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MIRIAM CONDE
Valladolid
Domingo, 8 de marzo 2020, 20:43
Miles de vallisoletanos se han unido para hacer más fuerte el mensaje de igualdad. Pancartas, gritos y lemas reivindicativos con un objetivo detrás: velar por un futuro común para hombres y mujeres. La brecha salarial, el machismo, el patriarcado y la falta de civismo ... son los temas con los que estos ocho vallisoletanos quieren terminar y hoy han hecho gala de ello en la manifestación del 8-M.
María José Casado tiene 59 años y no se ha querido perder la ocasión de sumarse a la lucha por la igualdad en el día de la mujer. «Me interesa y apoyo asiduamente este tema porque a día de hoy existe mucha desigualdad tanto en el ámbito profesional como personal». No es el primer año que viene porque para María José es imposible fallar a una sola manifestación para reivindicar su papel. «Soy mujer, y en mi día a día sé que todavía tenemos mucho por lo que luchar». Le acompaña Juan José, su marido, quien le apoya en cada decisión que toma y hoy no iba a ser para menos.
Con su hija pequeña cogida de la mano (quien prestaba continuamente atención a cada pancarta, cada grito y cada mínimo detalle), Juan Peña ha acudido un año más a la huelga del 8-M para hacer ver «lo importante que es que esta lucha continúe para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres». Cree que a nivel escrito e institucional existen «muchos documentos que dicen que todos somos iguales, pero en la práctica queda mucho que trabajar y nosotros podemos hacer muchas cosas para conseguirlo». Como por ejemplo, en el trabajo doméstico. «En este ámbito está claro que no existe la igualdad, y es necesario que lo sea cuanto antes». En el mundo interconectado que actualmente vivimos, este hombre de 39 años defiende que «la lucha debe ser global para que sea efectiva, porque es un problema que nos toca a todo el mundo». Asimismo revela que la actual situación es una «cuestión estructural que hay que romper», porque «en la mayoría de los ámbitos hay desigualdad y somos cada uno de nosotros lo que tenemos que luchar para terminar con ella».
Su jersey morado no podía faltar en un día como hoy. Cristina Corbillón es natural de Ourense, pero vive en Valladolid porque estudia en la universidad. «Hoy no es un día de fiesta, es un día reivindicativo», clamaba la joven de 26 años. Opina que «es muy importante tomar una perspectiva amplia de lo que está ocurriendo y dar voz al feminismo». Hoy ha tomado las calles de Valladolid junto a miles de hombres y mujeres más para «tomar conciencia de lo que pasa, porque el feminismo es una necesidad urgente que todos debemos reivindicar». Ya sea con las manos alzadas o gritando para hacerse escuchar, a Cristina le importa el camino que estamos siguiendo, porque «hombres y mujeres somos iguales, nada debería quitarnos esa idea».
Gema Martín tiene 48 años y es profesora de la Universidad de Valladolid en Segovia, donde realiza trabajos de investigación, en concreto en la Cátedra de Género. Es especialista en el tratamiento de la información de los medios de comunicación y cree que «existe una exposición desigual del hombre y la mujer y es necesario que los medios den la suficiente visibilidad a este problema». Quiere que hoy «se oiga» la voz de todas las personas en este día «tan importante», porque «llegará un día en que no haga falta reivindicar la igualdad porque ya estará implantada en la sociedad». Piensa que es un trabajo difícil porque «está institucionalizada de manera natural y hay personas que no la ven, pero está ahí». Por ello, «hay que romper esa estructura desde la base y que los medios contribuyan a ello para que haya igualdad en la sociedad para conseguir una mejor representación de la mujer», concluye.
El morado es el color del 8-M y Juana Domínguez, de 68 años, no iba a perder la ocasión de mostrar su apoyo a la mujer con su asistencia a la manifestación y su original color de pelo. «Todos los días son el día de la mujer, no solo hoy, porque el respeto se debe mostrar cada día del año», asiente. Está «muy orgullosa» de todos los vallisoletanos que hoy se han congregado para perseguir la igualdad. «No hay más que verlo; la respuesta está aquí para acabar con todos los crímenes y violaciones». Explica que venir a la huelga «es la solución, porque no hay otra manera de dar fuerza a la mujer y acabar de una vez por todas con el patriotismo». Para Juana, hoy «es la mejor oportunidad de visibilizar el feminismo« y de unir el grito de una ciudad en una sola palabra: «Igualdad».
«No es normal que en pleno siglo XXI los hombres y las mujeres no tengan las mismas oportunidades», expresa Sandra Mayo. Tiene 20 años y ha vivido 19 de ellos en el presente siglo, por lo que no concibe «que en muchas empresas privadas, en el mismo puesto de trabajo, las mujeres cobren menos solo por el hecho de ser mujeres y es mucho más difícil llegar a conseguir un cargo de responsabilidad». Ha aprovechado la cancelación de un curso de monitora que tenía por la mañana para acercarse a la manifestación y «pedir que todas las personas tengamos las mismas oportunidades, sea cual sea el ámbito». Ayer estuvo jugando un torneo de fútbol sala junto a sus amigas y lamenta «que no se apunte la misma gente ni tenga tanta repercusión como lo tiene el masculino». Además, sostiene que «en los institutos todavía hay mucho machismo, yo lo veía en todos los deportes, que a la hora de coger los miembros para los equipos, las chicas siempre eran las últimas en ser elegidas, por eso se debe educar en igualdad a los niños desde el colegio para que no pasen cosas como esta».
Alicia Montero ha vivido toda su vida en el siglo XXI y siente que el 8-M es un día «para dar voz a la mujer, pero no solo, ya que debería darse todos los días para reconocer nuestros derechos que son iguales que los de los hombres». Percibe que «los hombres están habitualmente en los altos cargos, como en la ciencia, que se ven pocas mujeres». Llevaba junto a sus amigas varias pancartas con los lemas '¿calladita estoy más guapa? Pues gritando soy un pibón', 'lo contrario del feminismo es la ignorancia' o 'mujer tenía que ser la que cambiase el mundo' y enseñar así «que lo más importante es estar unidos y que todo Valladolid sea una piña». Cree que el futuro en igualdad no está asegurado, porque «las discrepancias entre políticos hacen mucho daño al feminismo». Sin embargo, ve un halo de esperanza «y que paso a paso y poco a poco, todo cambiará».
Carlos Peña tiene 48 años y viene a la manifestación junto a su mujer y su hija, de la que espera «que crezca en igualdad de oportunidades». «Todavía hay que cambiar la mentalidad de muchas personas, porque sigue habiendo machismo a muchos niveles». Ve «intolerable» los últimos casos de violencia sexista y muertes de mujeres a manos de sus parejas. «Se debe concienciar a la población de que lo mejor es el feminismo, que persigue a igualdad», argumenta. Tampoco deja de lado la «falta de civismo de tantas personas, que solo piensan en ellas mismas y necesitan más valores de igualdad».
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