Nueva vida para los animales silvestres heridos: así funciona el centro de recuperación de Valladolid

Cada año, miles de animales silvestres son rescatados de situaciones peligrosas: atropellados, electrocutados o cazados ilegalmente. ¿Pero qué ocurre después? Para muchos de ellos, el camino hacia la recuperación empieza en lugares como el Centro de Recuperación de Animales Silvestres, donde encuentran la oportunidad para sanar y volver a la naturaleza en las mejores condiciones posibles. Desde hace más de 30 años trabajan con el objetivo de atender y recuperar a cualquier tipo de animal, así como especie y tamaño.

Actualmente, hay cerca de 150 especies, entre los que destacan los vencejos, ya que son la especie que más entra. Milanos reales, un águila imperial, urracas, patos, gorriones o palomas son otros ejemplares con los que cuentan en el centro, en el que el 80% de los ingresos son de aves. Con 2.300 entradas en lo que va de año, desde el centro muestran su preocupación ante el aumento de la cantidad de animales que entran cada año y no dudan de que «a finales de año seguramente tengamos la cifra récord de ingresos en un año, teniendo en cuenta que otros años hemos terminado con 2.400 ingresos y este año, a mediadios de agosto, estamos muy cerca de esa cifra».

El objetivo principal es la recuperación de animales silvestres, «de cualquier tipo y cualquier especie y tamaño» para ponerlos en libertad, explica Álvaro Soto, veterinario responsable del centro. Sin embargo, no todos los animales que llegan tienen la posibilidad de recuperarse, ya que un porcentaje muy elevado de ingresos son de animales que ya han fallecido. En estos casos, se realizan necropsias, una labor que califica de «gran importancia», ya que estos informes permiten conocer las causas de la muerte del animal, tanto en posibles delitos o también para detectar posibles enfermedades que podrían afectar tanto a otras especies como a los humanos. Además, también ayudan a identificar los diferentes peligros medioambientales, como son los tendidos eléctricos, que suponen una trampa mortal para muchas aves y uno de los principales motivos de fallecimiento.

Cada animal que llega al centro es más que un número en una base de datos. Es una historia de supervivencia y es necesario llevar un control de cada una de ellas. Por ello se realiza un registro dónde aparece que animal es, quién lo lleva al centro, las coordenadas o las causas probables del ingreso. «Después se hace una evaluación, un estudio del ejemplar para ver si puede pasar a las siguientes fases. En caso de no ser necesario, va pasando por distintas instalaciones en función del grado de desarrollo que tenga». No todos los animales pasan por el mismo proceso de preparación antes de volver a salir al medio, esto depende de su evolución y sus condiciones. Algunos requieren cirugías, otros necesitan tratamientos especializados, pero todos, sin excepción, reciben la atención y el cuidado que se merecen. «La fase final de algunos de ellos por ejemplo, es el voladero elíptico, que nos permite darles un grado de musculación muy adecuado a aves de tamaño mediano o grande antes de liberarlo», comenta el veterinario. Esta instalación se trata de uno de los espacios más emblemáticos del centro, ya que es la fase última antes de su regreso a la libertad.

La importancia de los centros no sólo está en la recuperación de los animales, también desempeñan una labor educativa y de concienciación en la sociedad y no podrían cumplir su misión sin la ayuda de la comunidad. Cada vez la gente tiene una mayor conciencia y convincción de que todos los seres, sin importar su tamaño o especie, merecen una segunda oportunidad. «Asegurarse de que necesita nuestra ayuda», es el primer paso que se debe seguir si nos encontramos con un animal en situación de peligro, ya que lamentan «que no son pocos los ejemplares que llegan al centro y no deberían haber llegado», eso sí, «siempre con la mejor intención». «El siguiente paso sería avisar al 112 para que los agentes medioambientales lo traigan aquí, o bien ellos mismos teniendo mucho cuidado y protegiendo sus ojos, que es normalmente el principal órgano del que se valen las aves, y son el grueso de los ingresos que tenemos, cerca de un 80%». Desde el centro insisten que en el momento en el que el animal no tiene visión «se siente más indefenso y nos permite manipularlo con mucho más cuidado», lo que facilita la posterior tarea de introducirlo en una caja para su posterior traslado. Y en cuanto a la comida, ¿hay que darles de comer? «En principio, no es aconsejable alimentarlos, porque no sabemos el estado en el que están y a veces no podemos saber cuál es su alimento o el que sienta bien de acuerdo a su especie», apunta el veterinario. Eso sí, «estos meses de verano se les puede ofrecer algo de agua, en la condición del pico, para hidratarlos», concluye.

Desde el Centro de Recuperación de Animales no dudan de que a finales de este año alcancen cifras históricas en cuánto a número de ingresos se refiere. Además, aseguran que este mes de agosto «hemos llegado a los 2.300 ingresos, un número bastante elevado para nuestro centro y los ingresos que hemos tenido en otros años. De hecho, tenemos a día de hoy 500 más que los que tuvimos el año pasado en estas mismas fechas», asegura Álvaro Soto. «Actualmente, llevamos 270 ingresos más que el año en el que más hemos tenido», insiste en un tono preocupante ante la gran cantidad de animales que reciben durante todo el año, ya sea para atenderlos y prepararlos para su vuelta al medioambiente o, en los peores casos, para la realización de la necropsia que determine las causas de la muerte.

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