Rubén V. Justo
Sábado, 13 de octubre 2018, 09:14
El vallisoletano Roberto Blanco tiene un objetivo en mente: quiere subir 90 veces en bicicleta de montaña el Cerro de San Cristóbal. Su reto supone una travesía de 225 kilómetros marcados por un desnivel acumulado en positivo de 8.910 metros, una distancia que equivaldría, aproximadamente, a la altitud del Everest (8.848).En cada subida, 1,25 kilómetros de recorrido hacia arriba, con un desnivel de 99 metros (la carretera se inicia a 763 metros de altura sobre el nivel del mar y la cumbre se sitúa en los 862), con una pendiente media del 7,9%.
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Un reto que surge de su iniciativa y de manera premeditada hace dos años. Su sobrino, Miguel G., padece Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Según admite, le «tocó de cerca» ver las dificultades que su sobrino padecía en el instituto. Según relata, con el reto busca dar visibilidad a una patología común que afecta al 6,6% de los niños y jóvenes españoles. Le pareció una idea solidaria que podría tener cierta repercusión y se lo comentó a la Asociación de TDAH. Su presidente, Jose Luis Vaquero, se mostró totalmente de acuerdo y comenzó a mover hilos para organizar el evento.
El 'Everest Challenge', así lo llamaron, comenzó ayer a las 20:00 horas y pretende prolongarse durante un día, tiempo límite para acabar la prueba. Con ello, tanto Blanco como la Asociación de TDAH pretenden visibilizar la patología y «buscar más medios y más ayudas públicas para conseguir una mayor equidad» en el sistema educativo español. Según explica Vaquero, muchos de los jóvenes que padecen TDAH pueden «retrasar su avance educativo al repetir cursos». Propone adaptar sus particularidades, «científicamente comprobadas», mediante la búsqueda de un modelo alternativo al de estudiar y hacer exámenes.
Para registrar la actividad, Blanco utilizará durante la prueba un sistema GPS para constatar que la ruta se ha llevado a cabo sin ningún tipo de artimaña. Para completar el control, varios encargados se turnarán en el trayecto para comprobar el número de veces que ha subido y bajado el Cerro de San Cristóbal.
Blanco comenzó a pedalear acompañado de niños y adultos. A su vez, una veintena de personas se acercaron al evento para animar al ciclista al comienzo de la prueba. Sin embargo, Blanco era consciente de que se enfrentaría durante la noche a bajas temperaturas, a la oscuridad de la noche en zonas que únicamente estarán iluminadas por la linterna de su bicicleta y, sobre todo, a la soledad. Las personas que le acompañaron en la primeras subidas, desaparecieron conforme caía la noche. Para sentirse acompañado, este deportista confiaba en tener en mente a su sobrino y al resto de niños con TDAH a los que decidió dedicar este reto.
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