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El secretario general del PSOE en Valladolid, Manuel Escarda, en la sede de la calle Santa Lucía. Rodrigo Jiménez
Manuel Escarda: «El objetivo era la Alcaldía de Valladolid y se logró, pero se abandonó a los pueblos»

Manuel Escarda: «El objetivo era la Alcaldía de Valladolid y se logró, pero se abandonó a los pueblos»

El nuevo líder de los socialistas trabajará con prioridad por la provincia tras una etapa donde alcaldes y ediles «se vieron sin apoyos sufientes»

Lorena Sancho

Valladolid

Lunes, 21 de octubre 2019, 07:24

Tiene Manuel Escarda (Madrid, 1958) grabado a fuego en su carné de militante el eufórico saludo desde la ventana del Hotel Palace con el que Alfonso Guerra y Felipe González celebraban la aplastante victoria del PSOE en 1982. Le emocionó. Le entusiasmó. Era la España del espíritu de la democracia, y este médico de familia recién licenciado afianzaba por entonces una ideología que tuvo que dilucidar desde la niñez. Por un lado, su abuelo paterno, alcalde de Villanueva del Campo (Zamora), enarbolaba la bandera de Izquierda Republicana.Por otro, la familia materna, educada en un ambiente católico, tradicional y de derechas, lloraba la pérdida de un tío-abuelo de Falange que murió en el frente. La balanza era complicada. Pero Escarda determinó su ideología socialista en el ambiente obrero de su niñez en el paseo madrileño de Extremadura y en la tromba de ideas que adquirió en una adolescencia ya vallisoletana –su padre era trabajador de Iberia–, donde buscó la inquietud cultural y artística coincidiendo con la muerte de Francisco Franco. «Me influyó el cambio social, la sociedad más democrática, la búsqueda del bien común».

Cuatro décadas después, Manuel Escarda asume la responsabilidad de trasladar a todos los rincones de Valladolid el espíritu del PSOE del que se empapó y que le empujó a alistarse en 1993. Una encomienda que recoge de los más de 1.500 afiliados de la provincia para capitanear el proyecto de reconstrucción de la formación tras los malos resultados del 26-M y la escisión interna que dejó el proceso de primarias de hace ahora dos años. Es ya, por todos definido, el hombre de consenso para cicatrizar heridas del pasado. Y, de momento, ha logrado ya consensuar una ejecutiva con el apoyo casi unánime de la militancia. «Me van a salir enemigos, es lógico, no puedo ser del gusto de todos. Pero me cuesta tenerlos», admite este médico de profesión, que en abril cambió la bata del centro de salud de La Magdalena por la cartera sanitaria en el Senado, «con tristeza, pero convencido de la voluntad vocacional de servicio».

«Cecilio Vadillo no ha entrado porque no puede haber dos líderes en una ejecutiva»

No prevé un mandato fácil por las circunstancias en las que se produce su llegada, pero evita verter críticas hacia Teresa López, la que confía que será su compañera en el Senado –concurre como número uno en la lista del 10-N– y a quien exculpa en parte de la situación del PSOE. «No la culparía», dice tajante, para añadir que el problema es anterior, antiguo. «El partido se ha centrado mucho en la capital, había un objetivo que era la Alcaldía y se ha conseguido, pero la provincia se ha abandonado». Y no precisamente como crítica hacia un Óscar Puente que le ha llevado de la mano a la secretaría general –fue el alcalde quien en agosto le propuso presentarse–, sino como análisis de la situación en la que se encuentran agrupaciones, alcaldes y concejales socialistas «que se han sentido sin apoyo». «No ha habido una adecuada coordinación entre la ejecutiva municipal y la provincial y además creo que ha habido mucho control desde la Secretaría de Organización (ejercida por Pedro Pablo Santamaría, que ahora se queda fuera de la ejecutiva). Desde la Secretaría de Organización se administraba todo y la ausencia de una dirección colegiada ha favorecido que no hubiera ese contacto con la gente y los pueblos», argumenta sin tapujos.

Conciliación con Vadillo

A este «abandono» por parte del sector oficial, el ganador de las primarias, se suma la acción del sector crítico de Cecilio Vadillo (el candidato que se enfrentó a Teresa López), que ha sido «activo» y ha contado con sus apoyos en la provincia. «No se ha sabido remontar», insiste Escarda. De ahí que la primera herida que ha querido coser haya sido la de conciliar a «vadillistas y escardistas» en «socialistas de Valladolid». ¿Cómo? Negoció la incorporación de cinco personas en la ejecutiva provincial. Y habrá también espacio para que el propio Cecilio Vadillo trabaje desde fuera de la comisión. «Hablé con él en un principio, pero tuve claro que no puede haber dos líderes en una ejecutiva. Cecilio no puede figurar, pero podrá trabajar con el partido y, de hecho, tengo algo pensado para él».

También reserva espacio para la reincorporación de las exdiputadas provinciales Marta Olmedo y María Jesús Lobo, quienes dejaron hace un tiempo la primera línea política. Su idea es que expertos en diferentes ámbitos puedan formar no solo a cargos políticos, sino también a los ciudadanos del medio rural en áreas tan diversas como transición ecológica, sequía o pensiones. Algo similar a lo que él hizo con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, donde ejerció de forense antropólogo y se incorporó en la ejecutiva de Mario Bedera como experto.

«Ha habido alcaldes que se han ido del PSOE y los voy a recuperar. Lo tengo clarísimo»

Aunque el mandato inicialmente será por dos años, hasta la convocatoria de congreso ordinario, Escarda se fija como objetivo trabajar a cuatro años, hacia las elecciones municipales de 2023. Habrá tras el 10 de noviembre una decisión firme sobre la portavocía del Grupo Socialista en la Diputación, que prefiere no confirmar aún si será, como todo apunta, el edil de Simancas Francisco Ferreira. O si Pedro Pablo Santamaría continuará como portavoz adjunto. «Está ahí, no quiero abrir crisis ni grietas antes de tiempo y de tomar decisiones». Y advierte de que en los próximos meses buscará la fórmula para que el proceso de elección de los diputados provinciales cambie. Pues si hay algo que Escarda dejó claro en el congreso del pasado domingo es que el grupo provincial del PSOE deberá tener una «dirección política y estratégica marcada desde la Secretaría General y la Ejecutiva provincial» y que la Diputación «deberá ser el brazo ejecutor de lo que se decida en esta mesa (en la sede provincial del PSOE) en la relación con los pueblos».

Tiene por delante un «largo trabajo» para poner a la formación local en el nivel en el que se encuentra en el ámbito nacional y autonómico («que somos ganadores»). Y lograrlo con un proyecto que «anteponga los problemas de la sociedad a los del partido». Con el ánimo incluso de recuperar a aquellos alcaldes socialistas que en los comicios del 26 de mayo concurrieron –y ganaron– por otras siglas. Por ejemplo, el caso de Luis Alonso, de Villalar, sobre quien confía en que «vuelva pronto». «La gente que ha estado en el PSOE es gente recuperable», dice con la convicción de 26 años de militancia.

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