Rodrigo de la Torre. El Norte
Obituario

Adiós a Rodrigo de la Torre, el gran maestro artesano de la piedra

Su sabiduría, pericia, saber hacer y compromiso con el oficio de cantero le unía directamente a través de un hilo invisible que atraviesa la historia del arte con todos aquellos que construyeron las catedrales

Félix Sanz Sastre

Lunes, 13 de febrero 2023, 10:50

Hace apenas unos días me sentaba de mañana junto a un café, con Rodrigo y otro amigo común, también viejo maestro de oficio artesano como él, para hablar de los proyectos de trabajo que desde el Centro de Artesanía de Castilla y León (Cearcal) teníamos ... en conjunto. Entre otras cosas de viejos cómplices, hablamos del proyecto del monolito de homenaje a Almudena Grandes que ya estaba diseñando o del acabado de la recreación de los caños de Tudela de Duero. Así que hoy, todavía no puedo creer que me siente a escribir sobre su trayectoria profesional, sabiendo que nunca más escucharé sus acertadas e inteligentes palabras llenas de su particular retranca socarrona.

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Rodrigo de la Torre era uno de los últimos representantes que mantenían vigente el concepto más profundo de maestro artesano. Su sabiduría, pericia, saber hacer y compromiso con el oficio de cantero le unía directamente a través de un hilo invisible que atraviesa la historia del arte con todos aquellos que construyeron las catedrales, crearon las portadas en edificios, levantaron muros y murallas o sacaron de las piedras esculturas que dormían escondidas en su interior hasta que el golpe certero del cincel las hacía visibles para todos los ojos.

Este extenso conocimiento fue reconocido en 2020 con el máximo galardón que se entrega en España a un maestro artesano, el Premio Driehaus de las Artes de la Construcción Tradicional, el equivalente en artesanía a los Premios Cervantes en Literatura. Hasta hoy, Rodrigo es el único castellano y leonés que ha recibido esta mención.

En 2020 recibió el Premio Driehaus de las Artes de la Construcción Tradicional, el máximo galardón que se entrega en España a un maestro artesano

Rodrigo inició su formación en la Escuela de Arte de Valladolid para pasar enseguida a la Escola de Canteiros de Poio en Pontevedra, formación que más tarde completaría en Italia. Nunca abandonó su necesidad de conocimiento, hasta el punto de graduarse en Historia del Arte cuando él ya formaba parte de esa misma historia.

A partir de ese momento, su obra se fue extendiendo por todo el país, trabajando fundamentalmente en la conservación de monumentos en piedra y construcción tradicional. El listado de sus intervenciones es interminable, pasando por catedrales como Santiago de Compostela, León, Jaca, Pamplona, Calahorra, Girona, Ávila o monasterios como Santa María de Huerta, El Escorial, Santa Creus, iglesias románicas, góticas, edificios civiles como el Hotel Reconquista de Oviedo, universidad de Salamanca, el Arco de Medinaceli y un sinfín de trabajos a los que se suman encargos privados y públicos que permitieron a Rodrigo ir sumando un enorme conocimiento y sabiduría en la talla y la construcción en piedra, que es lo mismo que saber de la condición humana y su anhelo imposible por conseguir la belleza.

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Aportaciones a San Pablo

Su sabiduría era tan extensa que, entre otras anécdotas, obligó a cambiar postulados constructivos en espacios tan relevantes como el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, donde silenció a alguna respetable universidad alemana que aseguraba que el Pórtico contaba con un único dintel y Rodrigo demostró, de forma teórica y empírica, que la construcción se soportaba en dos. Cuantas veces le he envidiado a Rodrigo ese momento por poner las cosas, personas y dinteles en su sitio. Estoy seguro de que el Maestro Mateo también dio un salto de regusto.

Su familia y todos los amigos que le conocimos arrastraremos la pérdida de este hombre bueno como podamos. Sus colegas artesanos de la Federación de Organizaciones Artesanas de Castilla y León (Foacal), alumnos y compañeros de Cearcal donde impartía su magisterio desde hace años, nos resignaremos y lloraremos su ausencia. Otra más que sumar a nuestra biografía particular, pero nuestro país, esta región y esta ciudad, tardará en tomar consciencia de la pérdida irreparable que ha sufrido, porque su ausencia no es, ni será reemplazable. Ya nadie va a poder juntar tanta sabiduría en un oficio que ha construido en piedra nuestra historia y nuestra identidad.

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En este momento tan triste, ya solo nos quedan pequeños consuelos, como saber que en la fachada de San Pablo estarán durante siglos todas las reposiciones que aportó en la última restauración y que siempre que entremos en el Campo Grande, Rodrigo nos acompañará con la mirada desde lo alto a través de los leones que talló para culminar la portada.

Siguen entrando mensajes de condolencia desde todos los puntos del país lamentando y sufriendo por la pérdida de un hombre sabio y bueno. Cuánto te vamos a echar de menos Rodrigo.

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