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J. Sanz
Valladolid
Viernes, 23 de noviembre 2018, 21:38
Todo comenzó el último día de agosto en La Blanca, un bar de La Farola que los ladrones visitaron de madrugada para huir con un botín de más de seis mil euros en efectivo (tenían una caja fuerte) y la plaga fue extendiéndose poco ... a poco por el barrio y los colindantes de La Rubia y el Cuatro de Marzo hasta sumar a día de hoy más de una docena de negocios asaltados, en su inmensa mayoría, por una banda especializada en «reventar los bombines de las cerraduras». Quioscos, bares, academias y todo tipo de pequeños comercios (serigrafías, cosetodos, fruterías....) han recibido en los últimos tres meses la visita de unos ladrones que no solo buscan dinero sino también el género de los establecimientos.
El ladrón entró a la una de la tarde del jueves en una oficina de seguros Plus Ultra, en la carretera de Rueda (La Rubia), cuando estaba sola una trabajadora y se dirigió a ella «balbuceando unas palabras incomprensibles de entender». Después le plantó un papel manuscrito en la cara, con una letra también ininteligible, pero en el que debía poner algo así como «esto es un atraco». El caso es que la víctima llegó a decirle que no sabía lo que quería, si bien el mensaje lo acabó entendiendo a la fuerza después de que el asaltante la «intimidara». El sorprendente atracador huyó, al final, con dos móviles. La trabajadora, al menos, salió ilesa.
El botín en metálico supera a estas alturas con creces los diez mil euros, aunque los asaltantes se han llevado también ropa (sudaderas o un lote de camisetas serigrafiadas de la Unión Deportiva Sur), una bicicleta, varios móviles, decenas de paquetes de tabaco, una caja registradora entera o botellas de licores.
La mayoría de los asaltos se produjeron de madrugada y en la mayoría también dejaron la misma seña de identidad: «Te arrancan de cuajo el bombín de la cerradura y se cuelan al comercio», coinciden en señalar el grueso de las víctimas antes de concretar que después «lo revuelven todo y se llevan lo que pillan». Solo en dos ocasiones se han producido atracos con los negocios abiertos. El primero tuvo lugar el 21 de septiembre en el quiosco Morelle, en el Camino de la Esperanza (La Farola), y el segundo ocurrió el pasado miércoles en una oficina de seguros Plus Ultra de la carretera de Rueda (La Rubia). «El ladrón aparcó su coche a la puerta en doble fila, entró aprovechando que mi padre estaba en la trastienda y se llevó la caja registradora con apenas cuarenta euros», relata el quiosquero de La Farola. De la oficina de seguros solo se llevaron dos teléfonos móviles de la trabajadora.
La Farola: Los robos comenzaron el 31 de agosto en un bar de la calle Esperanto y se extendieron a más de media docena de negocios del barrio (bares, una tienda de serigrafía, quioscos, fruterías...).
La Rubia: En los últimos dos meses han desvalijado bares (uno en dos ocasiones), un cosetodo, dos academias y una tienda de vino y han atracado una oficina.
Cuatro de Marzo: Un quiosco fue desvalijado el 8 de noviembre.
«Nos están abrasando con los robos», reconoce abiertamente otro quiosquero, en este caso de la calle Narciso Alonso Cortés, en el Cuatro de Marzo, que los ladrones desvalijaron el 8 de noviembre: «Rompieron la verja reventando el bombín y se llevaron la máquina de tabaco entera, con 25 cartones y el dinero».
Unos metros más adelante, ya en La Rubia, una tienda de vinos (Bodegas Hermógenes) y un cosetodo (Dedal & Mantel) fueron desvalijados a mediados de octubre por la 'banda del bombín'. Al primero, situado en el Paseo de Zorrilla, le quitaron «tres botecillos con unos cuarenta euros en monedas de céntimos y un par de botellas de licor –no tocaron curiosamente los vinos–» y a la segunda, en el Camino Viejo de Simancas, le sustrajeron «280 euros en efectivo y una bicicleta». La dueña de este último negocio ha colgado ahora un cartel en la puerta informando a los ladrones de que en su local «no se dispone de efectivo».
Entre estos dos últimos negocios se encuentra el bar Monasterio, que también fue desvalijado dos veces en octubre. «Desde que abrimos es el pan nuestro de cada día y siempre revientan las tragaperras para llevarse el dinero», lamentan las víctimas.
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