
Secciones
Servicios
Destacamos
Hace menos de una semana -el miércoles 2 de abril- Donald Trump declaró la guerra comercial al mundo con su nueva política de aranceles «recíprocos» contra los sesenta países que el presidente norteamericano considera «ofensores» de Estados Unidos.
Los recargos impuestos por el Gobierno de Trump para aquellas mercancías que quieran cruzar la frontera norteamericana han desatado el pánico en las bolsas y amenazan con una tormenta económica sin precedentes. Esta mista tarde, el presidente de Estados Unidos ha advertido de que se impondrán aranceles adicionales del 50% a las importaciones desde China si Pekín no retira la tarifa del 34% adicional sobre los productos estadounidenses en respuesta a las medidas de Trump.
En el caso de España -y de la Unión Europea-, zona a la que el máximo mandatario describe como «los peores, aunque parezcan amigos», Trump ha anunciado un arancel del 20%.
En un comercio global, los recargos sobre una región pueden afectar a todo el globo terráqueo. Así, recientemente se ha publicado una estimación sobre el coste de producción de los productos de Apple que apunta a que podrían verse incrementados hasta en un 40%, disparando así el precio de venta al público, que podría llegar a alcanzar hasta los 2.500 euros.
Pero a un nivel más cotidiano, en el día a día, ¿Cómo consideran los vallisoletanos que les pueden afectar estas medidas?
«Son malas noticias para Europa y para España», asegura Álvaro Luquero, profesor de español para extranjeros. Aunque asegura «no estar muy puesto en economía», ve el principal problema en la «inflación». Lo que considera que se traducirá en una «pérdida de poder adquisitivo del ciudadano medio». Eduardo Fernández, casi jubilado, cree que es algo que «nos va a afectar a todos, aunque realmente mucha gente no sabe por dónde puede venir». Aunque sí señala que «la guerra comercial» solo tiene un camino y es que suban los precios y «a todos nos duela más el bolsillo comprar cualquier cosa».
José Ramón de la Hoz
Informático en la administración
José Ramón de la Hoz, informático en la administración, considera que esta medida es «absurdamente burda, porque es romper todo el orden económico de los últimos cincuenta años». Afirma que es algo que responde a unos intereses de Trump, pero que «no va a ir bien para nadie, ni tan siquiera para ellos, se trata de un cambio de paradigma para el futuro más inmediato».
Y es que al final, comenta José Ramón, esto supone un cambio incluso para lo más insignificante y cotidiano. «Cualquier cosa que compres, aunque sea una zanahoria, es algo que afecta a toda la cadena y tarde o temprano llega a lo más básico, aunque sea una lechuga que va envuelta en papel de aluminio». Esta opinión es compartida por Álvaro, quien señala que esto «no se queda a nivel tecnológico o industrial, que afectará, sino que alcanza lo más primario».
Esta situación ha llevado ya a algunos países, como Dinamarca, a plantear boicots a determinados productos americanos. Una opción que no le parece disparatada a José Ramón, quien pone de ejemplo países árabes o del norte de África y Asia, que «ya sustituyeron hace tiempo las bebidas gaseosas procedentes de Estados Unidos», aunque incide en que para lograr esto «hay que ponerse las pilas». Más difícil lo ve a nivel tecnológico, ya que Norteamérica «lleva años de ventaja en investigación, industria y especialmente en distribución, por lo que habrá que ponerse al día para no quedarse atrás». Eduardo, sin embargo, considera que «aunque difícil, habría que arreglarlo de raíz y poner límites».
Álvaro Luquero
Profesor de español
«Aunque me parece una medida que tiene un fondo muy claro, no creo que tenga mayor impacto», señala Álvaro Luquero respecto al boicot. El profesor va un paso más allá y se queda con lo 'positivo', «la oportunidad con la que cuenta Europa para rearmarse, no solo militarmente, sino moralmente y su independencia económica y política».
¿Y qué debe hacer el Gobierno de España? Las opiniones son dispares. Álvaro sentencia que «bastantes problemas tiene ya a nivel nacional, no creo que tenga demasiada influencia en los debates europeos». Animado se muestra Eduardo Fernández, quien no tiene duda de que «España, junto al resto de países de la Unión Europea, actuará por el bien de sus intereses, es más, creo que tienen mucho que decir». José Ramón de la Hoz piensa que el Gobierno español ya está actuando, ahora bien, indica que «esto es un tema de todos, necesita apoyos, la oposición tiene que estar ahí, esto es un tema de Estado».
Lo que parece que no se verá afectado, o al menos eso opinan los vallisoletanos, son los viajes y el turismo a Estados Unidos. «Siempre va a atraer muchísimo económicamente, no creo que esto sea algo que pueda hacer que la gente no haga negocios en el país», señala Álvaro. Lo mismo opina Eduardo, porque «es una zona que mueve mucho turismo, especialmente Nueva York. Si me preguntas si la gente va a dejar de viajar por esto, mi respuesta es que no».
Aunque si algo reina entre los vallisoletanos es la incertidumbre sobre cómo deben afrontar estas nuevas políticas o incluso cómo puede afectar a sus bolsillos. Ahora bien, lo que sí parece que está -más o menos- claro es que «de alguna forma va a afectar».
Lo tiene claro Salvador Pérez, un jubilado que afirma no estár «muy puesto» porque no veo la tele», pero intuye que esto va a repercutir en «los de siempre», y que al final va a tocar «pagar más impuestos».
Con igual incertidumbre se enfrenta a esta nueva situación Cristina Fuentes, ama de casa. Asegura no entender «de economía ni de política», pero a tenor de los comentarios y las informaciones que se suceden estos días, lo que cree que pasará es una subida en el precio de la cesta de la compra. «De hecho, si nos fiamos de lo que dice el propio Donald Trump esta subida va a ser inmediata y lo vamos a notar ya mismo».
A nivel nacional, Cristina y Salvador discrepan respecto a cómo debe involucrarse y la responsabilidad del Gobierno de España. Cristina señala que «es un tema más a nivel europeo y España poco puede hacer», mientras que Salvador sentencia que «si no actúa el Gobierno, no vamos a actuar nosotros».
Sí coinciden en las dudas sobre la efectividad de cualquier medida contra el consumo de productos norteamericanos. Salvador señala que «al final lo dejas de comprar cuatro días, al quinto ya lo estás adquiriendo como si nada, al final es algo absurdo». Similar es la opinión de Cristina, quien «no lo ve claro».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.