Valladolid
«Los niños que vienen sin idioma ya te entienden en un mes»Secciones
Servicios
Destacamos
Valladolid
«Los niños que vienen sin idioma ya te entienden en un mes»Son más de cien niños cantando 'The lion sleeps tonight'. Esa que dice «Awimbawe, awimbawe». Es imposible no leerlo al ritmo de la canción. «La música es la lengua universal. Es un lenguaje que entienden todos», resume Henar Rubio. Ella es la directora del colegio ... Allúe Morer del barrio de Delicias, que ahora está decorado como el interior de una pirámide, consecuencia del proyecto de civilizaciones antiguas en el que está inmerso el centro. En las paredes hay jeroglíficos y también dibujos que los niños han hecho para participar en un concurso. «Son ideas que ellos nos proponen. Una vez al mes todo el colegio hace una asamblea y se habla de iniciativas. Cada curso presenta una y lo hacemos. Para el concurso escriben las bases, recogen los dibujos, los seleccionan y entregan los premios. Sale de ellos y lo acogemos como nuestro», añade.
La directora define su proyecto educativo como un «encaje de bolillos». Algo que sucede cuando tienen que hablar de tecnología pero sin asignatura de informática. «Necesitamos que vean el otro lado. Que toquen un libro, por ejemplo. Entonces lo intentamos introducir de otra manera, lo englobamos dentro de un proyecto, de una materia y del horario de la misma», explica Rubio. «Aprenden en diferentes sectores y una idea se traspasa en muchas áreas. Este año hemos introducido una sala de croma y de robótica e intentamos unir todas las herramientas. El aprendizaje es con actividades novedosas y motivadoras», apunta Miguel Ángel Cabero, profesor de música y jefe de estudios.
Y es en el aula donde también surge otro aprendizaje, el que aportan otras culturas. «Hubo una alumna que un día mencionó el 'chi kung' –tipo de gimnasia china–. Pues organizamos una sesión para todo el colegio con un profesor. Allí los más pequeños también aprenden, porque se fijan en los mayores. Es muy enriquecedor», explica la directora. O en otra clase donde una niña colombiana dijo que en su país echan topo en la sopa. «Son como pastillas de caldo. Hablábamos de cómo hacer ramen y es otra cosa que aprendes. Luego nosotros tenemos una cocina y lo hacemos. Ahí culmina el proyecto», añade. «Aprovechar los ejemplos de los alumnos para aprender», apunta el jefe de estudios.
Noticias relacionadas
El colegio está en Delicias y, al igual que en el barrio, en las aulas también hay casos de vulnerabilidad. «Es una zona con necesidades y hay que ayudarles. Desde un niño a una madre que no entiende el idioma. Es tan fácil como ser amable. Son personas que han dejado todo, sus casas, su sociedad y cultura», realza Rubio. En el centro hay diez niños que no hablan español, en el curso pasado fueron veinte. «En las reuniones generales viene una traductora para los padres. El problema mayor no son los pequeños. Pueden venir sin idioma y en un mes ya te entienden. Son las familias y la dificultad para explicarles cosas. Muchas veces los traductores son los niños, que luego en casa también ayudan a sus padres. Tienen mucho contacto con la lengua, pero la familia no», asegura la directora.
«Casi todos los alumnos son del barrio e intentamos estar unidos con el entorno», explica Rubio. Ahí entran en juego varias actividades que realizan en los alrededores. Desde el Carnaval en el Parque de la Paz o ir a la biblioteca de Blas Pajarero. «Ahora estamos con aprendizajes de servicio, donde se escoge un establecimiento del barrio y se plantea una acción a llevar a cabo. Con el coro queremos salir a otros sitios, como residencias de ancianos», explica Cabero.
«Ven lo que hay en la sociedad. Las personas nos mezclamos y cada uno habla su idioma. Es importante que los niños se eduquen sabiendo esto, porque cuando salgan al mundo es lo que van a conocer», explica la directora. Todo esto resume la filosofía del colegio. Esa que, junto con un «profesorado implicado», hace que vengan familias de otros barrios: «es motivante y a los padres les emociona».
No es extraño dentro de la Allúe Morer que un niño toque un violín. Y tampoco que lo haga cada semana, rodeado de sus compañeros y con un instrumento cedido por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. «Tuvimos que parar con este proyecto durante la pandemia, pero se ha retomado ahora con mucha fuerza. Lo hacemos desde abajo para que los niños tengan desarrollo musical durante más años», explica la directora del centro.
«El proyecto se basa simplemente en tener una orquesta, con la sección de cuerda completa y en horario lectivo. Los alumnos tienen una hora de orquesta a la semana. Media de coro y media de instrumento. En ningún momento se pretende que de aquí salgan grandes músicos. Solo tener a alumnos de todas las edades que están atentos a la señal del director, en silencio y que respetan las producciones musicales de sus compañeros. Rutinas que se desarrollan en estas sesiones de música», añade el profesor de música. Su música no es solo exlusivo para los oídos del colegio, ya que el próximo 5 de abril harán un concierto en el Auditorio Miguel Delibes.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.