil intentarlo, porque los evacuatorios permanecen abiertos para los futuros letrados. Sin embargo, el bedel de este centro traslada que no ha percibido un aumento de personas ajenas a la comunidad académica. Insisten en el gabinete de prensa de la UVA que sus recintos están reservados solo para el uso por parte de los universitarios. Vale.

¿Y en los barrios? Abiertos están los centros cívicos, pero aseguran desde la Concejalía de Participación Ciudadana que los conserjes de los mismos no han apreciado, aquí tampoco, mayor afluencia a los excusados. Puede ser que en este caso los domicilios queden más cerca o el personal baje ya de casa con todo hecho. Quién sabe.

Toca preguntar a los que hacen calle cada día. «Principalmente nosotros estamos yendo a las estaciones, tanto a la de Renfe como a la de autobuses», desvela Ángel Luis Lorenzo, presidente de Radio Taxi. Hay parada en ambos puntos y muchos aprovechan la dársena para dejar su coche y hacer sus necesidades en los servicios de las terminales. Lo suyo, reconoce este profesional del volante, era almorzar, tomar algo en un bar y aprovechar para vaciar el depósito. Pero ahora no es posible. Reveses de esta maldita pandemia.

Testimonio definitivo

En el caso de los comercios, tampoco se ha registrado un aluvión peticiones por parte de clientes o paseantes apremiados por algún aviso perentorio de sus cuerpos, según confirman en Fecosva y Avadeco. En principio, las tiendas tienen reservados sus baños para el personal. No obstante, algunos de los socios de la última entidad sí han recibido solicitudes de 'auxilio', según traslada su presidente, Alejandro García Pellitero. «A nosotros sí que nos lo han pedido, tanto antes de la pandemia como estos días, y no tenemos ningún problema en facilitar su utilización y menos aún con la hostelería cerrada», comenta uno de los comerciantes. «Nos lo piden los repartidores, con los que hay cierta confianza», añade otro miembro de Avadeco.

Testimonio definitivo es el de José Luis, el peluquero de Poniente –sí donde está ese WC oficial que escupe la moneda–. Esta semana pasada le han pedido entrar a su retrete unas quince personas, «más de los que lo han usado en los seis años anteriores», según comenta con uno de sus clientes habituales.

La dudas se van aclarando. El personal se busca la vida como puede. Sobre la marcha. No se atisba pues que esta circunstancia se haya convertido en un problema grave. De momento, al menos. Tres intentos más. El primero, en la calle Santiago. En el Carrefour Market, por ejemplo, puede uno utilizar sus WC. Si se cruza en diagonal al Zara la cosa cambia. «Los tenemos cerrados al público, aunque si hubiera una urgencia, por empatía, se le dejaría acceder», aclara la encargada. Aún no se ha dado el caso. El Corte Inglés mantiene abiertos algunos urinarios para los compradores de sus áreas de alimentación, aunque la afluencia de visitantes sin intención de hacer gasto no es llamativa. «Los clientes permanecen menos tiempo en el centro comercial al estar cerrada la mayor parte de la oferta», argumentan en los grandes almacenes. No se ven colas de gente con esa inquietud en modo tembleque previa a la micción..

Las pesquisas van tocando a su fin. En una llamada a las altas instancias del equipo de gobierno municipal salta la noticia. Se pregunta por aquella moción presentada por Sí se Puede, marca blanca de Podemos, ya desaparecida, que fue aprobada en 2018 por el pleno para ampliar la red de urinarios públicos. Dos años después, aquella iniciativa saldrá adelante. El pliego de la concesión de los espacios publicitarios del mobiliario urbano, pendiente todavía de resolver entre las dos empresas aspirantes, contempla la instalación de hasta seis nuevas cabinas autolimpiables (a razón de 45.000 euros cada una), además de completar los aseos para los conductores de Auvasa en fin de línea, que ahora cuentan con siete, y a los que se sumarán hasta cinco, con un importe por unidad de 23.000. Por ahora, solo un aseo vecinal tiene destino fijo: el parque Ribera de Castilla. Para el resto habrá que buscar ubicaciones estratégicas.

Tendrá que analizarse también su aceptación. Igual en cuanto abran los bares, los vallisoletanos vuelven a hacer la parada técnica en ellos. Ojo, con mucho gel hidroalcohólico y distancia prudencial. Casi mejor que en las cajas esas estilo ascensor. ¿Y si te quedas cerrado dentro? Ese sí que sería un apuro mayúsculo. Quita, quita.

Multas a 87 personas hasta junio por miccionar en la calle

La calle es una opción. Incívica, lo primero y principal. Y arriesgada, también, porque conlleva una multa de 60 euros si te pillan. Igual en un árbol o detrás de un seto, siempre con mucha discreción, hay ocasiones de emergencia en las que no ha quedado más remedio. Otra cosa es hacerlo de manera gamberra y en cualquier sitio. Miccionar en la vía pública es, de hecho, la sanción estrella en la Ordenanza de Protección del Medio Urbano (antes 'contra el vandalismo'). Durante muchos años seguidos, ha ocupado el primer lugar. En 2019 se impusieron 369 multas, según los datos de la Policía Local. La caída en 2020 parece segura. Hasta junio de este año se habían tramitado 87 denuncias. Hay que tener en cuenta que los meses de confinamiento y estado de alarma han limitado mucho la movilidad. La gente ha estado en casa.

De esta semana y pico sin bares abiertos no hay cifras todavía, aunque no se esperan demasiadas teniendo en cuenta que el ocio nocturno no existe con el toque de queda. Y es que es de madrugada, y entre los jóvenes, cuando esta conducta se dispara.

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