El oficial Sergio N. junto a la parada de autobús donde intervino en el barrio de Parquesol. Foto: C. Espeso | Vídeo: A. Mingueza

Valladolid

El oficial que salvó a un hombre en parada: «No hay nada más gratificante»

Sergio N. logró que el octogenario, de 82 años, recuperase la consciencia: «No tenía pulso, estaba muy frío y no reaccionaba a ningún tipo de estímulo»

Sofía Fernández

Valladolid

Lunes, 7 de agosto 2023, 19:53

Al oficial de policía Sergio N. A. (no facilita el apellido por seguridad) se le puede aplicar literalmente esa común expresión de estar en el momento justo y en el lugar adecuado. Gracias a encontrarse a escasos metros del sitio donde solicitaban con urgencia ayuda ... para un hombre que había dejado de respirar, Sergio pudo salvar una vida en apenas un par de minutos. Quizá también tenga algo que ver la experiencia que tiene en la realización de maniobras de reanimación con la que cuenta, aunque él no deje de decir que «es algo que forma parte del día a día de mi trabajo».

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El pasado sábado 29 de julio este policía local se encontraba patrullando con la moto muy cerca de la calle Adolfo Miaja de la Muela en el cruce con Núñez de Guzmán. Desde allí solicitaban ayuda urgente al servicio de emergencias del 112 para un hombre que había dejado de respirar.

«Entró la llamada sobre las 13:45 horas informando de que en una parada y en el interior de un autobús de Auvasa se encontraba un hombre que había entrado en parada cardiorrespiratoria y mandé a la patrulla que enviaran un desfibrilador en lo que iba de camino», relata Sergio.

Cuando llegó se puso manos a la obra y tomó el relevo del conductor de Auvasa, que había tendido al hombre de 82 años en el pasillo del autobús, para iniciar él mismo las maniobras de reanimación cardiopulmonar. «El hombre no tenía pulso, estaba muy frío y no reaccionaba a ningún tipo de estímulo y tenía una respiración agónica, como boqueando», relata.

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Desconocen cuánto tiempo llevaba el hombre en ese estado, «el conductor se dio cuenta de que el hombre estaba sentado inconsciente cuando paró el autobús, él iba solo y en el interior solo iba otra mujer», narra el oficial. En apenas un minuto y medio de enérgico masaje cardíaco, consiguió que el hombre recuperase el pulso y la consciencia. «No hizo falta emplear el desfibrilador, le pusimos en posición lateral de seguridad e incluso quería ponerse de pie cuando pasaron unos segundos, pero esperamos a que llegase la ambulancia y que fueran los sanitarios los que se hicieran cargo». Reconoce que «no hay nada más gratificante» que el lograr que una persona que no respira, finalmente recupere la consciencia.

De no ser por la intervención de ambos, tanto del conductor del autobús que se percató de lo sucedido e inició los primeros auxilios como del oficial que continúo con la RCP y logró que volviese a respirar con normalidad, la historia no se contaría hoy con este final.

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«Desconozco si el conductor de Auvasa tenía conocimientos de primeros auxilios, lo que sí sé es que actuó muy bien y lo hizo con mucho sentido común», puntualiza este policía de 37 años, que lleva 14 en el cuerpo y cumplió el 1 de agosto su segundo aniversario como oficial.

De esa parada donde se encontraba el bus de la línea C1 -en la calle Adolfo Miaja de la Muela en el cruce con Núñez de Guzmán-, se llevaron al hombre en dirección al Hospital Río Hortega. «Sé que de aquí se fue consciente y bastante estable. De hecho, pudo incorporarse y ponerse en pie, aunque desconozco cómo está ahora, espero que esté bien«, señala el oficial.

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Experimentado salvador

No es la primera vez que termina la jornada con la satisfacción de haber salvado la vida a una persona. «La última fue este invierno junto al Puente Mayor y en aquella ocasión fue una mujer que se había caído por las escaleras y tenía un golpe en la cabeza con una gran hemorragia. La conseguí estabilizar, aunque poco tiempo después me enteré de que había fallecido en el hospital», lamenta.

Recuerda también la intervención que tuvo hace varios años en la plaza Madrid, donde logró salvar otra vida. «El año pasado en el comedor social intervine por un ahogamiento por atragantamiento que al final terminó bien. Nunca se ha dado la ocasión de que haya tenido que usar el desfibrilador ya que ha sido siempre por maniobra, aunque también hay casos en los que pones todo de tu parte para salvar una vida y no es posible», finaliza.

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