Omar Montes la vuelve a liar, esta vez en La Cartuja

Cumpliendo el axioma por el que los peores resultados vienen de las mejores intenciones, el artista que antes fue boxeador y que también tuvo tiempo para ser novio de Isa Pantoja y concursante de 'Supervivientes' y 'GH Vip' (también pasó por 'MHYV'), escogió una sevillana (o algo así) para subirse al escenario-cuadrilátero montado sobre el césped del estadio de las afueras de la capital hispalense, en un intento de congeniarse con la ciudad que en pocas semanas vivirá el encendío de su feria.

Montes, más que encendío lo que generó es un incendio por lo que muchos sevillanos consideraron -y expresaron en redes sociales- una falta de respeto a un género, el de las sevillanas, que no se puede resolver a base de autotune y presuntas bailarinas más perdidas que un mallorquín intentando llegar a La Cartuja sin GPS.

«Aquí tienes a Omar Montes, de Carabanchel, cantando sevillanas en la final de la Copa del Rey de Sevilla. ¿Qué pasa, que aquí no hay grupos de sevillanas?», se preguntaba un usuario en la red X. «Que alguien me explique a qué mente brillante se le ha ocurrido llevar a Omar Montes para berrear una sevillana, y en Andalucía precisamente», bramaba otro.

No contento con 'confundir' el género musical de las sevillanas con lo que perpetró el cantante de 'Alocao' encima del escenario cartujano, el de Pan Bendito, colonia ubicada en Carabanchel, no se enteró de que a quien había saludado en el palco fue al rey en activo, Felipe VI, que presidió el encuentro y no «al Juanka», como por despiste le contó en un guasap a un amigo. Y se quedó tan pancho y oreado.

Tal vez y ante la dispersión que adorna a Montes, típica de los grandes creadores artísticos, convenga ir explicándole de cara a su presencia el 31 de agosto en la Plaza Mayor, que Óscar Puente fue alcalde de Valladolid pero ya no lo es, lo es Carnero, y que entre tema y tema (si no incluye la sevillana del sábado tampoco va a pasar nada) en sus mensajes al público evite meterse en jardines sobre gentilicios, localismos y otras rivalidades cotidianas, que lo suyo es cantar. O debería.