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Las nuevas edificaciones cuentan con más terrazas y se construyen pensando en la eficiencia energética. También se han beneficiado de la moderación de precios que ha habido hasta ahora, pero que podría torcerse por la escalada de costes de materias primas y energía. El representante ... de la inmobiliaria Engel&Völkers en Valladolid, Gonzalo Jolín, destaca que entre los nuevos compradores hay mucha gente joven que busca su primera vivienda.
-Valladolid está creciendo prácticamente por los cuatro costados, incluido el centro. ¿Son igual de atractivas todas las zonas? ¿Están todas bien equipadas, urbanizadas, con fácil acceso a servicios...?
-Se está construyendo con fuerza y se está haciendo en zonas privilegiadas, sobre todo destacaría las de El Peral, el Sector 5 en la Avenida de Burgos, o Los Santos Pilarica. Se trata de sectores cuya edificación ya estaba aprobada y prevista antes de 2007, pero que con la crisis posterior quedaron postergados y se han retomado ahora. Este hecho motiva que lo que hasta no hace mucho eran zonas industriales duras, como la Avenida de Burgos, ahora estén llenas de supermercados y establecimientos de restauración y se extiendan hasta conectar con el Canal de Castilla y el barrio de La Victoria. Se trata de lugares con muchas zonas verdes, ya urbanizadas y con buenas conexiones y que cuentan con toda clase de equipamientos y servicios, comercio, centros de salud, colegios, etc. Algo similar sucede con la zona del Puente de la Hispanidad, que abarca desde la antigua Ribera de Santo Domingo hasta los terrenos de la fábrica de levadura. Éstas, junto con las de El Peral, poseen una ubicación inmejorable y concentran la oferta de viviendas más caras, con calidades de lujo.
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-¿Qué características novedosas tienen las nuevas viviendas? Además de, imagino, placas solares... ¿se piensa también en terrazas y otro tipo de espacios después de la experiencia de la pandemia?
-Un elemento muy positivo del Plan General de 2020, totalmente innovador no ya para lo que solíamos ver en Valladolid sino a nivel nacional, fue la introducción de factores diferenciales como que las terrazas no computen como superficie de la vivienda y, así, no supongan una penalización de metros para la construcción. Esto se aprobó antes de la llegada de la covid y casi parece que se adelantó a su tiempo. Su consecuencia es que se están construyendo pisos con hasta 18 metros de terraza y que responden a lo que busca ahora el comprador de manera preferente: amplitud, espacios abiertos, zonas deportivas… Tampoco computan las fachadas, lo que permite edificar con mayor robustez y calidad, con más y mejores aislamientos tanto térmicos como acústicos. Todo esto, unido a la introducción de una mayor flexibilidad a la hora de cambiar el uso y destino del suelo hace que las nuevas promociones estén muy adaptadas a las nuevas necesidades de la sociedad.
-Con el precio de la energía por las nubes y las posibilidades que tienen las innovaciones tecnológicas, ¿se construyen los edificios y las viviendas teniendo en cuenta este factor?
-Entre las características o novedades de las nuevas edificaciones, más que hablar de placas solares que es algo ya muy asumido, destacaría la generalización de la aerotermia, tanto en el ámbito individual como en el comunitario. Es un cambio fuerte en la concepción del sistema de calefacción, ya que el suelo radiante (que también puede ser refrescante) garantiza un menor consumo energético y casi revoluciona los interiores de los pisos, que ya no tienen radiadores con lo que ello supone de ganancia de espacio y posibilidades de decoración. Las nuevas viviendas de calidad alta, e incluso las de calidad media, lo incluyen todas. Luego, las de lujo, abrazan modelos como el Passivhaus, que garantizan una construcción con la mayor eficiencia energética posible, con la mejor calidad del aire interior y que no precisan ni calefacción ni aire acondicionado; o el Breeam, que avala casas de construcción sostenible, respetuosas con el medio ambiente y que depuran y reutilizan todo el agua que utilizan o recogen.
-¿Cómo están evolucionando los precios? ¿Es mejor comprar hoy que esperar a mañana? ¿Y el encarecimiento que estamos sufriendo ya todos en todo tipo de bienes y servicios por culpa de la subida de las materias primas y la energía? ¿Hay riesgo de que todo lo previsto se descabale?
-Ahora mismo, los precios son una locura. El mercado inmobiliario tiene unas características y unos condicionantes muy específicos y no tiene la 'cintura' que sí poseen otros. Por ejemplo: cuando Renault detecta que hay demanda de un modelo, o un tipo de coche, acelera la producción y en dos o tres meses puede llenar los concesionarios. Con la vivienda se tardan años en cubrir una necesidad, desde que se compra el suelo, se obtiene la licencia… hasta el momento de la venta. Y, sin embargo, esta venta tiene que hacerse a precio fijo y cerrado, de manera que si ha habido incrementos de costes, los tienen que asumir las empresas. Y vaya si ha habido subidas de precios y sigue habiéndolas. Por otro lado, el sector ha respondido bien a la pandemia, pero también ha sufrido. En la primera ola hubo que parar las obras, con lo que cuesta rearrancar. Y las olas posteriores, con los contagios, también afectaron a multitud de trabajadores de todos los oficios. Esto ha motivado que haya algunos retrasos, los que más de hasta seis meses, sobre las fechas previstas.
-Con la población estancada, ¿quiénes son los destinatarios de las nuevas viviendas? ¿Qué nuevos moradores van a habitarlas?
-En cuanto a los destinatarios, los diferenciamos en tres grandes grupos: quienes compran vivienda para reposición, porque buscan mejores calidades, casas más grandes, o más pequeñas, o diferentes, o quieren cambiar de zona; quienes compran su primera residencia, es decir la gente joven; y aquellos cuya intención es hacer una inversión, que suponen una parte pequeña porque la vivienda nueva no es un vehículo idóneo para ello. En este sentido, en años anteriores había un claro sesgo hacia los compradores de reposición que ahora se ha equilibrado con la entrada de mucha gente joven que se ha independizado, que ha ganado en seguridad en su puesto de trabajo y puede permitirse adquirir su primera vivienda. Hay que tener en cuenta que, con las actuales condiciones del mercado, un piso de 180.000 o 200.000 euros requiere entregar una entrada de 36 o 40.000 euros en dos años y, después, se puede acceder a una cuota hipotecaria que puede ser de 600 euros, es decir muy similar a la renta de un alquiler.
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