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A eso de las 13:00 horas la calle Cascajares de Valladolid era un erial. Algunos negocios se preparaban para abrir sus locales y terrazas y otros, en cambio, optaban por no levantar la persiana al ser un día familiar y de comida en casa ... de la abuela. Era el 'no' vermú de Navidad de Valladolid. Porque la ciudad, en un día festivo como el de este miércoles, se despierta más tarde o está más pendiente de tirar de escuadra y cartabón para incluir a todos los comensales en la mesa. O, tal vez, si uno se fija cómo estaba el día anterior la plaza de Coca fue una mañana de Ibuprofeno para coger fuerzas para la comida.
Sea como fuera, el vermú del día de Navidad en Valladolid es testimonial. Eso no quita para que algún local del centro de la ciudad dejase estampas de meter codo a la hora de pedir en barra o sin mesa en la terraza. Pero vamos, que no había comparación con los de Domingo de Ramos o cuando la afición del Athletic Club de Bilbao se acerca a Valladolid porque juega su equipo después en el José Zorrilla.
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Si uno paseaba por la zona de La Antigua se encontraba la mayoría de los negocios cerrados y las únicas colas que se veían eran las de aquellos que querían acceder a ver el belén en la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias. En Cascajares, la imagen no variaba mucho y los hosteleros de la zona, los que se preparaban para el vermú, lanzaban incógnitas porque no sabían a lo que podían enfrentarse. «Es un festivo raro», apuntaban mientras encendían las luces del negocio. Una hora después el local que estaba abierto, tenía gente, si bien muchos de ellos habían optado por guardar fuerzas y no abrir el día de Navidad.
El recorrido de este periódico en busca de un vermú animado continuó por la Plaza Mayor. Tres cuartos de lo mismo. Hasta el punto de que el mercado navideño había optado por no abrir por la mañana para centrar sus esfuerzos en la tarde. Así que muchos de los presentes, como este miércoles había nacido el Niño Jesús, se fueron a ver el belén en pleno paseo matutino y con el Conde Ansúrez como testigo.
Completado el recorrido en el corazón de la Plaza Mayor, sus aledaños mostraban a decenas de ciudadanos de paseo o estrenando los regalos de Papá Noel. Pero hasta ahí. La plaza de Coca, por ejemplo, que en la tarde del día anterior no se podía cruzar, este miércoles uno podía caminar sin chocarse con nadie. Sus bares, casi en su totalidad, estaban cerrados y de la juerga del día anterior no quedaba ni rastro.
Así que el objetivo de este periódico se centró en dar con un bar que se encontrase abierto a las 13:30 horas. Y el elegido fue el restaurante Herbé. Su cuatros mesas de terraza incrustadas en la fachada estaban completitas y en el interior había que tirar de garganta para que escuchara el camarero.
Allí, los hosteleros se preparaban para afrontar una jornada de comidas en Navidad. Lo reflejaba su propietaria que tenía el local reservado para varias comidas en este día. «Siempre optamos por abrir este día para dar las comidas», recalcaba Pilar Hernández en plena faena y antes de que llegara el 'boom' de las 15:00 horas para empezar con el menú navideño.
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